El 11 de febrero de 1858, en un pequeño pueblo de Francia, la niña Bernardette Soubirous tuvo la primera de muchas apariciones de la Virgen. Murió a los 35 años y fue hecha santa por el Papa Pío XI. Durante décadas, su cuerpo permaneció sin cambios. Las sanaciones por intercesión de la Virgen que confirman por qué es la devoción más popular del mundo
Todo sucedió a principios de 1858 en la gruta de Massabielle en Lourdes, Francia. Allí, a los pies de los Pirineos, y desde el 11 de febrero de ese año, una joven llamada María Bernardette Soubirous presenció dieciocho apariciones de la Virgen. Bernardette tenía 14 años y creció en el seno de una familia pobre y analfabeta. Un día estaba con su hermana y una amiga recogiendo leña y entonces una ráfaga de viento dio paso a la primera aparición de la Virgen María. La joven declaró que: “Vi a una Señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”. La aparición siempre hablaba con Bernardette en patois, lengua occitana que se usa en la zona y la aparición siempre se dirigió a ella usando el “usted” (voi) por ejemplo como cuando le solicita a Bernardita: “Boulet aoue era gracia de bié aci penden quinze días” (”Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días”).
El domingo 21, de luego de la sexta aparición por la tarde, el comisario Jacomet, convencido de que la historia es un montaje, interroga a Bernardette. En esta ocasión usa el término Aquerò, que en la lengua Patois lenguaje coloquial que se utilizaba en los Pirineos significa: “aquello, eso” para referirse a lo que ve. Hasta el 25 de marzo en el cual la Virgen revela su nombre, Bernardette nunca dijo que veía a la Virgen. En el textual de la trascripción de la indagatoria podemos leer: “Entonces, Bernardette, ¿vas todos los días a Massabielle?”. “Sí, señor”. “¿Y ves salgo bonito?”. “Sí, señor”. “¿Así que ves a la santa Virgen?”. “Yo no digo que he visto a la santa Virgen”. “Ah, bueno. Tú no has visto nada”. “Sí. Algo he visto”. “¿Qué has visto?”. “Algo que era blanco”. “¿Algo o alguien?». “Aquerò tiene la forma de una joven”. “¿Y no te ha dicho: soy la santa Virgen?”. “Aquerò no me lo ha dicho”.
El miércoles 24 de febrero en la octava aparición, Bernardette nos dirá: “Hoy Aquerò ha pronunciado una nueva palabra: ¡Penitencia! Añadió también: ‘Rogad a Dios por la conversión de los pecadores’. Y yo contesté: ‘Sí’. Me preguntó si esto me acarreaba molestias. Le dije que no. Luego me rogó que subiera de rodillas hacia el fondo de la gruta y que besara la tierra en señal de penitencia por los pecadores”. Y así. durante las demás apariciones, Bernardette se referirá a la misma como “Aquerò”.
Pero el jueves 25 de marzo, fiesta de la Anunciación de María, todo cambiará. Leemos el textual de Bernardette: “Señorita (le dice a la aparición), ¿tendría la bondad de decirme quien sois, por favor?”. Aquerò sigue sonriendo en silencio, pero Bernardette esta vez insiste. Entonces, levantando los ojos al cielo y juntando las manos a la altura del pecho le responde: “Que soy Immaculada Councepciou”” que traducido significa “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Y esa es la posición escultórica de la Virgen de Lourdes que se observan en todas las grutas del mundo. La posición que adopta en el momento que dice su nombre.
Otro dato de relevancia es que la Virgen se reía y sonreía a Bernardette. Este dato es muy interesante, porque para la mariología de la época la virgen era representada escultóricamente casi siempre con rosto adusto, mirando al cielo, o la Dolorosa. Que la Virgen sonriera no era muy bien visto por las autoridades eclesiásticas del momento, pero Bernardette defendió esta visión sonriente con gran vehemencia ante el clero. No obstante la representación iconográfica de la Virgen de Lourdes, prevaleció la postura clerical de gesto adusto. Aún ante el disgusto de Bernardette cuando le fue mostrada la primera escultura realizada sobre el modelo que ella describió, obra del escultor Joseph Hughes Fabisch.
