Desde el Gobierno afirman que el pacto está “casi listo” y que llegaría al parlamento después del discurso presidencial.
Con la negociación “casi lista”, pero sin su imprescindible broche final, el presidente Alberto Fernández enfrentará hoy a la Asamblea Legislativa sin haber presentado en el Congreso acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para su discusión y aprobación parlamentaria.
Desde la quinta de Olivos y el Ministerio de Economía, los dos vértices principales de la negociación con el organismo internacional de crédito, aseguraron ayer que el acuerdo “ya está”, salvo por “detalles” como el monto del incremento de las tarifas de la energía y otros servicios públicos, demora que distintos funcionarios adjudican a la invasión de Rusia a Ucrania y su efecto sobre el precio del gas y el petróleo, entre otras consecuencias del conflicto bélico. “Llega al Congreso después del discurso, puede ser martes o miércoles”, coincidieron altas fuentes oficiales.
El Presidente, de todos modos, tiene previsto defender en el recinto de la Cámara de Diputados la necesidad de un acuerdo, resistido por el sector que lideran la vicepresidenta Cristina Kirchner y su hijo Máximo, ex titular del bloque del Frente de Todos en la Cámara baja. “El acuerdo no es lo mejor que nos puede pasar, pero sin él nos caemos del mapa, nos vamos a la B”, se sinceró con criterio futbolero uno de los ministros albertistas que sigue al detalle la negociación con el FMI, siempre con la espada de Damocles del abultado vencimiento del 22 de marzo, por más de US$ 3000 millones.
Desde el Gobierno abrían ayer el paraguas y relativizaban la importancia de la demora en el anuncio. “Con la invasión a Ucrania cambió todo, y para el vencimiento todavía falta”, intentaron tranquilizar desde un despacho oficial, con la mira puesta en las tratativas de paz que comenzaron en Bielorrusia para intentar detener la guerra en Europa.
Con el acuerdo como principal preocupación, Fernández evitará cargar las tintas en el kirchnerismo y no les pedirá públicamente (al menos no sólo a ese sector) que lo ayuden a aprobar el acuerdo. “No lo va a hacer, y menos en público. Con ellos estamos en paz armada, por ahora”, dijeron muy cerca del Jefe de Estado.
La Justicia y la herencia
Sí estarán los clásicos embates contra la Justicia (con eje en la Corte Suprema y el Consejo de la Magistratura) la defensa del “federalismo” con crítica implícita al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el repaso obligado de la “deuda que dejó (Mauricio) Macri”, que buscará endulzar los oídos de los militantes, y un largo capítulo económico que combinará la necesidad de controlar la inflación con las “buenas noticias” vinculadas a la recuperación de distintos índices de actividad y planes “a futuro”.
La inclusión del “ah, pero Macri”, (según lo define la oposición) en el discurso fue uno de los reclamos que el sector de los leales a la vicepresidenta le hizo al Presidente en las últimas horas. “Insisten con eso, mientras la gente quiere saber que va a pasar con la inflación, como le vas a dar más trabajo, como se recupera la economía. Quiere que le demos esperanza y un futuro”, se quejó uno de los ministros que pugna para que éste último sea el espíritu del discurso presidencial.
Más allá de las críticas por la demora oficial en condenar la violenta entrada de tanques rusos en territorio ucraniano, el Presidente condenará a Rusia por la “invasión”, aunque defenderá una vez más su política “multilateralista” en el ámbito internacional. Habrá también espacio, para las buenas noticias, como los planes de vivienda, que motoriza el ministro de Hábitat, Jorge Ferraresi, las miles de obras públicas que se “cocinan” desde el ministerio conducido por Gabriel Katopodis, y el exitoso sistema de Previaje puesto en marcha y reforzado durante el verano por el ministro de Turismo, Matías Lammens. Estarán en el discurso, al igual que el ambicioso “plan de industrialización” del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que recoge varias de las iniciativas ya presentadas y extiende a otros sectores los acuerdos ya alcanzados con industrias como la automotriz. Todo en el contexto de la exhibición del “crecimiento” de la economía y la “recuperación” del empleo, dos de las consignas que se propalan desde hace meses por las usinas oficiales.
El Presidente volvería a apuntar, como lo hizo el año pasado, contra los “privilegios” del Poder Judicial, y explicitaría su proyecto para modificar a la baja las jubilaciones, que junto a las remuneraciones de diplomáticos retirados también formó parte de la discusión con el FMI.