El fallecimiento de una de las cantantes más populares de habla inglesa llegaría luego de años tormentosos ligados a las drogas. Una rápida revisión de la vida de esta artista nacida en una familia ligada a la música desde muy pequeña.
El 11 de febrero de 2012, una noticia conmocionaba al mundo de la música y del cine: habían encontrado sin vida a la cantante y actriz Whitney Houston en la bañadera de un hotel de Beverly Hills.
Aunque al principio se presentó como una muerte accidental, el análisis toxicológico forense concluiría que “la muerte se debió a un ahogamiento debido a los efectos de enfermedades cardíacas y el uso de cocaína”.
Terminaba así, abruptamente, la vida de una mujer cuya voz había era la banda sonora de aquellos que habían vivido las décadas de 1980 y 1990.
Solo tres años después, su única hija, Bobbi Kristina Brown, moriría de forma similar: ahogada tras consumir alcohol y drogas. Y en 2020, Nick Gordon, el exnovio de Bobbi, moriría de sobredosis de heroína.
Esperando un respiro
La música estuvo alrededor suyo desde su cuna. Ahijada de Aretha Franklin, Whitney Houston había nacido 9 de agosto de 1963, en Newark, Nueva Jersey. Era hija de la cantante de soul y gospel Cissy Houston y prima de Dionne Warwick y Dee Dee Warwick.
A sus 11 años comenzó a formarse como vocalista en el coro de góspel de niños en la New Hope Baptist Church, una Iglesia en Nueva Jersey. Y pocos años después acompañaba a su madre en los shows de Nueva York.
Tenía 22 años en 1985, cuando salió su primer álbum “Whitney Houston” que vendió más de 13 millones de copias solo en Estados Unidos y más de 25 millones de copias en el mundo. De ese primer disco, se consagrarían como clásicos: "Saving all my love for you", "How will I know", "Greatest love of all" y "Nobody loves me like you do", entre otros temas que lograron encabezar los rankings y la hicieron ganadora de premios.
Y sumaría otros dos discos exitosos después (“Whitney”, en 1987 y “I'm Your Baby Tonight”, en 1990) antes de que llegara su primer rol protagonista en una película que la llevaría a otra escala muy superior de popularidad mundial: El guardaespaldas, en 1992.