Nos resulta duro, incómodo, triste, doloroso... Nos agobia, nos hace sentirnos inseguros, raros, inoportunos... Apoyar a ese ser querido (familiar, pareja, amigo, compañero...) al que le han diagnosticado un cáncer no es tan fácil como se ve en las series, en las películas o en la ficción. La realidad es más cruda por que es eso: real. Y es crudo y real llamarle por teléfono y colgar antes del primer toque, y es real y crudo no saber qué decir, no saber qué hacer y no saber cómo ayudar en una situación cuya dimensión no comprendes si no la has vivido de cerca. Y es tan real como crudo dejar pasar el tiempo y arrepentirse un día de no haber llamado, de no haber dado un abrazo o de no haber «estado ahí».
La palabra 'acompañamiento' parece ser la clave, según explica la psicóloga Aída Rubio, directora clínica de TherapyChat: «Recibir el diagnóstico de cáncer es un golpe muy duro tanto para el enfermo como para su entorno cercano. Tratar de hipercontrolar la situación, asumiendo el papel de médicos o de enfermeros, no ayudará. Tampoco lo hará negar las emociones o evitar la cuestión. El papel de acompañamiento y de apoyo es el que corresponde a los seres queridos, que tendrán que aportar la mayor normalidad posible al enfermo, evitando infantilizarle o sobreprotegerle, y ayudándole a preservar su identidad y su dignidad».
Pero a menudo en ese intento de acompañar o de ayudar se pierde el foco y olvidamos mostrar que, a pesar de la nueva situación, nuestra relación (de amistad, familiar, de amor...) sigue siendo la misma y que seguimos viendo a esa persona como nuestra amiga, madre, padre, hija, hijo, pareja, tío, prima...
Lo que no debes hacer: así no ayudas
Uno de los errores frecuentes que se cometen cuando a uno de nuestros seres queridos le diagnostican un cáncer es intentar animarle utilizando frases que pronostican una pronta y segura recuperación. Tal como explica la psicóloga de TherapyChat, estos comentarios, aunque bien intencionados, reflejan en realidad nuestro deseo y el de todos los que le quieren, pero un paciente oncológico sabe que va a ser un proceso difícil y que, en la mayoría de los casos, no se puede asegurar nada. «Lo mejor es empatizar con nuestro familiar (o ser querido), reflejar que es normal que tenga muchos pensamientos y sentimientos negativos y recordarle que estamos ahí para acompañarle cuando nos necesite», propone.
También es frecuente preguntar a menudo (y a veces todos los días) a esa persona si sabe algo nuevo sobre su situación o sobre el diagnóstico y el tratamiento. Sin embargo la experta precisa que, aunque sea normal que nos interesemos por ello, debemos intentar que no se convierta en el único tema de nuestras conversaciones. «Es preferible dar lugar a que la persona exprese y comente lo que quiera y cuando quiera, es decir, podemos mostrarnos abiertos a escuchar y a hablar de lo que necesite y no únicamente de la enfermedad», argumenta. El límite o las fronteras en este sentido son sutiles, delicadas y a menudo aparecen desdibujadas de modo que exige por nuestra parte un esfuerzo de atención y de sensibilidad ante el estado de ánimo de nuestro ser querido. De hecho la experta aclara que tampoco es adecuado que evitemos hablar del diagnóstico a modo de defensa, bien porque pensamos que así dejará de pensar en ello o bien porque nosotros mismos no queramos afrontar la realidad. «Lo más adecuado es halar de ello de cara: de la enfermedad, del tratamiento y de los aspectos relacionados y e todo lo que implica. Pero debemos hacerlo, como hemos mencionado antes, desde el respeto y desde la tranquilidad, intentando no transmitir una sensación de incomodidad», aconseja Rubio.
«Uno de los principales errores que cometemos es intentar animar a la persona utilizando frases que pronostican una pronta y segura recuperación»
Aída Rubio , Psicóloga
Parece claro pensar que la buena intención es lo que prima a la hora de intentar ayudar, pero el hecho de que sea algo bien intencionado no quiere decir que sea útil, bueno o provechoso. De hecho, algunos comportamientos aparentemente buenos o amables pueden ser perjudiciales. Uno de ellos es presuponer que hay actividades que no pueden realizar y ayudarles a hacerles, sin preocuparnos de averiguar si las pueden hacer sin ayuda pues, aunque nuestra intención sea protegerles para que «hagan lo menos posible» en realidad esto suele generar un sentimiento de inutilidad que resulta frustrante a los pacientes. Y lo mismo sucede cuando se toman decisiones sin tener en cuenta su opinión. «Podemos pensar que estamos facilitando su bienestar, pero lo cierto es que estamos reduciendo su capacidad y su libertad de decisión», revela Rubio.
