Nació en Tucumán en 1941, en un campo de Lules, cerca de la capital provincial, bajo los nombres de Ramón Bautista. Sin embargo, 21 años después, cuando su carrera artística empezaba a tomar forma ya radicado en Buenos Aires, su físico sumamente delgado llevó a que el director de la discográfica RCA Víctor, Ricardo Mejía, lo rebautizara para toda la vida: Palito Ortega.

El hombre que cumple 82 años y que pasó por un sinfín de situaciones, desde la fama hasta el olvido, de la pobreza a la riqueza, del éxito económico a estar quebrado, y de ser un niño que en Tucumán trabajaba de lo que sea para conseguir unas monedas que ayudaran en su casa a ser el gobernador de la provincia en 1991 y entre 1998 y 2001, Senador Nacional.

Y justamente en su paso por el Congreso, en lo que fue su última actividad en la política, quedó involucrado en el caso de corrupción más resonante de aquellos años: las coimas en el Senado, un hecho por el que años más tarde lloró en el living de Susana Giménez, quien lo había invitado a su programa de televisión para homenajearlo.

Cumple 82 años Palito Ortega: las denuncias en su contra y el retiro de la política

La causa tenía que ver con una ley de reforma laboral que había propuesto el gobierno de la Alianza, que había asumido el poder el 10 de diciembre de 1999, cuando Fernando de la Rúa sucedió a Carlos Menem como presidente de la Nación.

El oficialismo necesitaba una determinada cantidad de aprobaciones en el Senado Nacional y Palito estaba en funciones representando a Tucumán desde hacía un par de años. Cuando se destapó la causa, a través de las revelaciones que hizo el arrepentido Mario Pontaquarto -era secretario parlamentario en el Senado- sobre las supuestas coimas que él se encargó de llevar en valijas, el cantante quedó apuntado.

El hecho ocurrió en abril de 2000, apenas unos meses después de la asunción del nuevo gobierno que terminó con una feroz crisis económica y social que derivó en la renuncia del presidente De la Rúa en diciembre de 2001. La debacle política de la Alianza había comenzado con estas denuncias de corrupción en el Senado, que llevaron al vicepresidente Carlos Chacho Álvarez a abandonar el gobierno en octubre de 2000.

 

La Justicia, finalmente, no condenó a nadie porque no pudo probar que las valijas con plata que Pontaquarto dijo entregar hayan sido efectivamente cobrada por legisladores. En ese contexto judicial, fue que Palito Ortega estuvo de invitado en el programa de Susana Giménez y lloró al hacer referencia a que levantarse de las caídas “puede costar mucho tiempo”. En esa entrevista dijo que se sentía “desesperado” por estar involucrado en la causa de corrupción porque él tenía “una historia de vida” respetable.

Cumple 82 años Palito Ortega: del joven vendedor de café a un referente de la música latinoamericana

Nació pobre en Tucumán, se hizo famoso en Buenos Aires, donde vivió la gloria económica y también la crisis, cuando a comienzos de los 80 trajo a Frank Sinatra y la disparada del dólar lo fundió. Terminó encontrando en Miami la resurrección, fue menemista-peronista y gobernó Tucumán, pero volvió a su música. Buena parte de la juventud de los 70, que no lo quería por superficial, dejó de mirarlo con desconfianza cuando le puso el cuerpo a la salud de Charly García, a quien rescató del abismo.

Siempre ponderando a la familia, Ortega fue el segundo de siete hermanos y también fue prolífico en su descendencia: casado desde 1967 con la actriz Evangelina Salazar (quien dejó la actuación cuando contrajo matrimonio con Ortega), la pareja tiene seis hijos: Martín, Julieta, Sebastián, Emanuel, Luis y Rosario.

En su DNI no solo dice que se llama Ramón Bautista. También dice que su fecha de nacimiento es el 8 de marzo de 1941, día en el que habitualmente festeja su cumpleaños. Sin embargo, como el pequeño Ramón nació en el campo, su papá se tomó unos días para ir a anotarlo. Y “Ramoncito”, que en realidad llegó al mundo el 28 de febrero, terminó siendo inscripto para toda la vida ocho días más tarde.

De todas maneras, esa semana de juventud que se ganó Palito desde su nacimiento es un dato menor comparado con la vitalidad que muestra al día de hoy, con unos 82 años que parecen menos y que lo tienen todavía subiéndose a los escenarios para cantarle sus grandes éxitos a una platea que lo aclama y se los pide.

Entonces suenan esas melodías que lo llevaron a la cima, que lo convirtieron en uno de los cantautores más influyentes aunque también controvertido y cuestionado muchas veces por su liviandad. Pero él canta y sus fans disfrutan. Y, en cierto modo, la audiencia generalmente tan veterana como él, vuelve a su juventud por un rato cuando corea “La felicidad, ja, ja, ja, ja”.


TN - La Viola