El médico José Luis Carreras se entusiasma cuando habla de la teragnosis, una pujante estrategia que funciona como un misil de precisión contra las células de algunos tipos de cáncer. Carreras, jefe de Medicina Nuclear en el Hospital Clínico San Carlos, en Madrid, habla de “resultados espectaculares” en determinados pacientes terminales.
El médico recuerda el caso de un hombre alemán de 62 años, con cáncer de próstata y una diseminación masiva con metástasis en los huesos. Tras un tratamiento experimental con teragnosis en la Clínica Central de Bad Berka (Alemania), ocho meses después parecía limpio. Volvió a trabajar y a hacer deporte. Y tres años y medio después seguía libre de cáncer, según explicó Carreras en febrero en una sesión científica en la Real Academia Nacional de Medicina, en Madrid.
La teragnosis ha sido una de las protagonistas del mayor congreso anual dedicado al cáncer en el mundo, el de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO), celebrado hasta este martes por internet. El término teragnosis es una combinación de dos palabras: terapia y diagnóstico. Con una misma molécula se puede diagnosticar y tratar la enfermedad. La estrategia, utilizada durante décadas contra el cáncer de tiroides, se está empleando ahora con resultados prometedores en otros tumores, como los neuroendocrinos y, sobre todo, el cáncer de próstata, el más frecuente en los hombres.
El médico Michael Morris, del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering, en Nueva York, ha presentado en el congreso de ASCO los últimos resultados de la teragnosis contra el cáncer de próstata avanzado. La técnica consiste en utilizar una molécula con alta afinidad por la PSMA, que es una proteína que suele estar en grandes cantidades en las células del cáncer de próstata.
Para hacer el diagnóstico, esa molécula afín al PSMA se une a un elemento químico radiactivo, el galio-68, que brilla en una exploración con tomografía por emisión de positrones (PET). Para el tratamiento, la misma molécula se une a otro elemento químico, el lutecio-177, que emite una radiación local que mata a las células cancerosas. Es como disparar primero una flecha con una bombilla y después otra flecha con una pequeña carga explosiva.
En el ensayo de Morris participaron 831 pacientes con cáncer de próstata resistente a la castración y metástasis, un tipo de tumor habitualmente letal. Los enfermos que recibieron el tratamiento con teragnosis vivieron 15,3 meses, frente a los 11,3 meses de los hombres a los que se administró una terapia estándar. Cuatro meses de diferencia -un 35% más- pueden parecer poca cosa, pero se trataba de pacientes prácticamente desahuciados, en los que ya habían fallado la quimioterapia y los tratamientos hormonales.
El médico José Luis Carreras subraya que los cuatro meses extra de supervivencia son un promedio. “Hay casos que no responden, pero hay algunos en los que la mejoría es espectacular”, señala. Su equipo del Hospital Clínico San Carlos participó este año en dos ensayos clínicos de teragnosis frente al cáncer de próstata avanzado. “Esto no es el futuro, es el presente. Es radioterapia molecular de precisión y personalizada. No es matar moscas a cañonazos, como otras técnicas. Es ir directamente a la célula tumoral, meterle radiación y destruirla in situ sin afectar a los tejidos sanos circundantes”, celebra.
Carreras cree que en los próximos años llegarán moléculas “para todo tipo de tumores”, como el Inhibidor de la Proteína de Activación de Fibroblastos (FAPI), afín a las células de diversas neoplasias malignas. “Casi todos los tumores tienen fibroblastos [un tipo de célula abundante en los tejidos fibrosos] revueltos con las células tumorales. Con el FAPI puedes enviar la radiación a los fibroblastos, pero, como el alcance de la radiación del lutecio-177 es de uno o dos milímetros, destruyes también las células tumorales. La ventaja del FAPI es que vale para cualquier tipo de tumor”, apunta Carreras. El médico matiza que todavía hay pocas pruebas de la eficacia terapéutica de esta estrategia, en parte por la escasa dosis de radiación alcanzada en las células tumorales.
El prometedor tratamiento experimental presentado en el congreso de ASCO, bautizado 177Lu-PSMA-617, estaba en desarrollo en la empresa biofarmacéutica estadounidense Endocyte. El gigante farmacéutico suizo Novartis anunció en octubre de 2018 la compra de esta compañía por unos 1700 millones de euros. Algunas investigaciones previas, como un estudio con 30 pacientes en 2016 en el Hospital Universitario de Heidelberg (Alemania), ya habían mostrado el potencial de esta estrategia.
La oncóloga Teresa Alonso, del hospital madrileño Ramón y Cajal, cree que el margen de beneficio de esta terapia “seguramente será mucho mayor” si se administra antes a los enfermos. “El concepto es viejo, pero ahora se va a poner bastante de moda”, opina Alonso, también secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). La investigadora recuerda que es una estrategia similar a la que se ha utilizado durante décadas contra el cáncer de tiroides, en ese caso con yodo-123 para el diagnóstico y yodo-131 para el tratamiento.
Y, en los últimos años, la técnica también se ha adoptado frente a los tumores neuroendocrinos, con una incidencia anual de menos de 10 casos por cada 100.000 habitantes. “La teragnosis es un concepto muy bonito y viene fortísimo para el tratamiento del cáncer de próstata”, aplaude la oncóloga. La investigadora, no obstante, mantiene los pies en el suelo: “Esto no es la cura del cáncer de próstata, evidentemente”.
La propia presidenta del congreso de ASCO, la oncóloga estadounidense Lori Pierce, ha celebrado los resultados de la teragnosis frente al cáncer de próstata avanzado. “El éxito de este tratamiento muestra la importancia de investigar alternativas a las terapias tradicionales contra el cáncer”, ha afirmado Pierce en un comunicado. Michael Morris, jefe del departamento de cáncer de próstata en el Sloan Kettering, ha sugerido directamente que las autoridades estudien la posibilidad de convertir el 177Lu-PSMA-617 en un nuevo tratamiento estándar para estos pacientes.
El médico José Luis Carreras lamenta la “lentitud” de las agencias reguladoras de los medicamentos a la hora de aprobar nuevas terapias. Uno de los problemas es su elevado precio. Carreras calcula que un tratamiento con teragnosis de un tumor neuroendocrino cuesta unos 65.000 euros por paciente. “Logra una supervivencia más larga que las otras alternativas y el precio es competitivo. No es más caro que la quimioterapia a la que sustituye”, argumenta.
La Nación Por Manuel Ansede.