Pese a que la muerte forma parte de la vida y la pérdida de un ser querido es una experiencia universal, asumirlo desde un primer momento es otro cantar. Tomar consciencia del dolor para evolucionar, encontrarle un nuevo sentido a la vida y lograr el bienestar psicológico, tan esencial en nuestro día a día, es lo que necesitamos tras el fallecimiento de un ser querido.
En 'Más allá del dolor de la pérdida' (Vergara), de la psicóloga y experta en mindfulness Lorena Alonso Llácer, encontraremos el conocimiento y las herramientas necesarias para aprender, en primer lugar, a aceptar la impermanencia de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Nos explica en detalle qué es un proceso de duelo, sus diferentes fases y distintas aproximaciones, al tiempo que nos acerca a la filosofía del mindfulness y de la compasión budista.
"Más allá de la pérdida y el dolor" (Vergara)
Así entenderemos cómo estas pueden ser un revelador instrumento psicoespiritual y de autoconocimiento a la hora de transitar y dar significado al dolor, para caminar hacia la recuperación y el consiguiente crecimiento postraumático tras la pérdida.
Pensamos que perdemos a alguien y el mundo se para. ¿Qué aconseja para seguir con el día a día de nuestra vida?
He reflexionado mucho sobre el tema de los duelos porque me sorprende cómo estamos pasando por una pérdida y a los pocos días nos incorporamos al trabajo. Cuando perdemos a alguien con quien tenemos un vínculo muy fuerte, como ocurre con los padres, hijos o pareja, deberíamos darnos el permiso de que, efectivamente, se pare el mundo. Si no nos permitimos parar para sentir nuestro duelo, es peor intentar hacer que no ha pasado nada. Hay casos en consulta de personas que no viven el duelo en el momento de la pérdida y a posteriori tienen episodios de ansiedad y depresión. Y, además, se sabe que hay conexión con esa pérdida pasada por el proceso del duelo que no se elaboró.
Es humano sentir el dolor y recordarnos que no estamos solos, que nos dejemos acompañar por la red de amigos que tenemos. En esos momentos necesitamos el calor de la gente, no sus palabras. Y, además de permitirnos estar acompañados, podemos formar parte a largo plazo de algún grupo de personas que han vivido un dolor parecido. Eso junto con llevar una buena alimentación y hacer ejercicio, porque hay que cuidar el cuerpo, que es el lugar donde reside nuestro ser.
¿Entonces es común el duelo retrasado?
Hay caso en los que sí. Estas personas, cuando vienen a consulta, muestran problemas actuales de ansiedad o depresión, y yo siempre exploro los duelos que han tenido a lo largo del camino y otras experiencias traumáticas de la infancia. Sí que veo que muchos de los síntomas que presentamos en la actualidad están asociados a experiencias pasadas. Cuando indagas y tiras del hilo ves que esa persona ha vuelto pronto a la rutina del día a día sin darse un tiempo para reflexionar sobre la perdida.
«Si somos conscientes de la muerte como forma de vida las relaciones serán más intensas y significativas»
Lorena Alonso , Psicóloga y experta en mindfulness
Y, ¿es posible vivir un duelo antes de que se produzca la pérdida? Es decir, personas que se han anticipado en la muerte de alguien y ya lo tienen asumido...
Este tema tiene dos miradas: una es la que me comentas de que te anticipas. Este tipo de personas se han quedado rumiando ese hecho que no ha llegado y proyectan el futuro como si esa persona ya estuviera muerta. Este es el caso negativo. Es verdad que en otras personas te puedas preparar para la muerte de ese ser querido, como es el caso de una enfermedad. Aquí el anticipar te hace ser consciente de que eso puede pasar y te preparas. Al final es elegir entre la obsesión de lo que puede que pase o entender que es posible que eso suceda. He visto a gente que anticipa pero de forma serena y en otros casos se presenta la otra forma, en la que viven muertos en vida.
Habla en su libro del dolor que resurge pasado un tiempo. ¿Cómo afrontarlo?
Es lo más normal del mundo porque una simple canción o un lugar te van a recordar siempre a esa persona y te conectan con ella, así que va a haber muchos momentos en los que se va a reactivar ese dolor. Yo siempre digo que el camino del duelo es como ir ascendiendo por una escalera en caracol, que de alguna manera hay momentos en los que hay más intensidad de dolor que en otros… Por ejemplo, cuando llega la Navidad. Lo importante es verlo como parte del proceso y no como un retroceso. Hay que entender que esto es natural y es el reflejo del amor; cuando hay amor hacia un ser querido es normal que su pérdida duela, al igual que es normal que en algunos momentos se crea que no se puede, pero en otros seguro que sí. Lo que perdura en una pérdida es la añoranza por ausencia, no la tristeza.
