Hay lobos muertos de conciencia y de memoria, de ideales y de esperanza, lobos solos, llenos de miedo...Un texto de Marcelo Arbillaga para reflexionar.
Como lobos locos, persiguen la presa por entre las calles desvencijadas, arengándose unos a otros con sentencias letales y formidables. Supuestas verdades terminantes que los envalentonan y terminan por enajenarlos completamente: “Hay que matarlos a todos”, entran por una puerta y salen por la otra”, “vos los defendés porque no te agarraron una hija”, “con los milicos esto no pasaba”.
Los lobos están muertos. Muertos de conciencia y de memoria. Muertos de ideales y de esperanza. Les tiraron carroña mal oliente en el lugar donde llegan sus cadenas. Lobos fieros y atados. Lobos solos.
El tremendo virus del miedo los hace correr desaforados. Se persiguen y se empujan y se muerden. Se atropellan y por momentos se desconocen. Confunden matar con morir, confunden la magia con los cuchillos, y los soles de la mañana con los callejones lúgubres.
A veces se equivocan y por error, se muerden entre ellos. Apenas aflora la sangre, el herido se transforma en un nuevo enemigo, sentenciado en automático juicio sumarísimo a morir por sangrar. Porque en definitiva por algo sangra ¿No?
Se desconoce el preciso mecanismo por el que eligen a sus presas, a sus enemigos. A veces su aspecto, su olor, su actitud o simplemente sin ningún motivo aparente.
El verdadero desafío es que alguna vez vuelvan a convertirse en humanos. Es un inmenso reto que puede salvar a la sociedad en que vivimos.
El temor es el peor de los consejeros. La ignorancia, la avaricia, la envidia el desamor.
No te conviertas en lobo. No mates o mueras.
La luna no siempre es luna llena.