Desde su anuncio, la película se vendió como los inicios de Tony Soprano; el momento en el que el capo mafia interpretado maravillosamente por James Gandolfini decide, en su adolescencia, pegar el volantazo como jugador de fútbol americano hacia el crimen organizado.
"Los Soprano" es un mito viviente de las series tanto como pieza fundacional de un nuevo estilo narrativo en televisión, como también por haber creado un universo mafioso único y que en su precuela, "Los Santos de la mafia", que se estrena este jueves, se intenta retomar, con altibajos y apelación a la nostalgia.
Desde su anuncio, la cinta se vendió como los inicios de Tony Soprano; el momento en el que el capo mafia interpretado maravillosamente por James Gandolfini decide, en su adolescencia, pegar el volantazo como jugador de fútbol americano hacia el crimen organizado.
No era secreto que el peso de la historia podía recaer, más que en Tony, en su padre Johnny (John Bernthal), su tío político Dick Moltisanti (Alessandro Nivola) o su tío de sangre Corado Soprano (Corey Stoll). Por ello, el guion escrito por el showrunner David Chase tenía a Moltinsanti, padre de Christopher, como el héroe de la historia. Sería a través de sus ojos y sus acciones cómo se podría llegar a ver la transformación de Tony.
Sin embargo, aquí la película cae en su primer desacierto: no elige al protagonista. Podría haber elegido contar la vida de Dick y a través de sus actos el crecimiento de Tony. O podría haber elegido seguir a Tony, mientras éste observa las tropelías de su tío. La película dirigida por Alan Taylor (un zigzagueante director que pasó por decenas de series y películas como "Terminator: Genesis" o "Thor: un mundo oscuro") no elige ninguno de los dos caminos.
Esto, en vez de enriquecer la trama con capas de personajes, tiende a confundir sobre quién es el que lleva la antorcha de la historia. No queda claro si hay un protagonista, si son dos o si es un filme coral. Por si fuera poco, el parecido entre el Tony Soprano adolescente, interpretado por Michael Gandolfini, hijo de James, y el adulto hace que su imagen tenga protagonismo por sí sola.
Tampoco queda muy claro qué rol ocupa Moltisanti en el escalafón mafioso. Él es hijo de "Hollywood" Moltisanti (Ray Liotta) y, tras su muerte, se hace cargo de su "familia"; pero la relación con sus secuaces es la de un jefe entre pares, más que la de un capo. En el mismo grupo están Corado y Johnny, aunque tampoco da cuenta si estos son dos pistoleros o parte de la dirección de la organización.
La historia también abre una subtrama de pandillas de negros que se quieren emancipar de los italianos. Algo que en la serie no existía ni de costado. Y aquí surge otra duda: Si en los 90 los italianos no se codeaban con los negros, menos es de esperar que lo hicieran en los 60. Encima, este relato secundario desvía de forma innecesaria la atención.
En su apelación a la nostalgia, "Los santos de la mafia" también se convierte en una pasarela de nombres que fueron icónicos en la serie transmitida por HBO: Carmela, Pauli y Silvio tienen sus apariciones, pero más que sus versiones jóvenes, parecen ser una imitación ridícula y caricaturesca que solo está para la rémora de los fanáticos.
Pese a todo ello, la película de Taylor tiene un atractivo. El ritmo, vertiginoso, supo adaptar la escritura de Chase a un 2021 que demanda otra estética. Las acciones se suceden constantemente; no hay momento para reflexionar, sino que son los actores los que piensan por el espectador. Son dos horas que pasan volando, sin que se atine a ver el reloj.
Así como hay varios frentes abiertos y personajes desperdiciados, también es cierto que no sobra ni un segundo de escena alguna. Y el conflicto moral entre el bien y el mal, entre el salir o entrar a la mafia, que tan bien guió las siete temporadas de la serie, es el motor tanto para Dick como para el adolescente Tony.
En definitiva, se trata de una película menor dentro de un universo fabuloso como el de "Los Soprano", pero que, si no contara con ese peso sobre su espalda, podría pasar con algo más de gloria que de pena dentro de una temática, como la mafiosa, siempre atractiva.