Ojo de cerradura
Edición del 23 / 11 / 2024
                   
03/06/2022 15:23 hs

Cómo trabajar con los hijos para que sepan decir «no al tabaco, las drogas y el alcohol»

- 03/06/2022 15:23 hs
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La directora pedagógica de la Fundación SHE explica algunas de las pautas que los padres logren desde pequeños que sus hijos tengan un ocio saludable porque «la educación es un trabajo de todos los días», puntualiza.

Quien tiene hijos adolescentes lo sabe. Una de las mayores preocupaciones de los padres llega en el momento en que sus hijos comienza a salir solos con su grupo de amigos: «ten cuidado, no vuelvas tarde y, por favor, no fumes... ni bebas...¡y ni se te ocurra probar las drogas!». Los progenitores no se quedan tranquilos si en la despedida no se apresuran a decírselo a sus retoños. Evidentemente es muy importante que lo tengan en mente, pero la mejor manera de lograrlo no es advertirles cinco minutos antes de que salgan de casa porque cuando hayan pasado por el portal ya lo habrán olvidado.

¿Cómo lograr entonces que sepan decir no a este tipo de drogas que pueden resultar altamente atractivas para sentirse parte de su pandilla de amigos? Según la doctora Isabel Carvajal, directora pedagógica de la Fundación SHE (Sciencie, Health & Education)- Fundación "la Caixa",

—organización sin ánimo de lucro que preside Valentín Fuster—, uno de los inconvenientes de nuestros jóvenes es que tienen muchos mitos respecto al consumo de tabaco, alcohol y drogas. «En concreto, muchos aseguran que solo beben en exceso los fines de semana, y por eso piensan que no es importante; que fuman, pero están seguros de que lo pueden dejar cuando quieran, que las drogas las utilizan porque ayudan a sentirse mejor y poder ligar... Es decir, no son conscientes del riesgo y daño que les producen en su cuerpo, ni las consecuencias que pueden tener respecto a su comportamiento y actitud con los demás en ese supuesto estado de "felicidad". A esas edades tienen una gran plasticidad en su cerebro, gran confusión con todos los mensajes que reciben y toman opciones y decisiones con poca claridad».

La labor de los padres, por tanto, es explicar el peligro que tienen este tipo de consumos, aunque solo los hagan los fines de semana, e introducir en su cerebro mensajes de que existen otras posibilidades de ocio saludable, como el deportivo, el cultural... porque la mayoría de ellos no saben cómo emplear su tiempo libre y la familia tiene esa misión de acompañarles desde pequeños para que lo comprueben por ellos mismos. «Esto no quiere decir que si el padre es futbolero trate de que su hijo juegue siempre al fultbol con sus amigos cada vez que sale. No. Se trata de que los niños tengan libertad para elegir la actividad que más les guste. No hay que forzarles y sí darles la oportunidad de que patinen, naden, jueguen a los bolos... Igualmente ocurre con las actividades culturales. Lo fundamental es que desde que son pequeños les acompañen a estas actividades para que disfruten de ellas y les abran la mente a una diversión sin riesgos».

Es verdad, confiesa esta especialista, que los adolescentes lo que quieren a su edad es sentirse aceptados por su grupo de amigos y «eso, en ocasiones, es el problema, porque tienden a abandonar sus principios y valores para sustituirlos por los de los amigos. Precisamente, los jóvenes cuyas familias hayan trabajado bien con ellos la comunicación para explicarles los riesgos de las drogas y la importancia del ocio saludable, serán capaces de decir "no" a estos consumos por haber aprendido y asimilado que no son buenos para ellos. Pero, eso sí, este discurso hay que trabajarlo desde que son muy pequeños, no cuando ya son adolescentes —advierte— sobre todo porque cada vez empiezan a edades más tempranas a consumir: con once años ya fuma el 11%; a los 12 ya toman alcohol y a los 15 prueban el cannabis».

Estos consumos tan tempranos, se deben —tal y como asegura Isabel Carvajal— a que a estas edades son muy vulnerables y, además, sienten que no les gusta la vida que les ha tocado, su familia, su físico, su escasa inteligencia...Su fragilidad emocional es enorme. «Si su familia es estable, está bien construida, le escucha y respeta, el joven se sentirá querido y, lo más importante, se sentirá seguro y confiará en ellos. Un padre que le ofrece seguridad y confianza hará que su hijo tenga mayor autoestima, se acepte como es y trabaje por mejorar, no hundido en sus defectos. En nuestro programa SI! (Salud Integral) diseñado por biólogos, cardiólogos, bioestadistas... les preparamos desde que son pequeños (3 años) para que conozcan bien sus emociones, cómo ser respetuosos, asertivos... Les ayudamos en el camino».

También insiste en la necesidad de informar a los padres de que hablen de manera positiva a los hijos porque en muchas casas solo se resaltan los aspectos negativos. «Es tan fácil como decirles, por ejemplo, 'acompáñame a ver a la abuela, qué nadie sabe tratarla mejor que tú'. La educación es un trabajo de todos los días».



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