Una joven se dedica a reintroducir, entre otros animales, al guacamayo rojo a Corrientes y en las redes sociales escribe historias bellas de este animal, que se puede desplazar cerca de 80 kilómetros.
Se trata de Marianela Masat, santafesina de 31 años que se formó como Licenciada en Recursos Naturales en la Universidad Nacional de Rosario. Después de hacer varios voluntariados con fauna en Uruguay y Bolivia, llegó a la Fundación Rewilding Argentina con quien tiene la misión de revertir la extinción de especies.
En Gente Necesaria comentó en qué consiste el trabajo que realiza.
Dijo que el guacamayo rojo era una especie que estaba en Argentina y se extinguió hace más de 150 años por la destrucción de su hábitat y el tráfico ilegal de fauna.
Aseguró que trabajan con el animal no solo por ser “una cara bonita” sino por su rol fundamental que tiene en el ecosistema porque se considera un regenerador del bosque.
Un destino trazado por la convicción
Marianela Masat a los 17 años se fue de su casa para estudiar e introducirse al mundo de la conservación. A los 21 años llegó a la Fundación Rewilding Argentina donde en primera instancia realizó voluntariados, trabajó en monitoreo de osos hormigueros y venados de las pampas y luego, hace 5 años se sumó al proyecto de Reintroducción del Guacamayo Rojo en Iberá, Corrientes.
“Me enamoré del proyecto, de los guacamayos y el desafío”, sostuvo.
Los voluntarios viven donde trabajan, están en la reserva durante 23 días y salen 8 días para reencontrarse con sus seres queridos.
La joven indicó que hay especies que se extinguen todos los días sin que las hayamos conocido.
Un arduo proceso para reintroducción del guacamayo rojo en Esteros de Iberá
“Es difícil monitorear a los guacamayos porque son muy inteligentes y complejos”, dijo, al explicar cómo es el proceso de reinserción que hacen con la fundación.
Debido a que se extinguió hace más de 150 años en Argentina, deben ser entrenados para liberarlos, enseñarles a volar, a encontrar frutos en el monte y a identificar a los depredadores.
El principal factor del proyecto son las “cajas nido”, que son grandes cajas de madera hechas para que el guacamayo se pueda reproducir en libertad. Es un proceso largo y cada día que pasa, colocan las estaciones de alimentación cada vez más lejos, así ellos vuelan más alto, hacen vuelos más largos y comienzan a reconocer los montes nativos.
En ese momento, están independizados y se les pone un collar con una señal de radio para rastrearlos. “Cuando se van fuera del alcance, dependemos de la gente del pueblo que nos avise si los ven y la verdad que se copan, nos ayudan”, además contó que hace cuatro años ya empezaron a reproducirse en libertad.
Otra tarea que hacen es ayudar a los padres a criar a sus pichones: “Muchas veces encontramos un huevo rajado y lo pegamos con plasticola así puede llegar a término”, contó la joven.
Conductor: Pablo Ferrari
Operador: Andres Berretta
Producción Periodística: Carolina Chiarotto