Ilumina la oscuridad
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02/07/2023 20:09 hs

De Alcira Gigena al Vaticano, el camino de “Tucho” Fernández en la Iglesia

Córdoba - 02/07/2023 20:09 hs
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Nacido en el sur provincial, de chico mostró su sensibilidad, su vocación religiosa y su actividad intelectual. Un cura que osciló entre un fuerte compromiso social y los estudios teológicos. Su ascenso en la jerarquía religiosa y su relación con Bergoglio.

“Tucho” en realidad es “Tuchito”. El menor de los tres hermanos Fernández, es hijo de Emilio “Tucho” Fernández. Heredó el apodo de su padre, al igual que sus hermanos, pero estaba más que claro que a él le correspondía el diminutivo en aquella Alcira Gigena de los años 1970.

“Tucho” padre había recibido el mote en alusión a Norberto “Tucho” Mendéz, el histórico jugador de Racing y de Huracán. Fernández padre era de San Lorenzo y los amigos del bar Plaza lo bautizaron así como cargada.

Con el tiempo, se quedó con el sobrenombre oficial y pasó a ser Víctor “Tucho” Fernández, o simplemente el padre “Tucho”, designado ahora en el estratégico cargo de la Iglesia Católica del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Un chico diferente

Nació el 18 de julio de 1962. “Tuchito”, hijo de un comerciante de diferentes rubros y de una costurera, fue muy diferente a sus hermanos. Aplicado, estudioso, lector voraz, de mucha sensibilidad, devoto, la infancia del actual arzobispo tuvo varias diferencias con los chicos gigenenses.

No le gustaba salir ni jugar al fútbol, aunque hoy sigue diciendo que mantiene el legado de su padre de ser hincha de San Lorenzo y de Lautaro Roncedo, de Gigena. No heredó, en cambio, la militancia radical de su padre. Si bien jamás expresó una adhesión partidaria, el arzobispo Fernández se ha mostrado más cómodo con los sectores progresistas relacionados con el peronismo o con el kirchnerismo.

De la madre recibió el fuerte compromiso con la fe y ya de chico se desempeñaba como monaguillo en la parroquia San José de Tegua.

En vez de jugar al fútbol o de hacer otros deportes, prefería las caminatas hasta el arroyo Mosuc Mayú, que las tomaba como un momento de reflexión. Cuentan compañeros de aquellas caminatas que “Tucho” se sentaba a la sombra de los sauces del arroyo a reflexionar sobre la vida, las injusticias, la necesidad de ayudar a los necesitados.

Y volvía a casa a leer. La biblioteca Mariano Moreno lo tenía como un asiduo visitante.

Escritor estudioso 

Tanta pasión por la lectura la volcó luego en la escritura. Tiene más de 300 escritos, entre ellos varios libros. Varias de esas obras no son religiosas, como el caso de Sáname con tu boca, el arte de besar, donde destaca la importancia del beso como sostén de las relaciones tanto amorosas como afectivas. “Te aclaro que este libro no está escrito tanto desde mi propia experiencia, sino desde la vida de la gente que besa”, arranca el autor.

“Tuchito” hizo el secundario en el Colegio Comercial Pedro Caviglia, una institución religiosa, cuyo rector era Artemio Staffolani, aquel que luego fue arzobispo de Río Cuarto y trabó una relación personal muy intensa con José Manuel de la Sota.

El paso de Staffolani como cura de Gigena estuvo signado por la gran cantidad de adolescentes que eligieron la vocación religiosa y se anotaron como aspirantes a sacerdotes.

En el Seminario, “Tucho” tuvo un destacado paso, al punto que fue ordenado sacerdote con 24 años para que pudiera ir a cursar al Vaticano una especialización en temas bíblicos en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Su vida religiosa osciló entre los estudios teológicos y el compromiso social. Un cura de escritorio que recorrió palmo a palmo los barrios más carecientes del lugar donde le tocó como destino.

Cuando volvió de Roma, comenzó a dar clases en el Seminario de Río Cuarto y estuvo a cargo de una parroquia de esa ciudad. Pero comenzó a viajar todas las semanas a Buenos Aires para dar clases en el seminario de Villa Devoto y para exponer en el Episcopado sobre los nuevos desafíos de la formación de sacerdotes.

Amistad con Bergoglio

Allí conoció al entonces flamante arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Corría 1993 y comenzó ahí una relación que se fue consolidando con el tiempo, al punto que el Papa volvió ahora a dejar claro cuál es su discípulo argentino preferido.

El punto más alto de esa relación fue cuando Bergoglio lo puso como coordinador de los más de 200 redactores del documento de Aparecida, Brasil, en 2007. El texto habla de “mayor compromiso misionero” y de “opción preferencial por los pobres y excluidos”. Es considerado como la plataforma del pontificado de Francisco, que se inició en 2013.

Es doctor en Teología, fue rector de la Universidad Católica Argentina y se desempeña actualmente como arzobispo de La Plata.

Es uno de los elegidos para la relación de la Iglesia con el poder. Poco afecto a la tecnología, no tiene instalado WhatsApp en su celular, sigue teniendo como hobby cuidar sus plantas y continúa dando pasos en sus ascensos en la Iglesia Católica.

Fuente: Roberto Battaglino / La Voz

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