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24/02/2022 21:00 hs

Cómo dejar de ofenderte por todo

- 24/02/2022 21:00 hs
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Hay personas que ante cualquier comentario, mirada o gesto hacen una mala interpretación y, por el contrario, otros que parecen no inmutarse ante el mismo hecho.

A lo largo del día interactuamos con múltiples personas. Con algunas compartimos opinión y con otras no, lo que implica que estamos expuestos a numerosas oportunidades para ofendernos. Todo comienza con un desacuerdo tras el cual, si no hacemos nada por solucionarlo y olvidarlo, o simplemente no darle demasiada importancia, puede producirse el rencor y tener multitud de pensamientos automáticos rondando nuestras cabezas. En el peor de los casos, este autodiálogo interno puede afectarnos durante días y afectar incluso a nuestro descanso nocturno.

Lo primero que hay que entender para evitar ofensas es que no todo el mundo piensa como nosotros y, si te dejas arrastrar por el enfado cuando alguien dice algo que no te agrada, estarás gastando.

 mucha de tu energía que podrías destinar a otros asuntos. Si no eres capaz de controlar tu desilusión por conocer las opiniones de los demás, esto llegará a convertirse en enfado, una emoción defensiva que se activa ante una situación en la que sentimos que nos atacan a nosotros o a personas a las que queremos.

La psicóloga Paloma Rey insta a hacer entender que no podemos controlar las actitudes de los demás pero sí gestionar la importancia que le damos y, por tanto, la intensidad de la emoción del enfado que manifestemos: «Hay personas que ante cualquier comentario, mirada o gesto hacen una mala interpretación con todo lo que ello conlleva y, por el contrario, personas que parecen no inmutarse ante el mismo hecho». Al parecer, las personas más susceptibles de ofenderse son las que muestran un «menor nivel de empatía», lo que implica que aplican su propio código de conducta a la hora de evaluar la conducta de los demás y que «todo lo que se salga de él supone un ataque».

Qué es la ofensa

La ofensa, por tanto, no es más que la interpretación que hace cada persona de la situación que está viviendo. Pero, ¿qué patrón siguen las personas que se ofenden con tanta facilidad? Paloma Rey las enumera y explica para que entendamos mejor el mecanismo que siguen los «ofendiditos»:

- La acción o el comentario que ha desencadenado la ofensa recuerda a eventos similares anteriores, donde la persona experimentó las mismas emociones y, entonces, puede generar un flujo de pensamientos contantes en los que las emociones se retroalimenten entre sí.

- Aumento progresivo de las emociones desagradables (enfado, ansiedad, miedo…) que ha generado el detonante de la ofensa.

- Baja autoestima asociado al papel de víctima que asume la persona ofendida. Generalmente se parte de la idea preconcebida de que la acción o comentario se ha realizado voluntariamente con el objetivo de humillarle.

- Deseo y necesidad de venganza, lo cual puede desencadenar un 'silencio castigador' o una discusión con la finalidad de que la otra persona perciba que la persona está ofendida.

El lado opuesto

Aceptar que «en la variedad está el gusto» no solo nos va a evitar algún que otro quebradero de cabeza, también nos enseñará a no cuestionar las opiniones ajenas, aceptándolas como válidas y respetándolas, aunque no se compartan. «Hay personas que no se ofenden con tanta facilidad y que, ante este tipo de situaciones, parecen no inmutarse», dice la experta en psicología. En este caso, encontramos el siguiente patrón:

- Dedican un tiempo reducido a valorar el posible roce o desaprobación de los demás.

- No invierten tiempo en interpretar los motivos que han llevado a una persona a actuar o hablar de una forma determinada. En este caso, evalúan el hecho en sí sin juzgar.

- Centran su atención en el presente inmediato, especialmente en aquellas personas o cosas que les generan satisfacción.

- Son capaces de asumir las críticas constructivas y verlas como una oportunidad de crecimiento. Por tanto, aquellas que no lo sean las desestimarán.

«En primer lugar tenemos que aceptar que no todas las personas van a actuar o pensar como nosotros lo hacemos, y que eso está bien. Es importante que intentemos relajarnos y no dejarnos llevar por nuestras emociones», explica la psicóloga. Para ello es recomendable contrastar nuestra información con la de otras personas para alcanzar la objetividad que, por nosotros mismos, no somos capaces de encontrar.

Además, tal como manifiesta Paloma Rey, es recomendable «emplear el humor» como una herramienta que nos permita replantearnos lo que ha sucedido: «Esto puede ayudarnos a bajar la intensidad de la emoción negativa que en ese momento nos embriaga».

«Nuestra relación con el entorno dependerá de la interpretación que hagamos del mismo. Una época de estrés o situación personal delicada puede facilitar una interpretación incorrecta y que tengamos, por tanto, mayor facilidad en caer en la sensación de ofensa», manifiesta la psicóloga. En este tipo de casos, recomienda acudir a un profesional para que nos enseñen las estrategias de gestión emocional más adecuadas para nosotros.


ABC por Melissa González

Imagen: Adobe Stock

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