Solo cuatro años después de la primera aparición, el 18 de Enero 1862, el obispo de Tarbes Monseñor Bertrand-Sévère Laurence firmó el decreto aprobando las apariciones: “Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se ha aparecido realmente a Bernardette Soubirous, el 11 de febrero de 1858 y los días siguientes, hasta dieciocho veces, en la Gruta de Massabielle, cerca de la ciudad de Lourdes. Que esta aparición reviste todos los caracteres de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla como cierta. Humildemente sometemos nuestro juicio al Juicio del soberano pontífice, que está encargado del gobierno de la Iglesia universal”.
En centro focal de Lourdes es el manantial de agua que la Virgen hizo cavar a Bernardette. El 25 de febrero la virgen le dirá: “Vete a beber y a lavarte en la fuente”. Bernardette irá rápidamente hacia el rio Gave, que se ubica delante de la gruta de Massabielle, pero la aparición le señalará el piso de la gruta. La joven cavará con sus manos un pozo de donde, mas tarde, surgirá una vertiente de agua fresca y pura. El hecho fue considerado como un milagro y esa agua con dones especiales. Pero no es el agua, sino la fe del peregrino que deposita en la Virgen como mediadora para que Dios escuche su oración e interceda. La misma Bernardette dirá que las personas se curaban con la fe y las oraciones, y el agua es solo un símbolo de esa fe. Cabe aclarar que para la teología católica la Virgen “no hace milagros”; aunque de manera coloquial se dice que la virgen o un santo son “milagroso”, es solo una frase corriente, nada más. Es Dios quien puede realizar milagros por mediación de la Virgen o de algún santo o santa. El agua de Lourdes fluye de un manantial en la parte trasera de la gruta en el mismo lugar donde fue descubierta por Bernadette. Como máximo, el agua corre a 40 litros por minuto. Esta es recogida en una cisterna y se dispensa a través de un sistema de grifos cerca del santuario, donde los peregrinos pueden beberla o recogerla en botellas u otros recipientes para llevar consigo. El pozo original se puede ver dentro de la gruta, iluminado desde abajo y protegido por una pantalla de vidrio.
Las sanaciones corporales en Lourdes siguen ocurriendo. La Iglesia Católica decidió crear el departamento médico de Lourdes, constituido y dirigido por médicos y científicos. El objetivo del bureau, como también es llamado, es evaluar los supuestos casos milagrosos y verificar, entre otros criterios si la curación en cuestión fue casi instantánea, si la salud restablecida se mantuvo durante un breve lapso de tiempo o el resto de la vida y si la curación es científicamente inexplicable. El bureau está constituido por 20 médicos y científicos, muchos de ellos de la universidad de la Sorbona. Sus informes están abiertos a cualquier médico o científico que quiera hacer su propia investigación particular o estudiar cualquier caso específico reconocido como milagroso.
Uno de los casos más significativos registrados en Lourdes fue la curación de Marie Bailly, testimoniada por un médico entonces agnóstico y muy contrario a los fundamentos y doctrina de la Iglesia católica el Dr. Alexis Carrel. Él mismo terminó convirtiéndose a la fe católica después de estudiar la inexplicable curación que había presenciado sobre la mujer que padecía peritonitis tuberculosa aguda y su abdomen estaba considerablemente distendido, con grandes masas duras. A llegar a Lourdes, tres jarras de agua fueron derramadas sobre sobre el abdomen y tomo varios vasos de la misma. Su estómago empezó a aplanarse y su pulso volvió a la normalidad. Carrel estaba de pie detrás de Marie, junto con otros médicos, tomando notas mientras el agua era derramada sobre su abdomen. Él escribió: “El abdomen, enormemente distendido y muy duro, empezó a aplanarse. En 30 minutos [la protuberancia] había desaparecido completamente. No se observó ninguna descarga del cuerpo”. Carrel se convirtió al catolicismo y más tarde ganó el Premio Nobel de medicina. Retorno a Lourdes muchas veces y fue testigo de otro milagro: la curación instantánea de un niño ciego de 18 meses.
