Después de 47 días de ausencia, la Presidenta se mostró en un acto en la Casa de Gobierno para la asunción de los nuevos ministros; habló de "profundizar el modelo" y de la necesidad de más inversiones; jubilosa recepción de la militancia.
Con la jura de sus nuevos ministros y la mira puesta en la política económica,Cristina Kirchner resaltó ayer que en la última etapa de su gobierno profundizará los ejes centrales del modelo, puso el eje en la soberanía energética y la reindustrialización, pidió diálogo entre los sindicatos y los empresarios y se recostó en la militancia, que le dio la bienvenida con una Casa Rosada colmada como no se había visto antes.
Los cuatro patios internos de Balcarce 50 rebasaban de seguidores. Hacia ellos fue la Presidenta apenas terminó de tomarles juramento a sus tres flamantes funcionarios, que asumieron ayer con el mandato de resolver dos temas urgentes: la inflación y la fuga de dólares. La ceremonia central fue en el Salón Blanco, con una Cristina que reapareció otra vez con un luto moderado.
El primero en asumir fue el nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que tomó licencia como gobernador de Chaco cuando la jefa del Estado lo convocó casi de urgencia para apuntalar la última etapa del gobierno en momentos en que la salud presidencial le jugó una mala pasada y la obligó a una licencia de 45 días y un regreso paulatino al día a día de la gestión.
Después le tocó el turno al ministro de Economía, Axel Kicillof , que juró sólo por la patria. Fue, sin dudas, el más ovacionado de la tarde. Como hizo con Capitanich, también hubo un gesto de cariño de Cristina hacia el joven cercano a La Cámpora que logró llegar al Palacio de Hacienda sin la sombra de Guillermo Moreno . El secretario de Comercio fue, sin dudas, el gran ausente de la tarde tras su sorpresiva salida. El último en jurar fue el nuevo ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, que sorprendió por su alto perfil. Ayer se dedicó a hacer todo tipo de declaraciones y aceptó cuanta entrevista le pidieron.
Como si el cambio de gabinete fuera consecuencia del inicio de una nueva gestión, toda la Casa Rosada vivió con clima de fiesta la jura de ministros. El regreso de la Presidenta a Balcarce 50 tras su larga licencia médica fue la excusa perfecta que convirtió un momento complejo del Gobierno tras la derrota electoral en un relanzamiento de la gestión.
Todas las agrupaciones kirchneristas aportaron militantes y las puertas de la Casa Rosada se abrieron para recibirlas. Como estaba previsto, Cristina no los defraudó, se acercó a hablarles para delinear el eje de la política que vendrá.
"Hay que seguir profundizando el modelo para que cada vez haya más argentinos incluidos y para que nunca más nadie pueda volver a arrebatarnos lo que nos corresponde", prometió, para delirio de la militancia. La mayor parte se ubicó en el Patio de las Palmeras, a metros del ingreso a la Casa Rosada. La Presidenta habló desde uno de los balcones, custodiada de cerca por el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y un grupo de jóvenes sub 20 con remeras de la agrupación Unidos y Organización de colegios secundarios que se llevaron el lugar más preciado: detrás de Cristina. A su lado daba vueltas Capitanich, su nuevo hombre fuerte en su equipo de colaboradores. Para entonces, Kicillof ya se había cruzado a su despacho. Como custodios, la rodeaban el diputado Carlos Kunkel; el líder de La Cámpora, Andrés "Cuervo" Larroque, y el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde.
En su primer discurso político tras el regreso, la Presidenta puso el eje en la industria, una de las áreas que podrían ser jerarquizadas a partir de la nueva gestión. "Tenemos que seguir profundizando y mejorando el aparato productivo nacional", reclamó, y apuntó a un acuerdo entre empresarios y sindicatos. "Quiero que unamos esfuerzos, que los trabajadores y los empresarios que han logrado mejores rentabilidades aprendamos el ejemplo de esta YPF recuperada", sostuvo.
Ése fue el segundo eje en el mensaje de regreso: reclamar mayor inversión como "la única manera de profundizar el proceso de industrialización". Fue entonces cuando se metió nuevamente en la coyuntura y defendió el acuerdo que la compañía estatizada firmó con la petrolera norteamericana Chevron. "Nos vamos a asociar en las condiciones más favorables para nuestro país donde tengamos que asociarnos", desafió, después de las críticas que despertó ese pacto en la oposición. "Yo no tengo anteojeras y sabemos que esto demanda capitales intensivos que o no están en la Argentina o los que los tienen, los tienen en algún otro lugar y no los quieren poner acá", azuzó.
Dejando claro hacia dónde intentará redireccionar su mandato, insistió en la necesidad de sumar inversiones. "Hemos terminado con el peso histórico de la deuda. Ahora tenemos que desarrollar una industria nacional competitiva en calidad y en precios", prometió.
No dejó a nadie con las ganas de verla. Se fue para un segundo patio, el de los Patriotas, para defender la gestión de Aerolíneas Argentinas y destacar las inversiones en el transporte ferroviario. Para entonces, su voz casi no se escuchaba por los cantos de los militantes. Siguió camino a los otros dos espacios que se habían reservado para sus seguidores. A todos les dijo lo mismo: "¡Cuántos los extrañé!".
LOS MÉDICOS, ATENTOS A CADA MOVIMIENTO
Los médicos presidenciales, al mando de Marcelo Ballesteros, siguieron ayer a Cristina Kirchner en cada uno de sus desplazamientos por la Casa Rosada. Cargaban dos pesadas valijas negras con todo lo necesario para cualquier urgencia. La humedad del día y el calor obligaron, incluso, al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, a reforzar los equipos de aire acondicionado portátiles que se colocaron en los salones para evitar sobresaltos en la salud en el regreso oficial de Cristina a la gestión. Redacción Lanacion.com.ar