Ilumina la oscuridad
Edición del 24 / 11 / 2024
                   
30/01/2022 13:00 hs

La trágica historia de Pinocho Marimón, pupilo de Fangio y el único argentino que se mató en la Fórmula 1: la obsesión que le costó la vida

- 30/01/2022 13:00 hs
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Fue el primer piloto que falleció en un fin de semana de Gran Premio. Ganó una carrera sin puntos en la Máxima y era llamado a ser el sucesor del Quíntuple. Su remontada épica.

Viernes 30 de julio de 1954. El inglés Sir Stirling Moss con su Maserati consiguió el mejor registro en la tanda clasificatoria para el Gran Premio de Alemania de Fórmula 1 en Nürburgring, el autódromo más largo y peligroso del mundo. Un argentino se obsesionó con batir el tiempo del inglés, pero no fue Juan Manuel Fangio, por entonces baluarte de Mercedes, ni José Froilán González, que venía de lograr su segundo triunfo con Ferrari. Fue Onofre Marimón, considerado el sucesor del Quíntuple y conocido como “Pinocho”.

“Juan, ¿cómo hago para bajar el tiempo de Moss?”, le habría preguntado Marimón a Fangio.

“Esperame que el sábado salimos juntos y te explico los detalles del circuito. No salgas solo acá…”, habría sido la respuesta del Chueco.
Marimón no conocía Nürburgring y Fangio vio en el joven de 30 años el ímpetu por querer vencer al Infierno Verde, denominación que Sir Jackie Stewart le puso más tarde al circuito germano. Juan Manuel temió lo peor para su amigo y aprendiz. Y otra vez estuvo en lo cierto. Su sensibilidad y experiencia para anticiparse a los hechos le dieron la razón, aunque hubiese querido equivocarse. Pocas veces se lo vio tan conmovido a Fangio como el sábado 31 de julio de 1954, cuando Marimón perdió la vida y fue el único argentino en matarse en la F1.

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Museo Fangio

Su padre Domingo Marimón nació en Barcelona el 8 de mayo de 1903 y siete días más tarde llegó con su familia a la Argentina y se radicaron en Zárate. De adulto se enfermó de tuberculosis y tras frustrados intentos de curación, encontró la solución en las sierras cordobesas gracias al clima y al aire local. Tras cinco años en el hospital Santa María de Punilla, donde también arregló los autos de los médicos, llevó a su mujer, Elena Stramuci y al pequeño Onofre Agustín, que nació el 19 de diciembre de 1923 y ese día su abuela materna le puso el apodo, porque dijo que parecía un “Pinochito”.

Los Marimón vivieron en Cosquín y Domingo lo inscribió como pupilo en el colegio Santo Tomás, de Córdoba, pero los libros no fueron lo suyo. Según cuenta un artículo de La Voz del Interior, Onofre se negó a comer y regresó a Cosquín donde fue a trabajar al taller de Ángel Anticaglia, donde limpiaba piezas y barría, y fue en el lugar donde una llama se encendió para siempre: su amor por los autos que consolidó su relación con su papá.

Domingo siguió dándose maña con la mecánica, fue piloto y se convirtió en uno de los mejores de su época en pleno inicio del Turismo Carretera, junto a los hermanos Oscar y Juan Gálvez, los propios Fangio y Froilán González, Eucebio Marcilla y Ricardo Risatti, entre otros. De hecho, Toscanito, como se lo conocía a Marimón padre, ganó la carrera más emblemática de la popular categoría, la Buenos Aires-Caracas de 1948, una competencia que atravesó seis países, tuvo 14 etapas y 9.576 kilómetros de extensión. Un Rally Dakar de esa época, pero con autos casi estándar.

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Archivo CORSA

Impulsado por esa fiebre fierrera, Pinocho empezó a despuntar el vicio en carreras zonales y debutó en el TC el 12 de octubre de 1949 en una competencia para no ganadores en General Pueyrredón, donde venció con un Chevrolet que era de su padre. Fue escoltado por Manuel Cortinas (Ford) y Manuel Arrouge (Ford). Más tarde repitió triunfos en Junín, La Cumbre, Mar del Plata y San Nicolás. A esta altura era inseparable de su papá y se hizo amigo de las figuras de entonces, en especial de Fangio y Froilán González, quienes se destacaron en las carreras internacionales que se hicieron en la Argentina con la categoría que fue la precuela de la F1.