Dr. Luc Montagnier descubridor del virus VIH-SIDA, nos reseña sobre los hechos de Lourdes: “Muchos científicos cometen el error de rechazar lo que no entienden. No me gusta esa actitud. Con frecuencia cito la frase del astrofísico Carl Sagan: ‘La ausencia de prueba no es prueba de ausencia’ (…) En cuanto a los milagros de Lourdes que yo estudié, creo que realmente se trata de algo inexplicable (…) No logro entender esos milagros, pero reconozco que existen curaciones que no están previstas en el estado actual de la ciencia”.
Aunque los informes de “curaciones inexplicables” que suceden todos los años en el santuario mariano de Lourdes son miles, muy pocas son curaciones efectivamente milagrosas para la Iglesia, que adopta criterios rigurosos en su minuciosa evaluación científica de cada caso. Desde 1858 hasta la actualidad solo fueron declarados oficialmente “curaciones milagrosas” 70 casos. En 2013, se reconoció como milagro un hecho ocurrido en 1989. A una mujer llamada Danila Castelli se le diagnosticó un cáncer incurable que inundó de tumores todo su cuerpo. Sin embargo, fue rezar al santuario de Lourdes y de repente dijo sentirse aliviada. Su enfermedad había desaparecido por completo.
¿Qué fue de la vida de Bernadette? Luego de las apariciones se la acoge como interna en el hospicio de Lourdes dirigido por las hermanas de la caridad de Nevers, allí pasó 8 años. En agosto de 1864 solicita ser admitida en la congregación de las hermanas y así, el 3 de junio de 1866 abandona para siempre su pequeña ciudad y, sobre todo, se despedirá de la gruta. Nunca más volverá a ella. El 30 de octubre de 1867 Bernadette pronunció sus votos temporarios y finalmente los votos perpetuos. Ahí se transforma en Sor María Bernarda. Sufrió mucho en su vida un tumor en la rodilla y una tuberculosis pulmonar, iban erosionando su existencia y le causaban grandes dolores. Con solo 35 años fallecerá el 16 de abril de 1879 a las 15:15. Sus últimas palabras fueron: “La he visto otra vez... ¡Qué hermosa es! Madre, ruega por mí que soy pecadora”. Fue enterrada en la Capilla Saint Joseph, situada en el jardín del convento.
Su cuerpo fue sometido a tres exhumaciones en 1909, 1919 y 1925. Estas exhumaciones certificaron que sus restos se han mantenido relativamente intactos. La primera exhumación en 1909 se comprobó que el cuerpo había permanecido intacto, en los detalles de las uñas, el cabello y los dientes. Mientras que la fuerte humedad había hecho desaparecer los rastros de ropa y el Rosario, se la volvió a vestir y sepultar. La segunda exhumación en 1919, los médicos confirmaron la misma situación de diez años antes, con la diferencia de que el cuerpo ahora parecía más oscuro. La tercera exhumación tuvo lugar en la víspera de la beatificación de Bernardette en 1925. Esta vez, el cuerpo mostró claros signos de descomposición. La humedad había realizado su trabajo. En esta ocasión también se realizó una autopsia del cuerpo, que mostró que los órganos internos estaban en parte intactos, en particular el hígado. Dado que se autorizó que el cuerpo sea expuesto, se cubrió su rostro y manos con una capa de cera color natural, dando la apariencia que posee hoy. Se la vistió con el hábito y se la guardó en un precioso relicario en la capilla del convento de Saint Gildard, en Nevers, donde permanece hasta nuestros días, en la posición con la cual fue sepultada: la cabeza girada un poco hacia el hombre izquierdo y sus manos entrelazadas en forma de oración. El 8 de diciembre de 1933, durante el “año santo de la Redención y Jubileo extraordinario el papa Pío XI proclamó “santa” a Bernadette Soubirous. Hoy, con una población de aproximadamente 15.000 habitantes, Lourdes recibe la visita de unos 9.000.000 de peregrinos por año.
Los milagros y las gracias que se propagan a través de Lourdes, solo se mide por la fe. Para aquellos que la poseen todo es posible; para aquellos que no la tienen, todo es imposible y absurdo.