Nació en Texas, se crio en Florida y recibió en América Latina las últimas ovaciones de sus fans. Tuvo su último gesto con una pequeña admiradora.
La noticia conmocionó al mundo de la música: en la noche colombiana del viernes 23 de marzo, Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters, fue encontrado muerto en un hotel de Bogotá. El músico de 50 años se encontraba en la capital de Colombia para presentarse en el Festival Estereo Picnic, como parte de una gira por América Latina que los tuvo como cierre estelar del Festival Lollapalooza Argentina, que se realizó en el Hipódromo de San Isidro el pasado domingo.
El dolor caló hondo en las miles de almas que se dieron cita el domingo pasado en el que terminó siendo su último concierto. El grupo liderado por Dave Grohl tuvo una actuación demoledora y Hawkins se lució en los parches y en las voces, como en “Somebody to love”, el himno de Queen en el que intercambió roles con el frontman. Su carisma y su talento se ganaron una de las grandes ovaciones de la noche. Pero su humildad y su empatía lo hicieron tendencia en las redes sociales unos días después.
Luego de su show en Argentina, el trío partió rumbo a Asunción para continuar el tour por el sur del continente. Un violento temporal frustró la actuación del grupo, pero no la ilusión de Emma Sofía, una nena de apenas 9 años fanática de la banda, que desde que supo que el itinerario de su artista favorito pasaba por Asunción, se puso en campaña para conocerlos. Y cuando supo que estaban en el hotel, se acercó con su familia, armó su batería y se puso a tocar durante una hora en la vereda, contagiando a los seguidores que se agolpaban a la espera de sus ídolos.
El gesto llamó la atención de Taylor, quien dejó la comodidad de la habitación del hotel y buscó a su pequeña fan para saludarla, agradecerle y tomarse una fotografía. Un momento inolvidable para la niña y para el público que no daba crédito a lo que veían sus ojos. Un sueño hecho realidad que demasiado pronto se transformó en pesadilla. “Estamos devastados. No sé cómo contar esto a Emma”, publicó el padre de la niña en su cuenta de Twitter al conocer la impactante noticia. De allí, los Foo partieron a Colombia donde este viernes tenían que actuar en el Campo de Golf Briceño 18.
Niña tocó la baterá frente al hotel donde se hospedó Foo Fighters en buenos Aires
Taylor bajó a saludar a sus fans y se sacó una foto con la niña baterista
Taylor Hawkins nació en Fort Worth, Texas, el 17 de febrero de 1972, pero cuando tenía apenas cuatro años su familia se mudó a Laguna Beach, California, donde empezó a mostrar su amor por la batería en distintos grupos de la costa oeste. A la hora de buscar un espejo donde reflejarse, no se andaba con chiquitas: Stewart Copeland, de The Police; Phil Collins, de Genesis y Roger Taylor, de Queen. Su acercamiento a las grandes ligas se produjo en 1995, cuando se unió a Alanis Morissette para la gira del álbum Jagged Little Pill, que significó el lanzamiento mundial de la estrella canadiense, a quien acompañó por dos años.
Mientras tanto, en Seattle, Dave Grohl rearmaba su vida y su carrera luego del suicidio de Kurt Cobain que terminó con su experiencia como baterista de Nirvana. Como cantante y guitarrista de Foo Fighters se preparaba para editar su segundo disco (The colour and the shape) cuando perdió a su baterista, William Goldsmith. Dave llamó a Hawkins para pedirle alguna sugerencia en su reemplazo, y se llevó una sorpresa cuando escuchó que era el propio Taylor el que se ofrecía para el sitio vacante. Por entonces, Alanis Morissette era mucho más popular que los Foo Fighters, pero el argumento del baterista fue irrebatible: quería ser el músico de una banda de rock, no un sesionista.
De inmediato se notó que la decisión había sido la correcta. Taylor no solo era una garantía a la hora de tocar la batería -dato para nada menor en una banda comandada por Grohl- sino que aportaba un color diferente para la banda en su rol de multi instrumentista y, sobre todo, en las voces. Su interpretación de “Have a cigar”, el clásico de Pink Floyd, fue su puerta de acceso al micrófono principal, y con el cual se dio el gusto de grabar junto a Brian May de Queen una versión para el soundtrack de Misión Imposible 2. Esta práctica fue mucho más habitual en los conciertos que en el estudio, donde también registró una versión de “Life of Illusion”, de Joe Walsh y “Sunday Rain”, entre otros.
Por fuera de los Foo Fighters, Taylor fue un artista tan inquieto como dentro de ellos. En 2006 inició una carrera en solitario con el grupo Taylor Hawkins and the Coattail Riders, donde se reunió con Chris Chaney, su viejo compañero de andanzas en la época de las giras con Alanis Morissette, y se dio el gusto de registrar tres discos. Y para darle rienda suelta a toda su estirpe rockera, llevó adelante un proyecto mucho más informal llamado Chevy Metal, donde junto al bajista Wiley Hodgden y al guitarrista Brent Woods se juntaba tocar sus temas preferidos de Black Sabbath, Queen, Van Halen y demás íconos de los 70 y los ‘80. El proyecto cobró algo más de formalidad en su mutación en The Birds of Satan, con Mick Murphy en lugar de Woods, con quienes se dio el gusto de grabar un álbum homónimo en 2014.
En 2001, cuando la banda ya disfrutaba de un éxito global, Taylor empezó a vivir al límite de lo permitido para una estrella de rock y sufrió una sobredosis de heroína que lo tuvo en coma por dos semanas. Tiempo después, el músico reconoció que había perdido el control y que logró frenarse a tiempo. Pudo encontrar algo de paz en la familia que formó con su esposa Alison y sus tres hijos, con quienes vivía en Hidden Hills, en San Francisco, pero su estrella se apagó demasiado pronto cuando la muerte lo sorprendió en la habitación de un hotel bogotano. Sin embargo, su música y su recuerdo, latirá para siempre en sus fanáticos de todas partes del mundo, que lo despidieron en redes sociales de la mejor manera posible: escuchando su música.