Tampoco se les apoya si cambiamos nuestra forma de comportarnos o comunicarnos con ellos. «A veces, por el sentimiento de tristeza, aparece una tendencia a usar un tono de voz y una gesticulación que denota un cuidado exagerado hacia esa persona. Eso puede hacer que se sienta mal, si interpreta que lso demás sienten pena o lástima por él», aclara la psicóloga.
Lo que sí debes hacer: así aportas
Algunas de las formas de ayudar a un ser querido que ha recibido un diagnóstico de cáncer pasan, precisamente, por validar sus emociones y hacerle más llevaderos los cambios que se van a producir en su vida, según detalla Rubio en esos ocho puntos:
1. Escuchar y acompañar sus miedos e inseguridades. «Es muy común que las personas con un proceso oncológico tengan miedos e inseguridades, por lo que facilitar que pueda expresarlos hará que se reduzca el nivel de malestar interno y los posibles pensamientos irracionales», propone.
2. Favorecer que puedan identificar sus emociones. Podemos hacerlo escuchando lo que piensan y ayudándoles a reconocer cuándo están tristes, enfadados, frustrados o cuándo sienten varias emociones al mismo tiempo.
3. Normalizar y aceptar distintas emociones y cambios de humor. «Debemos reflejar que es normal que tenga momentos de tranquilidad y que viva otros en los que se sienta invadido por emociones como la tristeza, la frustración o el miedo. Podemos acompañar a nuestro ser querido en estos momentos y permitir que se desahogue sin juzgar en ningún momento la validez o no de sus sentimientos y vivencias», aclara.
4. Realizar actividades de ocio y recreativas que fomenten una buena calidad de vida. Mantener un estilo de vida activo y de ocio fomentará que su estado de ánimo sea positivo.
5. Comprender el tratamiento, informarnos y así hacer más sencillo para nuestro familiar sus explicaciones sobre la fase en la que se encuentra. Muchas veces es complicado para las personas con cáncer explicar todo el proceso por el que van a pasar. «Es útil informarnos sobre el tipo de tumor que padece y comprender los procesos y fases que conlleva su tratamiento, facilitando así que nuestro ser querido no tenga que revivir el proceso de manera continuada o cada vez que nos lo tiene que explicar», recomienda.
6. Colaborar en la planificación y organización de sus rutinas, asumiendo compromisos que realmente podamos realizar, de modo que nuestro ser querido no lo perciba con culpabilidad.
7. Ayudar a que comprenda el proceso sin reducir la importancia de la enfermedad y sin exagerar el nivel de positivismo, adoptando una postura realista, de motivación y apoyo.
8. Poner a nuestro ser querido y a nosotros mismos en contacto con profesionales de la salud mental para que nos ayuden a afrontar este proceso. Normalmente, tanto los pacientes diagnosticados como las personas de su entorno pasan por una situación compleja en la que no falta el miedo, la incertidumbre y la inseguridad. «Es importante contar con un espacio individual o en grupo donde podamos expresar nuestras vivencias, pensamientos y sentimientos», apunta Rubio.
Si soy quien le cuida, ¿debo esconder mis emociones para que no sufra?
Sentir miedo, tristeza, incertidumbre o angustia es normal. Por eso la experta de TherapyChat asegura que intentar negar o incluso ocultar esas emociones puede ser tan contraproducente para nuestra salud mental como para la de nuestro ser querido. «Si tenemos la necesidad de habalr sobre lo que nos está ocurriendo, hagámoslo y si necesitamos descansar la mente, busquemos tiempo para nosotros mismos para practicar deporte, leer un libro o tomar un café con un amigo», sugiere.
Al igual que él, tendremos que buscar refugio en nuestros amigos, pareja, familiares, grupos de apoyo o en una terapia psicológica pues los cuidadores y las personas cercanas juegan un papel importante de apoyo emocional, lo que hace muy necesario «cuidar al cuidador».
El camino para gestionar las emociones del cuidador es el mismo que se aconseja a los pacientes: identificar la emoción, expresarla, observar de dónde surge y, por último, sentirla y demostrarla sin culpa.
ABC por Raquel Alcolea