Recordemos a los héroes de la Vuelta de Obligado, recordemos a aquellos hombres y mujeres que dieron sus vidas con bizarra picardía e ingenio para defender el suelo y la soberanía argentina a pesar de estar enfrentado a la flota más poderosa del mundo conocida hasta ese entonces, la flota anglo-francesa. 
Recordemos la figura de Rosas, la figura de un hombre que no le tembló a la hora de defender la soberanía de Argentina sobre sus ríos en contra de los imperios del exterior, el hombre que luchó contra ingleses, franceses, italianos, estadounidenses, lusitanos y podría así seguir contando la cantidad de invasores de los que Rosas defendió nuestro suelo en el período de una Argentina dividida. Incluso participó a sus 13 años en la defensa de Buenos Aires y Montevideo en las invasiones inglesas. 
No en todas batallas triunfaron, pero en cada vida, cada proyectil disparado por estas personas demostró al mundo la ferocidad y la templanza de los rioplatenses, Rioplatenses, porque incluyó a nuestros hermanos de la banda oriental.                                                      
Hoy perdimos el significado de aquel hombre censurado por la historia, negado y demonizado por su país. Es imposible recordar la Vuelta de Obligado sin remitirnos a la figura de Rosas.                       
Militarmente, la Vuelta de Obligado fue una derrota táctica, pero para el invasor fue una victoria pírrica, ya que los daños sufridos en la flota anglo-francesa fueron contundentes, lo suficiente como para mellar las capacidades operacionales del invasor. 
Como resultado la Confederación tuvo una victoria Estratégica. Nos enseña que a pesar de que no se gane en los campos de batalla, a veces la determinación de unos pocos puede hacer temblar a un país entero, incluso a las dos potencias mundiales de ese entonces que vieron cómo con unas cadenas, un barco y unas baterías ponían en jaque sus operaciones en el río de la Plata. 
De allí lo increíble de Vuelta de Obligado, de allí la importancia de ese 20 de noviembre de 1845. Porque en sí, en pocos años los frutos de Vuelta de Obligado serían tirados a la basura por Justo José de Urquiza al permitir la libre navegación de los ríos sin importar la nacionalidad. 
Lucharon por defender lo propio, lo único que garantiza la independencia de un país, la soberanía. puedo asegurar que eso no sólo es un acto de valentía, sino de nobleza. 
A 177 años de aquella batalla, se retrata lo que como país e individuos debemos aspirar, soberanía.
soberanía sobre nuestro suelo, sobre nuestros recursos, sobre nuestros mares, sobre nuestras decisiones. Soberanía es libertad. 
¿Hoy realmente defendemos nuestra soberanía?