La mutación que hizo a los perros pequeños ya estaba en los lobos hace más de 53.000 años
- 02/02/2022 18:00 hs
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El chihuahua o el yorkshire no son solo un capricho humano, el gen que determina su tamaño existía mucho antes de la domesticación de los canes.
Los perros pequeños resultan adorables. Parecen un juguete, se adaptan a los pisos con pocos metros y pueden ser paseados en un bolso. Hasta ahora, se consideraba que su diminuto tamaño se debía a la selección humana, al escoger de entre los lobos a los ejemplares menos imponentes y amenazantes para ser domesticados hace unos 20.000 años. Sin embargo, investigadores estadounidenses han encontrado un gen que determina el tamaño de los canes y que ya estaba presente en los lobos de hace más de 53.000 años, mucho tiempo antes de que apareciera el mejor amigo del hombre. Sin saberlo, los criadores victorianos explotaron esa mutación para crear a capricho razas de 'toys' como el yorkshire terrier.
El estudio se remonta a 2007, cuando los científicos dirigidos por Elaine Ostrander, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de EE.UU., descubrieron un factor genético importante en las dimensiones de los perros.
El equipo analizó el ADN de miles de ejemplares y encontró un gen llamado IGF1, responsable del 15% de la diferencia de tamaño entre las razas de perros domésticos (Canis lupus familiaris), la mayor de cualquier especie de mamífero (40 veces entre razas). Mientras un chihuahua puede quedarse en 16 cm de altura, un gran danés alcanza los 80 cm.
En el nuevo trabajo, que aparece publicado en 'Current Biology', el postdoctorado de Ostrander, Jocelyn Plassais, estudió casi 1.300 genomas de 230 razas modernas, perros indígenas y un dingo (considerado más antiguo que los perros actuales). Al poner el foco en el gen IGF1 se dio cuenta de que la clave se encontraba en un gen compañero, el IGF1-AS, que afecta a la cantidad de hormona del crecimiento que produce el cuerpo del perro.
En concreto, dos pequeñas variaciones genéticas, o alelos, en IGF1-AS, suponían un gran impacto en el tamaño del cuerpo del perro. Las tres cuartas partes de los perros con dos copias del alelo C eran de razas pequeñas que pesaban menos de 15 kilogramos, como pugs y chihuahuas. Por el contrario, las tres cuartas partes de los perros con dos copias de la variante T eran razas grandes con más de 25 kilogramos, como el lobero irlandés o el gran danés. Los perros de tamaño mediano, como los border collies, solían tener una C y una T.
En un lobo siberiano
Entonces, los investigadores colaboraron con biólogos evolutivos de la Universidad de Oxford y de la Ludwig Maximilian para analizar el ADN de lobos antiguos y ver cuándo apareció por primera vez esa mutación clave. Cuando el equipo analizó el ADN de un lobo siberiano(Canis lupus campestris) de 54.000 años de antigüedad, descubrió que también poseía la mutación de la hormona del crecimiento. Aunque los investigadores aún no están seguros del motivo, el alelo C podría haber sido útil para adaptarse a cambios climáticos, como temperaturas más cálidas y presas más pequeñas, donde tener un cuerpo pequeño es una ventaja. «Es como si la naturaleza lo hubiera guardado en su bolsillo trasero durante decenas de miles de años hasta que lo necesitaba», dice Ostrander.
El hallazgo evidencia que no fueron los criadores victorianos los que introdujeron estas variantes genéticas. Y no solo es válido para perros y lobos, sino también para coyotes, chacales, perros de caza africanos y otros miembros de la familia de los cánidos. «Esto se relaciona mucho con la domesticación canina y el tamaño corporal, y las cosas que creemos que son muy modernas son en realidad muy antiguas», señala la investigadora.
Ostrander y su equipo planean continuar investigando los genes que regulan el tamaño corporal en los perros. «Una de las cosas que es genial de los perros es que debido a que han evolucionado tan recientemente, en realidad no hay muchos genes de tamaño corporal», señala. Los cánidos tienen solo 25 genes conocidos que regulan el tamaño del cuerpo, en comparación con varios cientos en los humanos. «Realmente quiero entender todo el continuo, desde los chihuahuas hasta los grandes daneses», afirma.