Especialistas lo utilizan para reducir las convulsiones en casos de epilepsia refractaria y enfermedades oncológicas. Aunque los experimentos se realizaron en una población acotada, podría significar un punto de inflexión en las ciencias veterinarias.
Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) lograron la remoción casi total de las convulsiones que genera la epilepsia refractaria en perros mediante el uso de aceite de cannabis. El trabajo se inició con seis mascotas y los resultados fueron positivos. Además, diversos especialistas lo utilizan para enfermedades oncológicas en estas mascotas y para el cuidado de otros animales como conejos y leones. Aunque el producto es el mismo, la formulación tiene dos variantes: una con mayor cantidad de componente psicoactivo (THC) y otra con mayor cantidad de componente no psicoactivo (CBD). En todos los casos, el objetivo es que sufran menos y puedan tener una mejor calidad de vida antes de su muerte.
Fabiana Landoni, investigadora del Conicet en la Facultad de Ciencias Veterinarias en la UNLP, cuenta que fueron sus alumnos quienes le hablaron sobre los beneficios del cannabis medicinal. “Un grupo de estudiantes que vivía en la zona de Berisso, localidad con mucha incidencia de moquillo, comenzó a notar que a los perros de las personas que fumaban marihuana no se les observaba ningún tipo de lesión nerviosa y secuela asociada a esta enfermedad. A partir de ahí comenzamos a analizar las distintas propiedades que contiene la planta de cannabis para uso medicinal”, afirma.
La epilepsia canina es un trastorno neurológico que provoca en el perro una serie de reacciones físicas incontrolables cómo convulsiones, rigidez muscular, relajación de los esfínteres, salivación abundante y vómitos. Además, diversos especialistas lo emplean en perros con cáncer. Es el caso de ‘Parche’, un pitbull de 13 años con carcinoma hepático al que le habían diagnosticado dos meses de vida; sin embargo, ya lleva casi dos años de tratamiento.
“Cuando comenzamos estaba flaquito, le costaba moverse y tenía muchos dolores. Ahora pasea y come más de un kilo de comida casera por día. Esto nos da tiempo para que el transcurso entre la vida y la muerte no sea tan sufrido, ni para el paciente ni para el tutor”, cuenta Víctor Sutera, veterinario y miembro de la Asociación Civil Veterinarios Cannabicos Argentinos.
Historia que ladra
En 2019 la investigadora y su equipo de trabajo iniciaron el estudio experimental en epilepsia refractaria canina como complemento a las medicaciones clásicas. En sus comienzos, los científicos testeaban dos aceites, uno con mayor cantidad de componentes psicoactivos (tetrahidrocannabinol) y otro más equilibrado con preponderancia de cannabidiol, sustancia que no tiene componentes psicoactivos, ambos elaborados por especialistas de la UNLP.
“Empezamos a trabajar con casos muy graves, incluso con pacientes a los que se les había recomendado la eutanasia. También estudiamos perros que tienen convulsiones de más de 30 minutos”, recuerda la investigadora. En estos casos, las mascotas no siempre recuperaban la conciencia de forma rápida entre episodio y episodio, pero a partir del tratamiento los tiempos comenzaron a acortarse.
Por ejemplo, cuenta Landoni, uno de los animales inició la terapia con un historial de seis convulsiones generalizadas por día de aproximadamente 45 minutos de duración, sin recuperación de la conciencia en un episodio. “Empezamos a administrarle una dosis de cinco gotas diarias y en los ochenta días de tratamiento no tuvo ninguna convulsión”, explica.
Este tipo de tratamientos no solo mejora la calidad de vida del perro sino de sus propietarios, a los que además se les asigna un rol activo. Se le entrega al tutor un diario de registro de los episodios convulsivos para llevar la cuenta de cuántos ataques tiene la mascota. “Mucha gente se desespera cuando el animal tiene una crisis. Cuando le enseñás el rol de observador se reduce esa ansiedad y es una manera de sobrellevar mejor este tipo de situaciones”, asegura la científica.
La dosis justa
La medicina veterinaria abarca distintas especies y Sutera administra aceite de cannabis a los animales más diversos: conejos, zarigüeyas, hurones, cacatúas y hasta un león. A un ejemplar adulto del Parque de la Biodiversidad en Córdoba se le había diagnosticado linfoma. Entre todas las opciones de medicamentos, la última fue darle cannabis.
“Se utilizó un aceite equilibrado, conocido como quimiotipo 2, con la misma concentración de THC que de CBD, y al segundo día de administración de la terapia empezó a comer de nuevo. Durante más de un año y hasta que falleció, el león tuvo una buena calidad de vida”, asegura el veterinario.
Para Sutera, el uso del cannabis medicinal tiene además un antecedente personal: producía aceite antes de ser veterinario para la artrosis severa que padecía su abuela. Luego, con el pasar de los años, comenzó a especializarse en este tipo de tratamientos.
“Lo que expresamos muy bien con los tutores de los animales es que hablamos de tratamientos que en un primer momento son empíricos, en fase de investigación. Administramos la medicación en dosis muy bajitas y vamos evaluando los efectos. Es importante saber qué tipo de aceite debe utilizarse y para esto debe realizarse una consulta profunda, una reseña completa del paciente para elegir el compuesto más adecuado para cada quién”, destaca.