La 22° edición de esta premiación anual tuvo 17 shows; Camilo, uno de los favoritos, fue uno de los artistas con más estatuillas; también ganaron Vicentico y Nathy Peluso.
Más allá de las cuentas que se puedan hacer sobre la cantidad de estatuillas que fueron a manos de cada uno de los artistas que participaron en la 22° edición de los Latin Grammy, y aun cuando hubo favoritos como el colombiano Camilo (que se llevó cuatro de las diez por las que estaba nominado), Rubén Blades terminó siendo el legítimo ganador de la noche. Lo fue por imponerse con su disco Salswing! (junto a Roberto Delgado & Orquesta) en la categoría Álbum del Año y porque fue homenajeado con el mayor premio que otorga la Academia Latina de la Grabación de los Estados Unidos: Persona del Año, por su extensa trayectoria.
Contra todo pronóstico, porque es conocida su verbosidad, Blades fue sintético en su agradecimiento. Solo dijo que no le agradaba la ambivalencia de ganar algo a expensas de que otros pierdan y que aceptaba el premio en nombre de todos los nominados.
En una segunda lectura, que va más allá de todo discurso, se puede pensar que dentro de la industria de la música, en una época en la que una persona puede hacerse mundialmente famosa solo por haber popularizado una canción (y a veces sin tener un disco publicado), el valor de una trayectoria sigue teniendo peso. Y en este caso, también nombre y apellido, Rubén Blades.
Tres horas de celebración
Con las presentaciones de rigor y un show de Gloria Estefan, que compartió en vivo con artistas como Pedro Capó, Diego Torres, Anitta y Carlinhos Brown, comenzó la 22° edición de premios Latin Grammy, desde el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas. “Esto es un show en vivo. Hay cientos de personas trabajando, de nuestras familias a las suyas”, dijo Carlos Rivera, uno de los presentadores que guiaron la ceremonia, durante casi tres horas, junto a Ana Brenda Contreras y Roselyn Sánchez.
Y como si realmente todo quedara en familia, minutos después apareció en escena Ricardo Montaner: “Quiero que me acompañen a recibir al que me va a convertir en abuelo por quinta vez”, dijo junto su hija Eva Luna, para presentar a Camilo, el gran nominado de la noche. El joven colombiano repasó algunos de sus grandes hits, como “Vida de Rico”. (Valga la aclaración: será el quinto nieto de Montaner pero el primer hijo del flamante matrimonio de Evaluna y Camilo). Cuando apenas había pasado una hora de ceremonia y el colombiano ya había recibido tres premios Grammy subió al escenario a recibir la cuarta estatuilla, de la categoría Mejor Álbum Pop y se la dedicó al bebé que está por venir al que llamarán Índigo.
Más temprano se realizó la premier, donde se entregaron la mayoría de los galardones de las más de 50 categorías que contempla esta premiación anual. Y Calamaro supo hacer de las suyas cuando subió a recibir un premio por la composición compartida con Jorge Drexler y C Tangana “Hong Kong”, del notable nuevo disco de Tangana. Hizo referencia a la cantidad de músicos talentosos reunidos en una misma noche que solo se encuentran en una premiación de los Grammy y “en el infierno”, agregó, mientras Drexler a su lado, lo acompañaba con una indisimulable risa.
Las presencia argentina estuvo representada por artistas como Vicentico, que se alzó con dos estatuillas (Álbum de rock y Canción de rock) y por el ascendente cantante Nahuel Pennisi (que en la edición del último año fue el único argentino que viajó a los Estados Unidos para cantar en vivo en aquella modesta edición). También por Nathy Peluso (ganadora en la categoría Mejor Álbum Alternativo, por Calambre) y Nicki Nicole, quienes se dieron el gusto de cantar con Christina Aguilera. María Becerra esparció su simpatía por la alfombra roja. Tinto Tango se impuso en la categoría Mejor Álbum de Tango por su disco Tinto Tango plays Piazzolla . Zoe Gotusso cantó sola con su guitarra en la ceremonia previa y captó el silencio absoluto de la audiencia. Bizarrap mandó saludos desde su casa. Y a pesar de que varias argentinas y argentinos estaban nominados en la categoría Mejor Nuevo Artista (por segundo año consecutivo la presencia argenta fue importante) esta vez tampoco pudo ser. La estatuilla fue a manos de la cantautora colombiana Juliana Velásquez.
Fito Paéz se merece un párrafo aparte porque además de participar en esta gala, fue distinguido en otro evento por su trayectoria. Recibió el Premio a la Excelencia Musical, que este año también fue para Martinho da Vila, Emmanuel, Sheila E. & Pete Escovedo, Milly Quezada, Joaquín Sabina y Gilberto Santa Rosa.
