Así lo parece y así es: según dicen varios estudios, quienes viven con animales gozan de mejor salud mental que los que no lo hacen. Es decir, aquellos que tienen gatos, perros, caballos, tortugas o pájaros, entre otras muchas opciones, tienen, en efecto, más bienestar que quienes no tienen estos seres vivos en sus viviendas, aunque también cuentan con mayores responsabilidades.

Lo cierto es que desde bien pequeños nos parece atractivo tener en nuestro hogar algún animal con la intención, por supuesto, de cuidarlo, con todas las obligaciones que ello conlleva, pero la regla número uno que hay que aprender es que cada especie es distinta de las demás y cada animal es único en su especie. Es decir, no todos los perros se comunican de la misma forma ni todos los gatos son independientes como nos han hecho creer.

Las mascotas no solo enriquecen nuestras vidas, sino que también nos ayudan a vivir más tiempo. Los estudios confirman que estos compañeros nos ayudan de muchas maneras, desde aumentar la inmunidad hasta reducir el estrés. Y a través de la comunicación animal, un lenguaje común entre especies que los seres humanos podemos entender de forma innata, damos la oportunidad a nuestras mascotas de ser escuchadas y de expresar qué necesitan para su bienestar. La falta de información y entendimiento con animales ha llevado a la comunicadora animal Patricia Perreau de Pinninck a escribir 'Si pudieras hablar', un libro en el que nos enseña a reforzar el nexo con los animales para conectar también con nuestro corazón y nuestra propia esencia y animalidad. Durante su lectura aprenderemos a relacionarnos con los animales y con nosotros mismos desde otro lugar. De este modo, trabajaremos en nuestro crecimiento personal y evolucionaremos conjuntamente, mejorando la convivencia. Y descubriremos que la sanación de nuestros animales también nos sana a nosotros.

«Mi labor es ayudar a personas que viven con animales. Como comunicadora animal, hago de puente entre el animal y sus personas responsables, y el animal nos puede expresar lo que le sucede en cada caso y nos comunica cómo podemos ayudarle, lo que aporta mayor comprensión de la situación y de sus necesidades», cuenta Patricia Perreau de Pinninck. Al parecer, según indica, las principales consultas que le llegan son de perros y gatos con distintos problemas de convivencia: desequilibrios emocionales, estados de frustración, ansiedad, niveles altos de estrés, conflictos en la convivencia entre varios animales que viven en la misma casa, problemas de comportamiento, somatizaciones y síntomas físicos, enfermedades que les comporta mucho estrés, estados alterados por situaciones traumáticas vividas y malas asociaciones en su pasado, etc.

«También me llegan a consulta casos de animales que viven en armonía con su familia, es decir, no hay a priori problemas graves a tratar pero la familia siente que quiere comprender mejor las necesidades del animal y favorecer su bienestar», expresa. Al parecer, en estos casos, al comunicarnos con ellos se sienten incluso mejor, porque se sienten escuchados, comprendidos, sienten que su opinión y su forma de ver el mundo cuenta, pueden expresar todo aquello que necesitan para que su vida sea incluso más armónica, y todo eso ayuda a fortalecer el vínculo con su familia y a que haya mayor armonía en el día a día».

Tipos de comunicación con animales

Tal como cuenta Patricia Perreau de Pinninck, existen cuatro tipos de comunicaciones:

1. Gestual y corporal: «Ellos expresan muchísimas señales con su cuerpo. Por ejemplo, cuando vas a tocar a un perro o gato, y ese animal no se siente cómodo con ese contacto, te lo va a hacer saber a través de su comunicación corporal», dice la experta. El animal primero dará señales de calma con formas respetuosas y amables que tienen para comunicarse para mostrar que no se siente cómodo. Un ejemplo es pestañear, girar la cara con grado leve o no, bostezar, lamerse el hocico… Según Patricia, es importante formarse en la comunicación de los animales porque si no estos van a expresarse más contundentes y pueden pasar a señales de aviso, amenaza e incluso derivar en problemas mayores como agresividad: «Cuando la comunicación no funciona, tienen que optar por otras formas y somos nosotros con nuestros desentendimientos los que generamos ese problema de frustración y estrés en el animal».

2. Vocal y auditiva. A grandes rasgos, la han ido desarrollando más los gatos porque cada vez desarrollan un maullido con distintos tonos e intensidades. «Si un perro ladra mucho hay que entender y no corregir: el perro intenta expresar algo», señala.

3. Olfativa y química. Los animales tienen los sentidos muy desarrollados y por eso se dice que huelen el miedo, entre otras cosas. También si estamos generando estrés ellos obtienen información muy valiosa. «Lo captan a través de las feromonas y hormonas que están. Si el ser humano lo vice todo en colores y los animales con los olores», concluye.

4. Comunicación animal. «Es lo que yo hago: comunicación entendida como intuitiva o telepática animal. Es un lenguaje universal común a todas las especies que siempre han existido y nos permite establecer ese dialogo con el animal que noe s más que una capacidad que todos tenemos», expone la experta.


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Foto:  Imagen cedida por Patricia Perreau de Pinninck