El fiscal de Cámara pidió la presencia de un nuevo testigo a partir de lo que declaró un policía.

Se trata de un hombre de Vicuña Mackenna que de acuerdo con los impactos de antenas, habría mantenido comunicación con los imputados, pero al policía le dijo que nunca se había comunicado.

Por videollamada declaró Jorge Alfredo Salinas, residente en Mendoza, quien en el año 2011 advirtió la falta de su pistola Bersa cuando tenía que reempadronarla ante el Registro Nacional de Armas.

Según el testigo, en alguna de sus mudanzas se la habrían sustraído porque apareció la caja original sin el arma.

Salinas vivía en San Luis cuando supo que le faltaba, y justamente los imputados Víctor Agüero y Antonio Tedesco viven en esa ciudad.  

"Me da una impotencia tremenda, es increíble lo que ha sucedido" comentó el testigo, luego de que se le consultara cómo se siente al saber que asesinaron a una persona con su arma.

Los policías abonan la hipótesis del robo por la presunción de que el sacerdote tenía dinero de alguna donación, pero en averiguaciones realizadas a personas vinculadas al Instituto Sagrada Familia, del que era apoderado, le respondieron que casi todos los aportes son bancarizados y que lo que el sacerdote manejaba eran sumas menores para gastos corrientes.

También se escuchó en la audiencia que además del trabajo de campo policial, en el comienzo de la investigación tuvieron la ardua tarea de confirmar y descartar hipótesis en el marco de una gran conmoción en una comunidad chica, en muchos casos con el deseo de aportar o probablemente con la intención de desviar el curso de las acciones.

La proliferación de información de todo tipo se potenciaba con las redes sociales.

La detención de Nicolás Arias, luego desvinculado de la causa, se dio porque los testimonios lo comprometían y había algunos movimientos sospechosos.

El comisario inspector Juan Alberto Gatica dio detalles al respecto.

Por otra parte, Gatica comentó cómo empezó a ponerse en duda la autoría de Nicolás Arias, pero empezaron a nombrar a otras personas.

Agregó que "siempre eran rumores que no se ponían por escrito".

Además, indicó que los sospechosos primero buscaron que los “aguantaran” en una quinta un hombre de apellido Lavallén, quien se negó a darles escondite. Posteriormente pidieron alojarse en la quinta de un vecino de apellido Odiaga. Ambas personas tienen antecedentes.

Entre los testigos estuvieron los integrantes de una familia que viven en la zona del ferrocarril, quienes la noche del 27 de octubre vieron a dos sujetos corriendo y uno cayó en una zanja.

"Llamaron a la Policía presumiendo que eran los ladrones de baterías de una playa de camiones que está cerca. Horas después, llegó la Policía en un vehículo gris no identificado y los interrogaron por lo que habían visto, pero ya por la muerte de una persona, aunque no les dijeron que era el sacerdote Jorge Vaudagna", explicó.



Imagen: La Voz