Antes de recibir el premio mayor, Rubén Blades también tuvo espacio en la gala nocturna con una retrospectiva en vídeo y el micrófono abierto para que pudiera expresarse con uno de sus clásicos: “Paula C”. René Residente le entregó la estatuilla que lo distinguió como Persona del Año y le leyó una carta. Entre otras palabras, le dijo: “Nadie en la música tiene tu obra literaria. Tus historias son de gente que existe, gente real que se desangra si le disparan. Gracias a ti nunca me sentí solo. Me criaste con tu música, me educaste con tus letras. Me aconsejaste en momentos complicados de mi carrera”. Y como no pudo terminar de leer porque se puso nervioso y le temblaba la mano, le pidió a Blades que le sostuviera el papel. Fue el momento más sentido e improvisado de toda la noche, con el público de pie, escuchando en silencio. Rompió por un instante las estructuras de la gran industria de la música latina, que se resumen una vez al año en tres horas de show. Otro de los momentos que le dieron otro tono al festejo fue cuando la popularísima brasileña Anitta le dedicó unas palabras a Marília Mendonça, joven cantante de música sertaneja que falleció la última semana en una accidente de aviación y conmocionó a todo el Brasil. “Estabas nominada esta noche y me duele que no estés acá”, dijo Anitta.
La mirada política de los Latin Grammy
La ceremonia no tuvo en los agradecimientos bajadas de línea ni discursos sociales o políticos; tampoco significativas referencias a la pandemia o a la situación de la industria de la música. Pero hubo una excepción. Fue cuando Gloria Estefan presentó el show encabezado por Yotuel en el que se interpretó el tema “Patria y vida”, que fue uno de los estandartes sonoros fuera de Cuba, ante las últimas manifestaciones que se produjeron en la isla. Al final del tema se vieron en la platea algunas banderas cubanas y una mayoría de público de pie. Minutos después, el tema se impuso como Canción del Año, frente a otras once que competían en ese rubro.
El pulso del show
En general el “vivo” le impuso velocidad a la ceremonia. Un ritmo que solo fue interrumpido por los cortes comerciales (que no fueron pocos). Parlamentos breves, presentaciones de categorías breves, agradecimientos breves. Más allá de lo estrictamente cronometrado por el guion televisivo, el vértigo también se adueñó de los presentes en el MGM de Las Vegas. Y la sensación, para los que estuvieron siguiendo la gala por la pantalla de TNT, mostró que ese ritmo estuvo muy marcado por la utilización del espacio dentro del teatro y la disposición en distintos formatos que se le dio al escenario.
Carlos Rivera y Nella cantaron temas de Armando Manzanero, el gran bolerista mexicano fallecido por complicaciones de Covid-19, el 28 de diciembre de 2020, a los 85 años. Sonaron clásicos como “Esta tarde vi llover” y “Todavía”. Y si aquello fue una oda a la intimidad, la versión de “Ingobernable” de C. Tangana fue casi un coro de cancha, pero afinado. Porque recreó el video de esa canción, pero con muchos de los artistas que esa noche participaron en la entrega de premios. La banda fue definida como Tangana y Compañía, porque era imposible anunciar al pie de la pantalla a todos los invitados que tuvo. Pero aquí sí se puede. Antonio Carmona, Diego del Morao, Jorge Drexler, Israel Fernández, La Húngara, Natalia Lafourcade y Omar Apollo, además de sus músicos.
La chilena Mon Larferte, que reseteó su carrera hace algunos años desde que se instaló en México y se convirtió en un éxito continental, se puso en modo mariachi embarazada para esta fiesta y cantó “Se me va a quemar el corazón” con Banda Limón, y luego “La Mujer”, junto a Gloria Trevi.
Uniformados con ambos azules y camisas blancas, Juanes y su banda, junto a los integrantes de Café Tacvba Rubén Albarrán y Emmanuel del Real hicieron un tributo a Juan Gabriel, muy rockero, con el tema “No tengo dinero”, de 1972. La versión viene a cuento del disco Orígenes, de Juanes, donde homenajea a compositores que lo influyeron.
Christina Aguilera reapareció en la versión latina de los Grammy haciendo ejercicio de su flojo castellano. De hecho, la versión de “Somos nada”, apenas acompañada por un piano, no consiguió claridad en la letra. En cambió, cuando cantó la guaracha “Pa mis muchachas”, secundada por Nathy Peluso, Nicki Nicole y Becky G. su voz se acomodó un poco más. La coreografía fue una versión de escenario del video que meses atrás grabaron las cuatro para esta canción.
Un rato después Juan Luis Guerra ganó el escenario para ponerle toda la experiencia que vale la veintena de Latin Grammy y Grammy que tiene ganados. Con su clásica formación, la 440, cantó “Vale la pena” y “El farolito”. Y pare el cierre de la transmisión llegó una dupla impensada, aunque del mismo origen, México: Maná con el cantante Alejandro Fernández.
Aunque no debe llamar la atención por el peso gravitatorio que ejercen las industrias musicales de algunos países en esta fiesta. Más allá de algunos cruces especiales (el de Christina Aguilera con sus “muchachas”, Juanes con los Tacvba, y C Tangana con un seleccionado de nominados y ganadores) la música mexicana y la portorriqueña, con los sonidos más tradicionales y las nuevas expresiones, estuvieron muy presentes en muchos de los 17 shows que tuvo esta entrega de premios.