Ojo de cerradura
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06/11/2023 10:26 hs
Valor Agregado Agro

Guardan el agua de lluvia en un aljibe gigante y logran un biofertilizante muy nutritivo

Río Cuarto - 06/11/2023 10:26 hs
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La familia Bonamico tiene un tambo de 740 vacas y cultivos en Adelia María, Córdoba. Su modelo de producción sustentable implica "consumo exterior cero" del vital elemento.

El establecimiento IMBO, ubicado en la localidad de Adelia María, sur de la provincia de Córdoba, se dedica a la producción de leche, carne y granos. En una obra de ingeniería pensada en cada detalle lograron almacenar y reutilizar agua de lluvia que cae en los techos de los tinglados que albergan a vacas de la raza Holando Argentino.

Desde hace 10 años, no ingresan agua del exterior para los lavados de sus maquinarias, mantenimiento general y parte del consumo diario, utilizando un viejo método de “aljibe”, piletas techadas y lagunas. Además, con el excremento de las vacas del tambo realizan fertilizantes naturales con alto contenido de fósforo para la división granos de la empresa cordobesa.

En el marco de la tercera jornada joven AAPRESID, la familia Bonamico abrió las puertas de esta maravilla productiva, en la que se pondera la reutilización del agua, el bienestar animal y la generación de compost para fertilizar la división agrícola del establecimiento agropecuario.

La empresa funciona con un Consejo Familiar, en el que se decide cada paso que da IMBO. En el mismo trabajan sus titulares y familiares directos e indirectos, primos, tíos, que día a día y a través de una inversión en tecnología, logran tener un campo modelo en el sur de Córdoba.

El médico veterinario Enrique Bonamico es el responsable de la división Ganadería de la empresa y está abocado a la producción de leche y de carne, basándose permanentemente en el bienestar animal. El responsable de esta sección trabaja mancomunadamente con otra área de la empresa que es la de producción de granos.

En cuanto al tambo, funciona casi en su totalidad con sistemas de robots automáticos de ordeñe, aunque en los comienzos fueron con salas convencionales que quedaron chicas para la producción que pretendía el Consejo Familiar, pero que aún se utilizan. “Después de charlar mucho tiempo, pensamos en hacer una instalación nueva, pero esa instalación que queríamos generar tenía que ser pensada desde el bienestar de los animales y en el de las personas”, explicó Enrique Bonamico.

Salvador y Marcelo Bonamico, integrantes del Consejo Familiar que toma decisiones integrales sobre todas las activdades agropecuarias que realizan y comparten.

En los galpones en el que funciona el tambo modelo se cuenta con un sistema de compostaje: la cama, mezclada con cáscara de maní y el paso de una herramienta mecánica todos los días, un cincel, logran un biofertilizante que lo vuelcan a la agricultura, generando un alto contenido de nutrientes para los suelos, rico en fósforo.

740 vacas Holando en un ambiente controlado

El origen de la leche viene de 740 vacas de la raza Holando Argentino, las cuales se encuentran en un ambiente controlado y cuidado en cada detalle. “La vaca Holando sufre mucho el calor, entonces este es un ambiente bastante controlado y la ventaja es que se maneja el individuo y según el periodo de lactancia en el que esté el animal tiene permiso de ordeñe y así la posibilidad de ordeñarse libremente en el momento que ella lo requiera”, detalló el veterinario. A su vez, agregó que desde hace diez años trabajan con la tecnología de sexado en vaquillonas de reposición y algunas vacas de primera lactancia.

La eficiencia en la producción de leche va de la mano con el bienestar animal.

El establecimiento aprovecha hasta la última gota de agua, pero también trabaja intensamente en reutilizar el excremento vacuno. La finalidad de sus titulares y la de los asesores del campo es hacer un círculo cerrado de producción y poco, casi nulo, desperdicio. “La única salida que hay de este tambo es el compost, nuestra responsabilidad es transformarlo en un fertilizante de utilización agronómica y volcarlo a los campos”, aseveró.

Cómo transforman el compost en biofertilizante

El proceso de compostaje se hace automáticamente mediante la temperatura que genera la fermentación inducida por una remoción diaria que se hace mediante las herramientas verticales en el mismo compost. Todos los días se pasa un cincel para favorecer y fomentar ese compostaje.

Luego de pasar el cincel dentro de los galpones, sale ese compostaje, que según el Ingeniero Matías Morardo, encargado de la producción de granos de IMBO Agropecuaria, “es un fertilizante de altísima calidad que se basa principalmente en fósforo, tiene una gran cantidad de nutrientes que se trabajan en el establecimiento, es el más estable a la hora de hacer las cuentas y poder convertirlo en fertilizante”, resaltó.

El ingeniero comentó que los lotes tienen una rotación asignada y que la misma se respeta a rajatabla, variando únicamente el destino de algunas parcelas que van a granos y otras destinadas a silaje para alimento.

"Consumo exterior cero" de agua

Es difícil pensar que un establecimiento de 740 animales no tenga que utilizar agua, en el sentido de incorporarla externamente. El ingeniero Morardo explicó que uno de los pensamientos a la hora de construir este emprendimiento tambero fue el de la economía circular, para evitar que ingresen insumos externos, entre ellos el agua que se iba a utilizar. “Para lavar las pistas donde los animales están transitando, esa misma agua se reutiliza constantemente, pasa por una serie de procesos que la vuelven nuevamente limpia y vuelve otra vez al proceso de limpiado”, aseguró.

Además, añadió que no sale ni entra agua nueva, es lo que se denomina consumo de agua cero. “Desde que se inició este tambo solamente ingresamos una vez con agua, el resto sigue siendo siempre la misma”, confirmó.

El establecimiento cuenta con piletas techadas de almacenaje de agua. Enrique Bonamico explicó que las mismas se llenaron cuando empezaron el tambo, en febrero del 2020. “El agua pasa continuamente por los separadores de sólidos, luego por las lagunas y siempre se reutiliza esa agua”, señaló.

Un aljibe de dos millones de litros

Los grandes recolectores de agua son los techos de los galpones y tinglados cuando llueve. “Tienen toda una serie de canaletas que juntan el agua de lluvia, tenemos un aljibe totalmente techado e impermeabilizado, que tiene una capacidad de dos millones de litros, es decir que todas las maquinarias y algo para consumo de animales se hace a través del agua de lluvia, eso es como el circuito cerrado”, afirmó.

El ambiente controlado en temperatura es uno de los aspectos que se cuidan minuciosamente en el tambo. Para ello se utilizan ventiladores instalados en el techo del galpón. Estos aireadores son alimentados con energía solar, aprovechando un recurso natural para disminuir el consumo y convertir al establecimiento sustentable desde todo punto de vista. “Se pusieron 164 paneles solares y toda la energía que requieren los ventiladores se utiliza para el refrescado de las vacas, para el secado de la cama”, concluyó Bonamico.




Clarín  - Valor Agregado Agro.

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