El escritor Rubén Lucero, quien en distintos momentos de su vida empresarial y como escritor ha estado relacionado con Radio Río Cuarto, nos regala unas letras en 70 años de radio.
Hacía un frío de infierno y eran las cinco de la mañana. Entramos en silencio absoluto. Éramos tres alumnos de comunicación. Nico Florio, el profe de radio, nos había invitado.
Allí estábamos, en “la radio”, recorriendo y viendo, empalagados, extasiados, asombrados. Nunca voy a olvidar ese amanecer en lv16 y cada vez que puedo, agradezco al gran Nico. Por fin, uno caminaba en el templo y sentía la mística de la radio, el ruido de la central informativa y la música con la que Río Cuarto crecía.
Después, con los años, la amistad con Chocolate Palacios, el invento de un éxito acá solo acá: Pasaporte. Los llamados y visitas semanales. La fuga del Caracol con Daniel Gitto el locutor más elegante de la comarca. Las charlas minutas con Fredy Dilena, saludar siempre a Rubén de publicidad. Andar por un pasillo y conocer la seductora voz de Mabel Sánchez, manguearle a Castellina un auspicio para mi primer libro. La frescura de Julián, la potencia del interior del interior de Martella y ahora se cruza otra imagen añeja: Mendiri tomando un whisky en la barra de Regim´s. O Pablito De Valle haciendo concursos que vuelan en el viento.
Las imágenes se saludan entre ellas, dan un entramado estelar y cobran vida propia. Así son los recuerdos de la radio. Setenta años. Entonces la web, el mundo de las redes, Laurita que convoca y los ilusionistas que de tanto en tanto se suben a un móvil, toman los micrófonos para hacernos creer que la vida suena como lo cuenta la radio. Eterna magia…