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09/06/2023 11:00 hs

Beyoncé demuestra en Barcelona que es la gran diva de nuestro tiempo

Internacionales - 09/06/2023 11:00 hs
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La cantante texana arrasa en Barcelona con un espectáculo imponente en su primera gira en solitario en siete años

El Renaissance World Tour bien podría llamarse El ataque de la diva de 50 pies. Una Beyoncé agigantada en pantallas estratosféricas abrumó a su público de Barcelona con visuales retrofuturistas, coreografías poderosas, declaraciones de amor y, por supuesto, las canciones con las que ya ha pasado a la posteridad. Dentro de décadas, cuando se pueda echar la vista atrás sin miedo a precipitarse, se referirán a ella como la Aretha Franklin de su generación.
Es la primera gira que la artista da en solitario en siete años. Ha compensado la espera a sus seguidores -el colectivo beyhive [colmena], como se hace llamar- con un show dividido en segmentos, cada uno con su correspondiente interludio, cambios de atmósfera y ropa, por supuesto. Sería un terrible error restar peso al trabajo de Shiona Turini, la encargada de todo el vestuario de la gira, porque ha sido tan clave para alcanzar el tremendo nivel de espectacularidad del show como los visuales.
Con las primeras notas que avisaron el inicio del espectáculo, una imagen de la artista semidesnuda fue apareciendo en la megapantalla hasta que ella en persona entró en escena con Dangerously in Love, la canción que dio título a su disco debut en 2003. Ese primer segmento soulero y de repaso del inicio de su carrera fue el calentamiento previo a una intensa sesión de baile. Y también una demostración del poder que tiene su voz, que puede pasar de lo desgarrador a lo suntuoso sin perder un ápice de fuerza. Incluso en su versión del mitiquísimo River Deep - Mountain High en homenaje a la recientemente fallecida Tina Turner (¿cuál es la fecha de caducidad de los obituarios musicales?) consiguió rebajar el carácter rockero del tema con su personalidad artística y lo convirtió en un baladón monumental que puso la piel de gallina.
Una vez terminado ese recorrido nostálgico, llegó el momento de dar paso al 'renacimiento' que supone su último disco. Y por fin cobró sentido el precio de la entrada para el Club Renaissance, la zona del escenario circular en el que se concentraron los espectadores con más ganas de danzar. Con unos visuales retrofuturistas y su ejército de bailarinas, interpretó el reguetonero I'm That Girl al que siguieron Cozy o 7/11. El bloque se cerró con una muestra de baile del dúo coreógrafo Les Twins, que están acompañando a Queen Bey en su tour.
Renaissance es un tributo a las grandes divas del disco de los años 70 y 80 como Grace Jones o Donna Summer y también a la sensación de libertad que provoca el baile discotequero bajo una bola de espejos. Ahí está, por ejemplo y con rotundidad, Break My Soul, una bomba que hace que hasta el más soso salga a la pista.
Pero pese al hedonismo de esta etapa, Beyoncé no ha abandonado su faceta reivindicativa. En este show no faltaron ni Formation, ni Run the World ni Black Parade porque el feminismo, los derechos de la población afroamericana y de la comunidad LGTBI+ siguen siendo su punta de lanza. Pero para ella -al modo de Emma Goldman- el activismo no puede estar reñido con la fiesta. A esas alturas del concierto, cuando pronunció "Okay, ladies, now let's get in formation!", el público habría iniciado la revolución que fuese. De hecho, el tanque estaba disponible sobre el escenario y durante varios temas, Queen Bey fue la comandante en jefe incluso de su hija. Blue Ivy Carter,nepobaby por excelencia, salió al escenario y entró a formar parte del ejército coreógrafo de su madre, demostrando que ha heredado algunos de sus genes artísticos.

 

Tampoco dejó a su fandom sin sus grandes, excesivos, hiperbólicos éxitos. Love on Top mezclado con el I Want You Back de Jackson Five derivó en un karaoke alentado por ella misma y la locura desatada explotó del todo con Crazy In Love. Olvidar semejantes hits hubiese sido un acto casi de crueldad. No se ve a Beyoncé en directo todos los días y quizá ni siquiera dos veces en una vida.

Antes de llegar a su más que impactante adiós, emergió en el escenario dentro de una almeja como en una reinterpretación del El nacimiento de Venus de Botticelli desde donde cantó Plastic Off the Sofa antes de vestirse de abeja presentadora de informativos y explicar que America Has a Problem. Hace falta ser muy diva para despedirse como lo hizo ella: primero a lomos de un caballo brillante -en referencia a la mítica imagen de Bianca Jagger en Studio 54- y después surcando el cielo como un ángel o, más bien, una heroína con capa cegadora a ritmo de Summer Renaissance. ¿Su superpoder? Elevar la música al nivel de experiencia mística a golpe de éxitos con una sonrisa imperturbable.


El Mundo 

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