En el día del vino este 28 de septiembre, la Estancia Jesuítica de Jesús María inaugura sus viñedos, huerta y frutales luego de tres años de reparar ambientalmente el terreno de este emblemático lugar para la historia y cultura de Córdoba. El predio abarca 5 km con un río que lo recorre.

Para esto plantaron un varietal Torrontés y trabajan en el desarrollo de uva criolla junto al INTA, con el propósito de generar 150 botellas anuales en 4 años, además de mostrar la historia productiva del lugar a los turistas.

La Vuelta del Perro dialogó con Carlos Ferreyra, Director del Museo Jesuítico Nacional de Jesús María y de la Posta de Sinsacate.

Indicó que la Estancia pertenecía a los Jesuitas, una orden católica militarizada con el objetivo de expandir la fe católica entre la gente.

Para ello en Argentina tenían distintas unidades de trabajo como las reducciones, los colegios y las estancias donde se producía el dinero para sostener la obra. Una de estas era la de Jesús María, la más pequeña e importante porque en ella se producía un insumo fundamental para los Jesuíticas como el vino y productos frutihortícolas.

“Era una orden militarizada porque nació en Europa para combatir el protestantismo”, explicó.

La Estancia generó, por más de 300 años, productos con mano de obra esclavizada y junto con otras dos cercanas en distancia, conformaban un sistema productivo muy importante para el norte de Córdoba.

Respecto a la producción de vino por los Jesuitas, señaló que producían cerca de 1500 litros de vino para celebraciones propias y el mercado y que la producción era con cepas criollas ambientadas en América de origen español.

Esta orden católica estuvo hasta 1967 en la Estancia, por lo que luego fue vendida a los empresarios Correa de Mendoza. En 1939 fue expropiada por la Nación para ser restaurada y establecida como Monumento Nacional.

Por último, el historiador narró la historia de la esclavitud y como se adaptaba a cada país.