Y cuando no somos nosotros los que sufrimos la pérdida sino un familiar o amigo, ¿qué esperan estas personas que les demos?
Tienen que saber que estás ahí para lo que necesiten y que la puerta está abierta. Los dolientes me dicen que les hace mucho bien que las personas de alrededor hablen del ser querido. A veces, por miedo a reactivar el dolor, quienes les rodean tratan de no mencionar a esa persona que se ha ido para que no pasen un mal rato, pero en verdad quieren que sigan estando presente de algún modo y así expresar sin presión todo lo que tiene que ver con la persona que no está. A los familiares y amigos les ayuda mucho que se siga dando lugar a quienes se han ido, por eso en mi libro incluyo testimonios de personas que han sufrido una pérdida. Lo importante es que sepan que están, y ya ellos cuando necesiten algo te lo pedirán.
«Aquello que no me permito sentir, se enquista»
Lorena Alonso , Psicóloga y experta en mindfulness
En darles su espacio se sobreentiende que no hay que presionarles para vernos o hacer planes, sino que se tomen su tiempo, ¿no?
Eso es, no hay que presionar sino entender el momento por el que está pasando esa persona, que no es más que una fase del duelo. Estas personas, a lo mejor, quieren estar todo el día en la cama porque todo se les hace grande, y no pasa nada. Sus pensamientos no están donde tienen que estar y hay que entenderlo y comprenderlo. Hay que recordarle que cuando necesite de ti tú estás ahí, y sugerirle que puede ser beneficioso que conecte con otras personas, pero siempre todo como sugerencia, no con presión. Hay que cuidar el lenguaje.
Siempre será más fácil ponernos en la piel de la otra persona cuando nosotros mismos hemos tenido esa vivencia porque nos hace empatizar. Al fin y al cabo, vivir un duelo es una experiencia universal.
Es una experiencia universal pero todavía no se habla con soltura de la muerte. Más bien parece un tema tabú...
Todos hemos pasado mucho miedo durante la pandemia, especialmente al principio, pero gracias a ella la muerte está siendo más visible. Nos ha hecho ver que una persona puede estar bien y morir de la noche a la mañana. En Occidente hemos vivido muy a espaldas de la muerte y en otras sociedades de Oriente lo tienen muy naturalizado.
Cuanto más reflexionas sobre la muerte más te fortaleces conectando con tu resiliencia. Aquello que visitas una y otra vez a través de la reflexión nos habitúa y se desensibiliza. Es necesario vivir sin ese miedo para vivir plenamente. Yo entiendo la muerte como un despertar; si somos conscientes de la muerte como forma de vida las relaciones serán más intensas y significativas.
«El mindfulness nos permite ser conscientes de lo que nos está sucendiendo a nivel interno»
Lorena Alonso , Psicóloga y experta en mindfulness
¿Y la pérdida de un ser querido suele ser el motivo principal por el que se acude a consulta ?
Vienen con otras causas a posteriori. Llevo casos a nivel individual y estas personas lo que más necesitan es acompañamiento. Por eso, invito a que se acuda a un experto porque de alguna manera, y aunque el duelo es un proceso natural, esta persona te va a ayudar a poner palabras a lo que siente y a que hagas esas tareas que tienes pendientes, como las promesas que hiciste al fallecido. Sentimos culpa y necesitamos trabajarlo. Es necesario conectar con esa vulnerabilidad y seguramente ese profesional ha vivido al menos un duelo a lo largo de su vida, así que revisa en tu interior qué relación tienes con la muerte y eso ayudará a que las sesiones con tus pacientes sean más reales y buenas.
Ha encontrado en el Mindfulness una vía muy potente para afrontar este tema, ¿no es así?
El mindfulness nos permite ser conscientes de lo que nos está sucediendo a nivel interno. Desde esa consciencia observamos las emociones sobre esa pérdida y lo podemos digerir. Cuando sufrimos, la reacción natural que tenemos es la de intentar rechazar aquello que nos hace daño y se nos activa a todos por el instinto de supervivencia y acercarnos a lo agradable. Con el mindfulness ocurre lo contrario: al poner consciencia en el proceso dolorosos, este nos ayuda a entender esa pérdida.
Yo siempre digo que vivir un duelo es como cuando te haces una herida. Curar una herida duele, pero ese dolor hace que no se quede con tóxicos y pueda cicatrizar bien. Aquello que no me permito sentir, se enquista. Para superar cualquier daño siempre al principio hay cierta resistencia pero lo que uno se atreve a sentir te da la oportunidad de sanarlo y rehacer la vida.
ABC por Melissa González
Imagen de tapa: Adobe Stock