El juicio se desarrolló a puertas cerradas en la Cámara de Segunda Nominación de Río Cuarto, presidida por Emilio Francisco Andruet. Los delitos se perpetraron a lo largo de más de diez años, en diferentes ocasiones.
Un hombre de 68 años, empleado rural en la localidad de Pincén, 300 kilómetros al sur de Río Cuarto, fue condenado a 18 años de prisión por siete hechos de abuso cometidos contra sus sobrinas y una vecinita, de entre cuatro y ocho años de edad.
El juicio se desarrolló a puertas cerradas en la Cámara de Segunda Nominación de Río Cuarto, presidida por Emilio Francisco Andruet. El imputado A.F.E., (su nombre completo no se difunde para no identificar a las víctimas) estaba detenido desde el 2022.
Los delitos se perpetraron a lo largo de más de diez años, en diferentes ocasiones, presuntamente cada vez que las niñas se quedaban de vacaciones en el campo donde él trabajaba, o cuando él iba a visitar a sus familiares y lograba quedarse solo con ellas.
Según la denuncia, el primer hecho fue cometido cuando una de las víctimas tenía sólo cuatro años. Con su hermana, la pequeña había ido a pasar el fin de semana a la casa de sus tíos, en el año 2004. De acuerdo a la acusación, A.F.E. aprovechó cuando su esposa estaba ausente, mandó a la niña más grande a limpiar algo y corrompió a la más pequeña.
Luego, entre los años 2007 y 2009, el tío fue a visitar a las niñas y también habría abusado de una de ellas en su dormitorio. A su vez, entre el 2013 y el 2015, A.F.E. habría cometido un delito similar con una vecinita, de ocho años. Según versiones familiares, la invitó a dar vueltas a caballo alrededor de la manzana y la sometió a tocamientos.
En total son ocho hechos por los que juzgaron y condenaron a A.F.E; el último fue la violación a una medida de restricción y prohibición de acercamiento a las víctimas y a la madre denunciante.
Años de abuso y silencio en el sur de Córdoba
Según trascendió, pasaron más de 17 años hasta que una de las sobrinas se animó a contarle a su mamá lo que padeció. Lo hizo a través de una carta, lo que precipitó la denuncia y llevó al abusador a juicio. Cuando su hermana se enteró, reveló que también había sido víctima. Lo mismo habría pasado con la vecina.
Una de las jóvenes declaró que sus padre tenían plena confianza en A.F.E, por eso siempre le permitieron estar en contacto y no podían creer lo ocurrido. Una de las víctimas reveló que, cuando eran pequeñas, el imputado les decía que el abuso era “un juego secreto que nadie puede saber”.
Las sobrinas relataron que durante algunos años no estuvieron en contacto con el abusador porque vivían en otra localidad y muchas veces su tía insistía con llevarlas a su casa y ellas se negaban, sin dar los motivos. El padre de las niñas, hermano del condenado, habría sufrido un preinfarto cuando se enteró de lo ocurrido.
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El abogado de A.F.E, Luis Sánchez, hizo un planteo de inconstitucionalidad que fue rechazado durante el juicio. Defendió la prescripción de los primeros cinco hechos y la inexistencia del octavo. Además, consideró “errónea” la calificación legal y pidió que la causa se caratule como “abuso sexual simple”.
Por su parte, la fiscal Laura Huberman consideró probados los extremos objetivos y subjetivos de la imputación. Solicitó 18 años de prisión, pena que fue ordenada por el juez Emilio Andruet. Los fundamentos del fallo se darán el 5 de junio.
Los delitos por los que A.F.E fue condenado son: abuso sexual gravemente ultrajante, calificado por la convivencia preexistente, reiterado en calidad de autor y Promoción de la Corrupción de menores de edad, doblemente agravada por la edad de la víctima y la convivencia preexistente, en concurso ideal. También se le adjudicó, abuso sexual simple reiterado y desobediencia a la autoridad, en concurso real.