El dólar libre abrirá este miércoles al filo de los $500 y el Gobierno apura la negociación con el organismo, al que hay que pagarle casi USD 1.500 millones con las escasas reservas del BCRA.
El Ministerio de Economía decidió actuar por fuera del contorno que permitía el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ante la premura para frenar la escalada del dólar libre, que orilló los $500 y que abrirá este miércoles en esos niveles en medio de una marcada incertidumbre en el mercado, y mientras el Gobierno mostró como un gesto político de apoyo del FMI la ratificación de que habrá negociaciones para reformatear de manera profunda el programa vigente.
Sergio Massa ordenó, ya en la décima jornada de intranquilidad en el mercado paralelo, que aumentó 100 pesos en trece días, que el Banco Central empiece a intervenir en el mercado de los dólares financieros (el contado con liquidación y el Bolsa) con una herramienta que tenía limitada por el acuerdo con el Fondo Monetario y que implicaba el uso de las escasas reservas para mantener a raya los valores de esas cotizaciones.
Pasado el mediodía, cuando el libre se estaba acercando a su pico de cotización y al notar que no encontraba techo, el Palacio de Hacienda dio la orden de actuar. Por definición, la autoridad monetaria tenía dos formas de intervenir en el precio de los dólares financieros. La primera es a través de bonos en pesos, y la segunda, con títulos dolarizados. Para esta última variante era necesaria la utilización de divisas netas. Ante la urgencia de la coyuntura, esa alternativa se reactivó.
En Economía están convencidos de que el accionar de ayer bajó los dólares financieros. “Mañana, el derrumbe de los financieros va a arrastrar al libre. Cada vez que vea especulación, Massa va a intervenir. Hasta ahora, eso estaba prohibido por el acuerdo con el FMI, pero hoy Massa les dijo que eso también entraba en revisión porque él tiene la obligación de mantener la estabilidad en el país”, destacaron desde el Palacio de Hacienda.
Luego, el FMI ratificó que seguirán trabajando con el país.
A grandes rasgos, el BCRA había intentado intervenir en la plaza del “contado con liqui” y el Bolsa solo a través de la parte en moneda local de la operatoria, a través de los títulos más líquidos -generalmente Bonar o Global 30- para abastecer la demanda, a costa de deprimir las paridades de esos títulos. De esa forma, tal como explica el economista de EcoGo Juan Dalich, la entidad monetaria intervenía así en el numerador. El denominador, en esa cuenta financiera, es la contraparte de ese bono denominado en dólares.
Un ejemplo sencillo: si el precio del bono en pesos fuese $8.000 y en dólares fuera de USD 18, el tipo de cambio implícito para esa operación de compra de dólares financiero sería de 444 pesos. Ahora bien, ante un escenario de precios desbocado, la opción de intentar influir en ese valor en pesos (los $8.000 en el ejemplo anterior) resultaba insuficiente.
Por eso, la decisión del Poder Ejecutivo fue atacar por el lado del denominador y buscar una mejora en el precio del bono denominado en moneda norteamericana. Así, continuando con el mismo escenario ficticio, si ante un valor de $8.000 pero de USD 20 en dólares, el tipo de cambio resultante sería de 400 pesos. Los números en el mercado, claro está, son mucho más dinámicos y más finos, pero la idea que persigue la intervención que activó el Banco Central apunta en ese sentido.
Según trascendió, el mando de la operatoria recayó en Lisandro Cleri, vicepresidente del Banco Central y miembro de la mesa chica de Massa en el Ministerio de Economía. Es, además, uno de los interlocutores habituales con el Fondo Monetario. La otra parte de la decisión de comenzar a intervenir con reservas fue más bien política: la medida implicaba exceder un límite que imponía el marco de políticas consensuadas con el organismo.
“Sigue siendo necesaria una alineación adecuada del crawling peg (velocidad de la depreciación administrada del peso) para mejorar la competitividad externa, mientras que las intervenciones en los mercados cambiarios paralelos deben suspenderse, dadas las escasas reservas”, había asegurado el equipo técnico del FMI en su último informe.
“Deben evitarse las intervenciones en los mercados paralelos mediante el uso de reservas u operaciones de repos en moneda extranjera, y las compras de futuros por parte del Banco Central deben limitarse a abordar las condiciones desordenadas del mercado de divisas, dados los riesgos potenciales para el balance del Banco Central”, limitó el Fondo Monetario.
Un funcionario de primera línea aseguró a Infobae que el programa con el Fondo Monetario “no está caído” por el hecho de haber tomado una determinación de intervención por fuera de las fronteras aceptadas por el staff técnico y el directorio. “Está todo en conversación”, mencionó la fuente, con diálogo diario con Washington, en referencia al esquema de pagos y desembolsos todavía vigente.
A propósito de ese calendario de pagos, la escasez de reservas afrontará en los próximos días un nuevo obstáculo: entre el viernes y el lunes el Gobierno debería repagar al FMI unos USD 1.450 millones correspondientes a devolución de capital e intereses al organismo, del crédito Stand By de 2018. No hubo señales de que esa reconfiguración más profunda que se busca implique algún cambio en ese cronograma de pagos que está al caer.
Pasadas las 20 de ayer, los funcionarios todavía entraban y salían del quinto piso del Palacio de Hacienda donde se encuentra el despacho de Sergio Massa. Las reuniones se sucedían en distintos lugares en simultáneo: entre miembros del equipo haciendo control de daños y proyectando lo que pasará desde este miércoles con el nuevo arsenal -aunque acotado al tomar en consideración la cantidad de reservas de libre disponibilidad- con el que se hizo el BCRA para intervenir y con representantes del Banco Interamericano de Desarrolllo (que le anunció a Massa un desembolso de USD 275 millones en dos proyectos distintos).
En el Ministerio son más cautos, pero algunos operadores de mercado, fuera de micrófono, arriesgan que una intervención con reservas podría implicar desde este miércoles un techo para los dólares financieros y que así el overshooting podría perder fuerza. La influencia en el libre, que es la cotización que verdaderamente se salió de control, es más indirecta: una distancia grande entre el “contado con liqui” y el MEP con el blue activaría mecanismos de arbitraje que empujarían hacia abajo a este último, o por lo menos ofrecería una resistencia al alza.
En lo que va del mes el dólar libre avanzó 26,5% según estimaciones del economista Salvador Vitelli, lo que representaría la cuarta suba mensual más alta de esa cotización, por detrás de agosto de 2018 (33,6%), agosto de 2019 (39,4%), y abril de 2020 (41,3 por ciento).