Hablemos de esa gente que se cruza en la vida y deja huellas, a veces felices y otras no tanto, pero no dejan de pasar desapercibidas y casi todas esas experiencias nos dejan un aprendizaje.
Porque estoy segura de que cruzarnos nunca fue una casualidad
A veces nos cruzamos en algún punto del espacio - tiempo donde todo esta listo para ese encuentro.
Encontrarnos muchas veces asegura la fuerza del destino.
Se pone de manifiesto la ley universal de causa y efecto.
La causa el destino, el efecto, el encuentro.
Lo cierto es que hay personas con las que estamos unidas, está pactado desde siempre y con las que sentimos conocernos desde el primer segundo con la simple presencia.
Hay tantas personas especiales como estrellas en el cielo.
Hay quienes se quedan para acompañarnos y otras con las que caminamos juntos por algunos instantes.
Somos como viajeros en el tiempo, cruzamos mares, cielos, montañas y vidas para reencontrarnos desafiando la atemporalidad y cumpliendo promesas.
Nos reconocemos, nuestra alma lo siente, la mente se apaga, los sentidos se despiertan y cada célula, molécula y electron celebran el acontecimiento.
Las certezas brotan del alma y las explicaciones anuncian la retirada.
La conexión es instantánea y los recuerdos trascienden el tiempo y la distancia.
Los ojos son delatores de siglos de amor.
Hay magia en los detalles de nuestras memorias, hay aprendizajes que se graban en el corazón, belleza en el camino que recorremos juntos, transformación, evolución y revolución.
La memoria duerme en el alma hasta que el encuentro la evoca.
Lo real puede ser imperceptible a simple vista, pero para el alma es eterno.
¿Les paso alguna vez?
Celebremos cada encuentro con el otro
¿Les paso alguna vez?
A mí sí...