La colombiana ha estado al lado del reconocido conductor televisivo argentina Jorge Rial, quien tuvo que ser internado en una clínica de Bogotá por algunos problemas cardiacos.
Hace unos años, cuando irrumpió en las letras colombianas con la publicación de su primer libro, María del Mar Ramón fue presentada como una de las autoras abanderadas del feminismo reciente en el país. Con “Tirar y vivir sin culpa”, los lectores asistieron al encuentro de una voz que contaba, desde la rabia, el dolor y el humor, la forma en que la culpa ha moldeado, censurado y limitado el deseo y el placer de las mujeres. ”(...) nuestros cuerpos no pueden ser motivo ni de vergüenza ni de castigo ni de chantaje. Nuestros cuerpos son una herramienta de placer y el placer es un derecho fundamental para nuestras vidas”, escribía.
Con aire ensayístico, pero rondando las fronteras estilísticas del testimonio; con elementos de la crónica, el relato y hasta de la novela corta, de género inclasificable, en últimas, ese primer libro de la escritora colombiana le permitió hablar sin tapujos de pornografía, violencia sexual, desórdenes alimenticios, sexo, amor, amistad, pajas y nudes, y un poquito de todo lo que, en su momento, había que denunciar, en un interesante ejercicio de liberación, resistencia y emancipación.
La escritora de 30 años estuvo al lado de Rial durante la descompensación cardíaca que sufrió en Bogotá y las hijas del periodista la definieron como una amiga de su padre.
Como autora, su faceta más interesante llegó en 2021, cuando, de la mano de la filial colombiana del grupo Planeta, una vez más, publicó su primera novela, “La manada”, en la que se hacía una pregunta interesante a partir de una idea poderosa: ¿Se puede escapar del peso de un cuerpo toda la vida?
La historia nos presenta a Hache, un chico que llega por primera vez a un colegio religioso. Él es el nuevo. Lleva poco menos de un año siéndolo. Intenta pasar desapercibido, pero termina haciéndose amigo de uno de los tipos rudos del lugar. Un sujeto de lo más fiestero y altanero que, al igual que Hache y cualquier otro adolescente, solo está buscando encajar, pero ninguno de los dos entiende realmente lo que aquello significa y mucho menos intuyen lo que puede generar en su destino y el de su familia.
La novela arranca con una fuerza especial. Un golpe seco en el suelo, un hilo de sangre, y el confundido Hache intentando entender qué acaba de pasar. La escena es estremecedora, desconcertante. De entrada, los lectores son sometidos. “No supo de dónde venía, de quién era, si era suya o ajena. Abrió la mano y volvió a cerrarla. Levantó la cara; miró el cuerpo en el suelo y a los que estaban parados. Sus caras, todavía desencajadas, como hienas hambrientas, empezaban a confundirse entre la adrenalina y la preocupación” - (”La manada”, de María del Mar Ramón).
La trama va en retroceso. Primero unos días, luego años y, finalmente, décadas. El tiempo se organiza en saltos. Del pasado al pasado inmediato, y después de regreso al presente, y así. En “La manada”, la escritora colombiana consigue, con un acertado uso del lenguaje, generar suspenso en cada página, haciendo que los lectores quieran saber más a cada instante, que se les diga cómo es que ha pasado lo de Hache con la sangre en las manos y adónde va a parar todo eso.
Junto a Hache y los demás chicos “revoltosos”, el Mono, Sánchez, Kiko y el Negro, también están sus madres, las mujeres que sostienen con las uñas esos hogares quebrados, que tienen que ver cómo sus hijos se meten en problemas, se esconden para fumar en el patio del colegio y se embriagan hasta más no poder con botellas de aguardiente.
Con esta primera novela suya, dotada de una calidad pocas veces vista en el debut literario de un escritor o escritora, María del Mar Ramón oficializó su ingreso, y por la puerta grande, al panorama actual de la literatura colombiana. Con buen tino, se situó frente a la psicología masculina, exploró el origen de las dinámicas misóginas y la crudeza y la brutalidad que residen en la adolescencia y su universo.
“La manada” apareció primero en Colombia y pronto ganó lectores en Argentina, Chile y Uruguay, con la salida del libro al mercado de cada país. Misma historia, diferente pinta. Ronda una edición distinta para los colombianos, con ilustración de Laura Noguera, bajo el sello Temas de Hoy.
Pasaron tan solo un par de años para que los lectores conocieran el segundo trabajo de ficción de la escritora colombiana. Si “La manada” le permitió hacerse adeptos, “Todo muere salvo el mar” le mereció fieles. De alguna manera que es de por sí inexplicable, María del Mar Ramón consigue que el lector se haga adicto a sus palabras.
En las 200 páginas que componen “Todo muere salvo el mar” se cuenta la historia de Paula y Lucas, quienes llevan casados desde hace unos años. La muerte ha irrumpido en sus vidas y, para refugiarse de la pena y el dolor, viajan a La Perlita, una isla perdida del Caribe. Allí conocen a Pedro y Clarice, que se hospedan también en Laguna Azul, la casa vacacional frente al mar, cerca del sitio en el que el tío de Paula tenía un hotel.
Ambos llegan allí tras este episodio terrible que los está afectando tanto. Paula cree que si se conecta con recuerdos de su pasado, tal vez, pueda sentirse mejor y encontrar respuestas a las preguntas que se ha estado haciendo. Lucas está a su merced. Pese a que él también sufre, considera que su sufrimiento, comparado con el de ella, es menor, y decide callarse.
Con el correr de las páginas, Paula y Lucas irán encontrándose con versiones de sí mismos que no creían existentes, a merced de los malestares que los invaden, y la abulia que los ha acogido en el último tiempo.
Entre sueños del pasado, correspondencias secretas, polvos tristes, correos electrónicos, funerales y orgías, reza la contraportada del libro, se construye esta novela psicológica en la que, a cuenta gotas, se nos ofrece la verdad compleja que Paula y Lucas esconden. Una verdad que reafirma, en la inverosímil fertilidad del Caribe, nuestra soledad más esencial.
Con apenas estas dos novelas, la escritora a la que relacionan hoy por hoy con el periodista argentino Jorge Rial, ha conseguido situarse por lo alto en el radar de los lectores. Recientemente, fue una de las invitadas a la edición 35 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá y es una de las referentes a nivel internacional de la literatura colombiana contemporánea, junto a escritoras como Sara Jaramillo Klinkert, Vanessa Londoño y la misma Margarita García Robayo, quien ya lleva varios años manteniendo un alto nivel.
Sus ficciones dan cuenta de una serie de inquietudes que la interpelan como escritora y como mujer, y en ellas se dedica a intentar entender el mundo, darle nombre, denunciar aquello que le parece corrosivo, pero dejando en claro que sus búsquedas estéticas no obedecen necesariamente a una postura política o al feminismo que practica. “No me interesa ser una voz sobre los temas actuales (...) No quiero escribir sobre los grandes problemas que atañen a nuestro tiempo”, dijo una vez, en entrevista con este medio.
La literatura de María del Mar Ramón es eso, una querella, una denuncia, una búsqueda, y a la vez es todo lo opuesto, es un recordatorio constante de que el mundo va a seguir igual, así sintamos que se va a acabar.