En 1950 la Máxima se formalizó como Campeonato Mundial. Pinocho se vio atrapado por los monopostos y con un Chevrolet Wayne también compitió en otra divisional muy importante en aquellos años, la Fuerza Libre de la Mecánica Nacional (luego conocida como Fórmula 1 Mecánica Argentina), que eran coches de Fórmula y que fue la mejor formación para quienes pretendieron correr en la F1. Allí quiso llegar Onofre y le abrieron las puertas Fangio y Froilán González. En el verano de 1951, luego de no poder largar una carrera sin puntos en la Costanera Norte por fallas mecánicas en su Maserati, viajó a Europa detrás de su gran sueño.

Debutó en la Máxima el 1 de julio en Francia, donde ganó Fangio con su Alfa Romeo y Pinocho, a bordo de una Maserati, largó 15º y desertó en la segunda vuelta por problemas en el motor. Ese año también corrió las 24 Horas de Le Mans con Froilán González, donde con un Talbot Lago quedaron afuera por la rotura del radiador. Mientras tanto su amigo y maestro, Fangio, consiguió el primero de sus cinco títulos en la F1 tras vencer al italiano Alberto Ascari, que corría con Ferrari.

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Archivo CORSA

Al año siguiente compitió en la Mecánica Nacional con un Chevrolet y en 1953 volvió al Viejo Mundo donde ya inserto en Maserati corrió en la Fórmula 2 y con un Alfa Romeo 6C 3000 del equipo oficial, compitió junto a Fangio en Le Mans, donde abandonaron luego de 22 vueltas. Pero lo más importante fue su presencia regular en la F1, donde alcanzó su primer podio tras ser tercero en Bélgica, luego resultó noveno en Francia, aunque tuvo cuatro deserciones en Gran Bretaña, Alemania, Suiza e Italia.

La proyección de Pinocho era indiscutible y Fangio, ya con casi 43 años, lo vio como su sucesor. Cuando el Chueco pasó a Mercedes en 1954, Onofre quedó como uno de los baluartes de Maserati y quiso dar el salto definitivo a su campaña internacional. En ese momento el calendario de la F1 se conformó de carreras oficiales por el Mundial y las que no fueron puntuables. En este grupo hubo una competencia disputada el domingo 6 de junio en el XIII Gran Premio de Roma, en un trazado urbano en Castelfusano. Onofre hizo la pole positions, largó adelante con su Maserati 250F, venció de punta a punta con el récord de vuelta incluido y les sacó dos vueltas a sus perseguidores. El podio lo completaron el estadounidense Harry Schell y el local Sergio Mantovani, ambos también con sendas Maserati.

Pero su actuación consagratoria fue el 17 de julio en Silverstone, sede del GP de Gran Bretaña, donde tras partir desde la 28ª colocación tuvo una remontada memorable y superó a 25 autos. Terminó tercero delante de su mentor, Fangio, y detrás de los dos corredores de Ferrari, Froilán González (su segundo y último triunfo en la F1) y del inglés Mike Hawthorn. Fue una competencia tan intensa en la ex base aérea de la Segunda Guerra Mundial que siete de los 29 pilotos que largaron (incluido Pinocho) empataron el récord de vuelta.


Hasta que llegó la fecha alemana en el temible Nordschleife de Nürburgring, también conocido como el “Ring” (el anillo) de 22 kilómetros, una recta de tres y 176 curvas, varias de ellas ciegas con subidas y bajadas en un trazado estrenado en 1927, que atraviesa dos pueblos, rodeado de árboles y que hoy sigue siendo el mayor desafío para cualquier piloto de pista. Onofre no lo esperó a Fangio y el sábado 31 de julio salió a pista para batir el tiempo de Moss, que también corría con Maserati. En la clasificación para la carrera y tras dejar atrás la curva de Kallenhard y previo a ingresar al puente de Adenau, hay una bajada pronunciada donde todos transitaron en tercera velocidad, pero Pinocho la hizo en cuarta, su auto salió despedido y cayó de punta. Tuvo un fuerte choque casi 100 metros más abajo y falleció con el tórax hundido por el volante y fracturas en sus cervicales. Otra versión que circuló fue que perdió el control de su auto porque se le rompió una cubierta.

