The Baby: los miedos a la maternidad, en una serie que mezcla terror, parodia y una profunda reflexión
- 27/05/2022 15:53 hs
COMPARTIR EN:
La serie, protagonizada por Michelle de Swarte, se encuentra disponible en HBO Max.
The Baby (Reino Unido/Estados Unidos, 2022). Creadoras: Lucy Gaymer y Sian Robins-Grace. Elenco: Michelle de Swarte, Amira Ghazalla, Albie y Arthur Hills, Isy Suttie, Shvorne Marks, Amber Grappy. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: buena.
La maternidad puede ser bastante terrorífica. O por lo menos eso piensa Natasha (Michelle de Swarte) cuando, en su esperada noche semanal de póker, sus amigas deciden ponerse a hablar de sus bebés presentes o de aquellos por venir. Entonces, lo que parecía ser un encuentro de alcohol, juego y bromas internas se convierte en un amargo listado de reproches. ¿Será que Natasha se ha convertido en una insensible? ¿Qué no puede comprender que para su amiga Mags (Shvorne Marks) no son tan interesantes los chismes del restaurant como los pañales sucios de su hija? ¿O que para Rita (Issy Suttie) su reciente embarazo merece todas las historias de Instagram hasta el día del mismísimo parto? Asediada por esos interrogantes y por los reclamos de egoísmo e inmadurez que les dispensan sus amigas de toda la vida, Natasha se dispone a tomarse un fin de semana alejada de la civilización. Para pensar en su futuro, en sus amistades, un poco de todo. Pero en una modesta cabaña al borde de un acantilado le espera algo muy diferente a la reflexión anhelada: un bebé diabólico dispuesto a convertir sus más temibles pesadillas en realidad.
HBO Latinoamérica
Creada por Lucy Gaymer y Sian Robins-Grace, The Baby asume el terror como una clara metáfora de los miedos que asedian a su personaje. Por ello desde su viaje a “El Acantilado de la Locura”, tal como reza el nombre del lugar elegido para unas mini vacaciones, Natasha ya no puede distinguir lo real de la absurda vorágine en la que se encuentra sumergida. Los primeros episodios se deslizan en la consciente abstracción, no solo el entorno surreal en el que aparece el bebé, sino la sucesión de muertes que parecen anunciar su maldición. Es como un sueño distorsionado que pone en su vida todo aquello que Natasha veía hasta entonces en el afuera; la imposición de responsabilidades a las que había renunciado. Más allá de esa extrañeza de la puesta en escena, y de la aparición intempestiva de nuevos personajes y nuevas tragedias, lo que sostiene el tono de la serie es la soltura de Michelle de Swarte para la comedia, capaz de dotar a ese artificio a su alrededor de la verdadera experiencia de una pesadilla.
Descubierto el origen del bebé y la posible carga terrorífica de su mirada, Natasha encuentra una colaboradora impensable para su cruzada: la anfitriona de aquella cabaña del acantilado, no muy servicial en los avatares turísticos, resulta ser una ferviente caza demonios dispuesta a terminar con la lista de víctimas que atribuye a la pequeña criatura. Para Natasha se devela entonces una nueva encrucijada, entre sus intentos de retornar a la vida pasada y el nacimiento de un vínculo con el bebé que creía inexistente. La abrumada perspectiva de Natasha permite afirmar la mirada más allá del fantástico cuando sus amigas y su hermana asumen que ese bebé es suyo: ¿será que ha decidido olvidar su propia maternidad? A partir de esa creciente confianza que revela el relato, se suceden los momentos más divertidos, como la visita a un parque de diversiones infantil que termina en una montaña rusa de emociones con dedo mutilado incluido.
The Baby (HBO Max).
The Baby hace con el terror algo similar a lo que realizan muchas narrativas contemporáneas, con el ‘black terror’ estilo Jordan Peele a la cabeza: convertirlo en metáfora de un trauma. Sin embargo, pese a que el bebé diabólico no oculta esa condición de representante de un miedo innombrable, la serie consigue asumir su cercanía metafísica con el género, apropiarse de sus tópicos y hacer humor con ellos. El impacto que el bebé supone en la vida de Natasha, cifrado en el caos y la destrucción, emana menos de la figura objetiva de la criatura, filmada con la justa extrañeza que nunca sella ningún significado, que del estado de estrés que la invade y revela su propia impotencia ante los hechos más insignificantes.
Si bien hay guiños aquí y allá tanto a El bebé de Rosemary como a La profecía, la serie se siente más cómoda en la comedia, a la que por momentos torna algo derivativa a la hora de presentar nuevos personajes en cada una de las postas que recorre Natasha en su delirante itinerario. Es el orden familiar y la importancia de sus lazos, tanto hacia ese futuro que anuncia toda maternidad como hacia el pasado y las cuentas todavía no saldadas, el que asume la geografía del relato y de la propia introspección de Natasha en sus miedos presentes. En ese sentido, la lógica no deja de ser la parodia de un estado de ansiedad que invade a Natasha no solo ante el horizonte de la maternidad, primero de sus amigas y luego propia, sino ante la responsabilidad afectiva que implican los vínculos contemporáneos.