La inolvidable cocinera de la TV había nacido el 29 de junio de 1896. Murió en 1992, pero sus legendarios platos siguen vigentes.
Petrona Carrizo nació en Santiago del Estero el 29 de junio de 1898. Tenía quince años cuando, escapando de un matrimonio indeseado, se fugó a una estancia, donde desarrolló la destreza en el uso del lazo, las boleadoras y armas, además de forjar su carácter en el entorno masculino de la peonada.
Cuando cumplió los veinte se marchó a Buenos Aires con el administrador de la estancia, Oscar Belisario Gandulfo, su primer marido. Los inicios de la vida porteña fueron duros y Petrona consiguió trabajo como promotora de las nuevas cocinas de la compañía Primitiva de Gas, que venían a reemplazar la combustión a carbón y querosén. Tras una formación intensiva en la academia Le Cordon Bleu, empezó a cocinar para sus demostraciones públicas. La compañía, anunciante de la revista El Hogar en los años 20, consiguió que la publicación le diera una columna semanal y habilitara el auditorio para sus clases. El éxito fue rotundo y como consecuencia le ofrecieron espacio en radio Argentina, radio El Mundo y radio Belgrano, ampliando su público y consagrándose como la gran cocinera argentina y guía de las amas de casa para la conducción del hogar.
La demanda del creciente número de seguidoras la llevó a publicar en 1934 El libro de Doña Petrona, que ya alcanzó 123 ediciones y más de tres millones de ejemplares vendidos. Según un estudio del mercado editorial de los años 50, de origen estadounidense, su libro fue el más vendido en América Latina, superando las ventas del Martín Fierro de José Hernández y de la Biblia. Alarmada por el dato de haber vendido más ejemplares que La Razón de mi vida, de Eva Duarte, la cocinera decidió eliminar la cifra de tirada de la carátula de su libro. Por esos años también publicaba sus recetas en la emblemática revista Caras y Caretas, y más tarde en Mucho gusto y Para ti.
Las valijas repletas de hojas sueltas y cuadernos fueron el puntapié para un trabajo que reúne todas las recetas que nunca fueron plasmadas en las 103 ediciones de “El libro de Doña Petrona”.
Doña Petrona y una de las primeras ediciones del libro
Un total de cuatro biblioratos y dos libros de puño y letra, sólo algunas páginas mecanografiadas y muchos, muchos papeles sueltos. Hojas de papel membretados de diferentes empresas, papel de envolver de la confitería vecina, hojas de libro de contabilidad con sus columnas de debe y haber, y hasta papel de regalo son el soporte en que Doña Petrona guardaba sus recetas. Un tesoro que finalmente vio la luz
1934. Petrona C. de Gandulfo, de 36 años, edita el Libro de Doña Petrona, luego de apenas seis años de haberse iniciado en la cocina. Desconfiada de los sellos literarios, de costos y porcentajes, decidió reunir sus recetas y venderlos por cuenta propia, incluso en su domicilio, y en apenas dos meses ya se habían superado las 5000 copias.
La televisión, que la tuvo en pantalla desde sus inicios en 1951 hasta 1983, la consagró como uno de los personajes más populares del siglo XX.
1931. Cientos de mujeres se agolpaban en las puertas del bazar Dos Mundos para aprender de la mano de esta nueva cocinera todos los secretos de la cocina europea y de la cocina a gas. En tanto, comenzó a aparecer su nombre y sus paso a paso en la revista El Hogar. Tras ello, en 1933 tomó el micrófono de Radio Argentina, la primera señal de nuestro país. En 1934, tal el éxito y la demanda que tenía, comenzó a publicar su libro, pero eso ya es historia conocida…
En 1943 moría Oscar Gandulfo, con quien habían adoptado a un hijo, Francisco Marcelo, y tres años después ella se casaría con Atilio Massut, un hombre que se dedicaba a la Bolsa, pero dejó su trabajo para administrar la carrera de su flamante mujer, de quien entendió que no podía despojar del nombre que la había hecho famosa, por el que era reconocida y vendedora. Así fue como hasta el final de sus días, Petrona fue “De Gandulfo”.
Marcela y Alejandro Massut recuerdan desde el prólogo del trabajo recién editado por Planeta que las vacaciones familiares en Mar del Plata, que comenzaban con el cumpleaños de su padre, Francisco (que adoptara el apellido Massut), y la reunión de toda la familia, eran el momento en que Petrona se sentaba en el living y escribía en cuadernos y hojas sueltas. “Llegado el mes de marzo, el abuelo Atilio cargaba valijas y cajas de archivo llenas de recetas y regresábamos a Buenos Aires”, rememoran. “También escribía varias horas en su casa, en Olivos, y en el departamento de la calle Billinghurst, donde tenía su oficina”.
Pese a tratarse del tercer libro más vendido en la historia argentina luego de 102 ediciones, recién al realizar la número 103 se procedió a iniciar un minucioso trabajo en lo que respecta al material allí editado. “La primera vez que se abrió la valija que contiene los manuscritos fue durante la edición de ese libro, con la intención de recuperar viejas fotografías y archivos personales que enriquecieran aquellas páginas”, afirman desde Planeta, encargados de la edición.
“Sin embargo, cuando abrimos esa valija descubrimos un mundo. Más de mil recetas destinadas a revistas de la época, programas de radio y televisión, clases de cocina en Harrods y otros auditorios y proyectos de futuros libros”, continúan. Para la edición de este nuevo trabajo, además de los escritos ya citados, se incluyeron los recetarios para reconocidas marcas en los que participó.
Porque Petrona llegó a la gente de todas las formas en que pudo, incluso irrumpiendo en lugares donde ninguna otra cocinera argentina lo había hecho. En 1935 se inauguraba Radio El Mundo y allí desembarcaría con sus “Variedades hogareñas”, que estuvo 25 años en el aire, luego radio Excelsior y finalmente Radio Belgrano. En 1952 llegaría a Canal 7 con “Las recetas de Doña Petrona”, convirtiéndose así en la primera cocinera de la pantalla chica. En 1960 desembarcaría en Canal 13 con “Buenas tarde, mucho gusto”, hasta el final de sus emisiones en 1982.
Alejada de los medios, continuó con las clases de cocina en su oficina y taller de la calle Billinghurst, porque para ella el hecho de cocinar no era algo para eventos privados, su intención desde siempre fue que todo sea hecho para enseñar a los demás. Como lo hizo durante más de 50 años, como lo hizo en cada presentación de televisión, radio, o desde las páginas de las revistas o los libros, como ese que hizo con Cormillot, cuando entendió que los tiempos cambiaban y que las comidas calóricas debían darle paso a una nueva etapa.
Se retiró de la vida pública a los ochenta y cinco años y falleció a los noventa y tres, el 6 de febrero de 1992. Por su determinación, carácter y perseverancia, doña Petrona es un ejemplo de emprendedora en años difíciles para el éxito empresarial de una mujer. Y las páginas que dejó escritas no solo brindan recetas de cocina, en ellas se reflejan los hábitos domésticos y sociales de la Argentina durante casi cien años.