A Serrat nunca lo ví hasta hoy, un 8 de noviembre en el que el eclipse lunar tenía sentido porque este trovador del mundo volvía a pisar suelo cordobés.
Serrat era del gusto de mis tías y yo lo escuchaba en la radio de los 70´, era nombrado por Lía mi profesora de Literatura y escucharla hablar, con tanto amor, de ese hombre me hacía respetarlo más.
Serrat es tema recurrente de Mabel, quien siempre lo menciona como si de cuando en cuando tomara un café con él y la vida.
Serrat nos sirvió para musicalizar historias en informes que hacíamos con Marcelo Frankel en FM y Serrat con “Tío Alberto” fue la señal de vida que cantaba Ana Lía Vincenti junto con sus compañeras detenidas en la dictadura en la cárcel de Córdoba.
Escribo esto y se me pone la piel de gallina, porque sin darme cuenta, Serrat ha sido más parte de mi vida de lo que he imaginado o de lo que creía.
No sé por qué no fui antes a verlo, quizás porque me gustaba su cantar, pero mi debilidad es más sabinera, sin embargo siempre dije que algún día lo vería y en una noche con energía escorpiana me encontré con uno de los mayores artistas de la historia del siglo XX.
Podría contar que hubo más de 13 mil espectadores en el Kempes, que las canas brillaban en las cabezas arreboladas de arrugas y expectativas por ver al Nano.
Podría decir que nos contó historias, que su estética simple muestra cuán gallardo es, que la cortesía con el público es parte de ese código implícito que se escribe en conjunto desde hace tantas décadas y que un espíritu invisible de nostalgia y dejos de tristeza sobrevolaba el ambiente, porque los de entonces ya no somos los mismos y Nano nos decía descaradamente que se iba.
Podría describir el grito a coro de los fanáticos de Serrat que salían de las almas y podría decir que ha sido uno de los recitales más bonitos que he escuchado y sentido, porque a este artista se lo siente en el cuerpo.
Cuando Él canta, uno siente que la palabra se te tatúa en la piel y te atraviesa hasta esos lugares hondos, donde los secretos habitan y la emoción se oculta para activar rápidamente procesos que a uno le despiertan lágrimas viejas y desempolva recuerdos únicos.
Podría decir tanto, pero me quedo con esta frase que dijo que en sus canciones hay muchas verdades y mentiras, pero sin esas ficciones la vida sería muy poco feliz, y me abrazo a eso, me abrazo a todo lo que me despertó este hombre grande, inmenso y simple que habla con un lenguaje único el que habita la simples cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel y en una noche donde Nano se fue…
Redacción y fotos por Laura A. Pereyra