El saliente secretario de Comercio Interior salió esta mañana de su casa sonriente, pero no respondió a ninguna pregunta de la prensa; dejará su cargo el próximo 2 de diciembre.
Sonriente, con traje y camisa celeste, Guillermo Moreno enfrentó esta mañana a la prensa al salir de su casa, en Constitución, un día después de haber renunciado a su cargo como secretario de Comercio Interior, pero evitó hablar.
Entre la maraña de movileros y camarógrafos, el funcionario se subió raudamente a un Volkswagen Vento, seguramente para dirigirse, en una de sus últimas oportunidades, hacia su despacho en la secretaria, en el microcentro. "Sin comentarios, gracias", consignó el canal TN que fueron las únicas palabras que el futuro diplomático en Italia le dedicó a los periodistas.
Moreno presentó ayer su renuncia, según comunicó oficialmente la Casa Rosada, un día después de que Cristina Kirchner ungiera a Axel Kicilloff como ministro de Economía. El desplazo de ayer allanó el camino para concentrar el poder en el flamante jefe de la cartera.
Con varios fracasos a cuestas, Moreno deja su cargo para desembarcar en Roma , como agregado comercial en la embajada argentina en Italia a partir del 2 de diciembre.
El secretario más duro del kirchnerismo ya había dejado en claro a su equipo que se quería quedar y cada tanto, para autorratificarse, lanzaba versiones de su supuesta salida. Nadie dudaba ayer entre los ministros de que la decisión la tomó la Presidenta, en línea con la idea de darle mayor manejo a su nuevo hombre fuerte, Kicillof, y como golpe de efecto tras el resultado de la última elección. Moreno fue, desde que se conocieron sus métodos agresivos para cumplir sus decisiones, la cabeza que todo opositor quería ver caer.