A esta altura la inminente Reina de Holanda pasa sus últimos días como Princesa con alegría pero también con los nervios lógicos de quien está por convertirse en Reina. Cuando los fashes se apagan Máxima luce a-go-ta-da.

Su agenda está colapsada por compromisos reales y por los últimos detalles para la coronación. El jueves pasado, ella y su marido, fueron homenajeados en una escuela de Enschede, a 50 kilómetros de Amsterdam. Allí los niños cantaron e hicieron diferentes shows en honor a los futuros reyes. Como siempre, Máxima mostró su mejor sonrisa. Sin embargo, un fotógrafo holandés asegura que cuando las cámaras no están prendidas, cambia rotundamente la expresión de la futura reina.

“Como todos, tiene sus días. Máxima sabe muy bien hacer su trabajo pero muchas veces parece que está aburrida, cansada”’, confiesa el reportero.

Su suegra, la reina Beatrix, fue su mejor maestra y Máxima quiere lucirse el próximo 30 de abril. Sabe que estará siendo observada por millones de personas en todo el mundo. También sabe que gracias a su carisma logró revertir la imagen del Príncipe William Alexander, al que popularmente llamaban  “el príncipe Bee”, por su gusto a la cerveza. Si bien, lejos está de la bulimia y la anorexia, desde hace varias semanas, sigue una dieta basada en manzanas que complementa con largos en su pileta.

Además de sus tareas reales, no deja de estar pendiente de sus hijas. Tres institutrices profesionales, entre las que se encuentran una argentina y Eveline van den Bent, cuidan de las princesitas. Los fines de semana, a pesar de los pedidos de William Alexander, Máxima prefiere estar sin personal para disfrutar de la intimidad del hogar.

Por haberse enamorado del heredero a la Corona holandesa, Máxima decidió asumir que su vida será patrimonio de la Casa Real de Holanda. Por eso debió aceptar que su padre, Jorge Zorreguieta no asistiera a la boda ni a ningún acto oficial. Máxima asegura que es un tema que ya tiene elaborado: “Decidimos en conjunto que nadie de mi familia viniera a la coronación".

"Si mi padre no pudo asistir a mi boda, era evidente que no podría asistir a una celebración constitucional”, explicó para NOS, la televisión pública holandesa. La resignación frente a determinados temas es un sentimiento común en la vida de Máxima.

Fuentes cercanas a la familia real aseguran que Máxima se encontrará con sus padres durante sus vacaciones en Grecia. Allí partirá, una vez convertida en Reina. Junto a Coqui (como llama a su Papá) y María Pame (su mamá), disfrutarán de su casa en Kranidi.

Se trata de la mansión que le compraron, en abril de 2009, al fotógrafo alemán Manfred Riker y tiene un valor de 3 millones de euros y está muy cerca de las propiedades de Vladimir Putin y Sean Connery. Días de playa, partidas de bridge y tardes de mate serán probablemente las rutinas de Máxima junto a su familia