La noticia tan esperada ha llegado, El telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA ha observado la estrella individual más lejana jamás vista. Este es un hito extraordinario, estamos hablando de una estrella que existió en los primeros mil millones de años tras el nacimiento del Universo en el Big Bang (a un desplazamiento al rojo de 6,2), la estrella individual más lejana jamás vista.
En otras palabras, podemos calificar a este hallazgo como un salto en el tiempo, superando un récord anterior establecido también por Hubble en el 2018. Los funcionarios de la ESA explican que esa estrella existió cuando el universo tenía unos 4.000 millones de años, o el 30 por ciento de su edad actual, en un momento que los astrónomos denominan «desplazamiento al rojo 1,5» Los científicos utilizan la palabra «corrimiento al rojo» porque, a medida que el Universo se expande, la luz de los objetos distantes se estira o se «desplaza» a longitudes de onda más largas y rojas a medida que viaja hacia nosotros.
La estrella que Hubble acaba de detectar está tan lejos que su luz ha tardado la friolera de 12.900 millones de años en llegar a la Tierra. Así es, es como ver un destello del Universo cuando solo tenía solo el 7 por ciento de su edad actual, a un desplazamiento al rojo de 6,2.
La NASA lo describe como ¡Un «salto» en el tiempo! En la siguiente imagen se puede ver detalladamente la posición de la estrella denominada Earendel, a lo largo de una onda en el espacio-tiempo (línea punteada) que la amplía y hace posible que la estrella se detecte a una distancia tan grande: casi 13.000 millones de años luz. También se indica un cúmulo de estrellas que se refleja a ambos lados de la línea de magnificación. La distorsión y la ampliación son creadas por la masa de un enorme cúmulo de galaxias ubicado entre Hubble y Earendel. La masa del cúmulo de galaxias es tan grande que deforma el tejido del espacio, y mirar a través de ese espacio es como mirar a través de una lupa: a lo largo del borde del cristal o lente, la apariencia de las cosas del otro lado se distorsiona al mismo tiempo que se magnifica.
(Créditos: Ciencia: NASA, ESA, Brian Welch (JHU), Dan Coe (STScI); procesamiento de imágenes: NASA, ESA, Alyssa Pagan (STScI).
La luz del poseedor del récord anterior tardó 9.000 millones de años en llegar a la Tierra. Es una enorme estrella azul apodada «Ícaro». Mientras que en esta ocasión esa luz tardó 12.900 millones de años. En aquel entonces el universo no tenía todos ni la misma abundancia de elementos químicos que hay ahora, por lo que esta estrella seguramente tiene una composición diferente a las estrellas actuales. Comparar cómo eran las estrellas antiguas con las actuales, sirve a los cosmólogos para poder predecir o mejor la precisión de los modelos que describen el universo.
Ver una estrella a esa distancia es sumamente difícil. Earendel tiene al menos 50 veces la masa de nuestro Sol y es millones de veces más brillante, pero aun así Hubble no habría podido verla de no ser por un aumento de brillo natural. El ayudante fue un enorme cúmulo de galaxias, WHL0137-08, que se encuentra entre nosotros y Earendel, la masa del cúmulo de galaxias deforma el tejido del espacio, creando una poderosa lupa natural que distorsiona y amplifica apenas la luz de los objetos distantes que están detrás de él.
Este aumento provocó que la estrella aparezca con un brillo de al menos mil veces más. Los astrónomos consiguieron observarla, aunque todavía no se ha distinguido si se trata de una estrella binaria, que puede ser el caso ya que las estrellas masivas como Earendel generalmente tienen una compañera más pequeña.
Un comunicado de la NASA explica que se espera que Earendel permanezca muy magnificada en los años venideros. Será observada por el telescopio más potente que ahora está en órbita, el Telescopio Espacial James Webb. La alta sensibilidad del Webb a la luz infrarroja es necesaria para aprender más sobre Earendel, porque su luz se estira (se desplaza hacia el rojo) a longitudes de onda infrarrojas más largas debido a la expansión del universo.
Los hallazgos aparecen en la revista Nature.
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Foto tapa: NASA/ESA