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Crédito: https://www.jmfangio.org/

El primero que llegó al lugar del impacto fue un sacerdote que estaba fotografiando los autos y quiso rescatarlo a Onofre, pero de inmediato constató que estaba muerto y le ofrendó una oración de despedida a Pinocho, que tenía 30 años, siete meses y 12 días. En los boxes, su padre Domingo todavía lo esperaba para que pudiera completar su vuelta…

Detrás suyo salió Fangio, como queriendo alcanzarlo para explicarle los secretos de Ring, pero ya era demasiado tarde. El Chueco llegó a su box y se encontró con el director del equipo Mercedes, Alfred Neubauer, que tiempo más tarde dio su versión en su libro “La velocidad fue mi vida”: “Cuando salió tras su Maserati roja, Fangio estaba a alguna distancia tras él. Vio a Marimón hundirse en la neblina a una velocidad extrema cuando lo perdió de vista. Segundos más tarde distinguió una larga brecha abierta en la vegetación y cómo salían llamas de detrás de los matorrales. ‘Marimón tuvo un accidente con su Maserati’, anunciaron enseguida los altavoces. Después, un momento más tarde, ‘El piloto murió’. Fangio llegó al box, saltó del habitáculo y corrió hacia nosotros dominado por el ansia. Su cara estaba completamente pálida. Enseguida llegó (José Froilán) González, fue a su encuentro y los dos hombres, héroes de tantos duelos sobre la pista, se pusieron a llorar como niños”. El Chueco había logrado la pole positions y conseguido el objetivo que buscó Pinocho.

Aunque el balcarceño no tuvo consuelo y no quiso correr. Estuvo destruido. “Lo único que podía hacer era darle tiempo para reponerse del choque. Cuando finalmente le hablé insistiéndole en la necesidad de que corriera, me daba cuenta del cinismo con que yo debía aparecer a los ojos de los profanos; pero no hay lugar para los sentimientos en las carreras de coches. Al día siguiente la manera de conducir de Fangio hizo que 350.000 personas se levantaran de sus asientos”, agregó Neubauer en su relato.

Juan Manuel ganó con su Mercedes W196, la emblemática “Flecha de Plata”. Al llegar al podio se quebró y abrazó a su pareja Andrea “Beba” Berruet, que también rompió en llanto. Habían perdido a un amigo, pero el Chueco en particular lo sintió mucho porque supo que en Marimón se fue un gran piloto al punto que, con solo 11 Grandes Premios, por sus dos podios está cuarto en la tabla histórica de resultados entre los 24 corredores albicelestes que corrieron en la F1 detrás de Fangio, Carlos Alberto Reutemann y Froilán González.

Además, Marimón fue el único argentino que murió en la F1 y fue el primero de los que perdió la vida en un fin de semana oficial de carrera sobre un total de 44 fallecidos en eventos de la Máxima, contando carreras puntuables o sin unidades, pruebas oficiales y extraoficiales. Antes se mataron el estadounidense Chet Miller (15/05/1953) en los ensayos previas de las 500 Millas de Indianápolis, que en los años cincuenta integró el Campeonato Mundial, y el italiano Charles de Tornaco (18/09/1953), en una carrera sin puntos en Módena.

Fangio corrió dos veces más en Nürburgring con sendas victorias en 1956 y 1957, cuando concretó la mejor carrera de su vida y alcanzó su quinta corona. Más tarde volvió al circuito alemán como director de la Misión Argentina para las 84 Horas de 1969 con los Torino que hicieron historia y uno de los tres, el que terminó la carrera, fue el auto que más vueltas dio (334 pero les computaron 315 por una penalización).

En aquella ocasión el Chueco quiso rendirle un tributo y Carlos Lobbosco, que trabajó en IKA-Renault y fue coordinador del equipo, recordó en el documental La Misión Argentina: “Cuando llegamos a Nürburgring, Fangio llevó una placa muy linda de bronce para rendirle homenaje a Pinocho Marimón. Quería ponerla en el árbol donde se había matado. Él lo quería mucho a ese chico. Lo fue a ver al gerente general (del circuito) y le mostró la placa. Pero el alemán, con buen criterio, le dijo ‘mire Fangio, usted sabe lo que yo lo admiro, lo respeto y lo quiero, pero tenemos absolutamente prohibido poner algo en el circuito que recuerde la muerte, porque sino esto sería peor que un cementerio por todos los que se mataron en Nürburgring. Lo que le ofrezco es un lugar que está enfrente, que corresponde al circuito, para que pueda poner la placa”.

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Aquella vez quizá Fangio pudo darle la despedida que quiso a Pinocho Marimón. Con su partida se truncó una gran trayectoria y la Argentina perdió un potencial campeón mundial. El Chueco sufrió mucho su muerte porque se le fue un amigo y su pupilo, ese que pudo ser su heredero, pero quedó en el camino.

Infobae Por Darío Coronel

Foto tapa: Museo Fangio

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