El zumbido del torno del dentista puede llegar a provocar escalofríos y acelerar el corazón, pero lo que ocurre en el cerebro con ese particular sonido siempre fue un misterio. Ahora, científicos japoneses consideran que están a punto de aclararlo, después de escanear el cerebro de personas a las que les hicieron escuchar ruidos de tornos e instrumentos de succión.
Los individuos que temían las visitas al dentista exhibieron diferencias marcadas en sus respuestas cerebrales en comparación con los que estaban más relajados ante esa perspectiva, según el trabajo presentado en la reunión de la Sociedad de Neurociencia, en San Diego, la semana pasada.
Al desentrañar cómo reacciona el cerebro a estos ruidos, sobre todo en los pacientes más angustiados, los científicos podrían evaluar distintas maneras de tranquilizarlos, alterando su actividad neuronal, dijo Hiroyuki Karibe, de la Nippon Dental University de Tokio. “He visto a muchos pacientes, y en mi experiencia clínica me doy cuenta de que el ruido del torno puede provocar ansiedad en los pacientes”, agregó Karibe.
Trabajando con psiquiatras, Karibe pidió a 21 mujeres y 13 hombres de entre 19 y 49 años que completaran una encuesta para medir cuánto miedo les daba la visita al dentista. El cuestionario incluía 20 preguntas, como por ejemplo “¿Se pone tenso durante el tratamiento odontológico?” y “¿Se angustia al escuchar el ruido del torno?”.
Karibe dividió a los voluntarios en grupos de más y menos miedo según sus puntajes en la encuesta. Luego estudió a los participantes con una resonancia magnética mientras reproducía una serie de ruidos (tornos dentales chirriantes y herramientas de succión estridentes). Las personas del grupo con poco miedo no exhibieron angustia por ir al dentista. Al oír los ruidos, reaccionaban más sus partes del cerebro llamadas circunvoluciones temporales superiores. Esto, dijo Karibe, significa que los ruidos dentales generaban más actividad en las áreas auditivas primarias del cerebro.
Las personas ansiosas respondieron diferente. En lugar de un aumento de la actividad en las áreas auditivas de su cerebro, se percibió una reacción intensa en una región llamada núcleo caudado izquierdo, que puede llegar a intervenir en el aprendizaje y recuerdo de los ruidos de los instrumentos dentales.“Estas conclusiones pueden aplicarse para evaluar la eficacia de intervenciones como la terapia cognitiva-conductual en el caso de pacientes con mucho miedo al tratamiento odontológico”, dijo Karibe.
Martin Tickle, profesor de salud pública odontológica en la Manchester University, explicó que esta angustia es más común en niños cuyos padres le tienen miedo al dentista, y con antecedentes de extracciones de muelas. Un sondeo reciente que hizo Tickle reveló, sin embargo, que es muy raro que las cirugías dentales impliquen dolor.
Constató que 75% de los pacientes no declararon haber sentido ningún dolor. Los que sufrieron intervenciones más invasivas, como extracciones de una pieza dental y tratamiento de conducto indicaron algunos de los puntajes de dolor más altos, pero hubo muchos de éstos que incluso afirmaron no haber experimentado dolor alguno. “El indicador más fuerte de dolor durante las intervenciones dentales fue la ansiedad”, dijo Tickle.