Muchos se hacen el test de anticuerpos para ver la respuesta que despertó la vacuna, pero los infectólogos dicen que es "tirar la plata", ya que el organismo desarrolla una memoria inmunológica que le permitiría defenderse nuevamente del coronavirus
La ansiedad por saber la respuesta que tuvo el sistema inmune a la vacuna contra el coronavirus hace que muchos quieran controlarse el nivel de anticuerpos que presentan en sangre. Sin embargo, los especialistas aseguran que la inmunidad no está dada solo por los anticuerpos, sino que el organismo desarrolla una memoria inmunológica que le permitiría defenderse nuevamente del virus. Además, señalan que hay una gran cantidad de pruebas posibles y no todas buscan los anticuerpos que sirven para neutralizar al Covid-19.
Leda Guzzi, infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) desaconseja el dosaje de anticuerpos y afirma que todas las vacunas logran una gran respuesta inmunológica. “Hay mucha heterogeneidad entre las pruebas que se ofrecen y en la concordancia de esos resultados. Para controlar los anticuerpos habría que buscar los antispike, mientras que muchos laboratorios buscan anticuerpos antinucleocapside o anticuerpos totales y los resultados no se corresponden con los anticuerpos que habría que buscar para neutralizar el coronavirus. También varía la unidad de medida según el laboratorio que tome la muestra. Por eso hay que saber sobre el tema para entender qué es lo que hay que buscar y qué es lo que dice el resultado”.
Guzzi explica que los anticuerpos caen con el tiempo. Luego de varias semanas, dependiendo de cada persona, un test, ya sea una prueba cualitativa o cuantitativa, podría no detectar anticuerpos en sangre, pero eso no quiere decir que ese organismo ya no esté protegido.
“Los anticuerpos tienden a caer, aproximadamente a los tres meses, pero eso no quiere decir nada porque queda la memoria de las células frente al virus. Si la persona se contagiará, su sistema inmune podrá rápidamente reconocer al agresor y volver a producir anticuerpos neutralizantes y otros mediadores de la respuesta celular, necesarios para combatir la enfermedad”, agrega Guzzi.
Tipos de pruebas para detectar anticuerpos
Hay dos tipos de pruebas posibles. Existen los tests serológicos, que permiten detectar los anticuerpos generados por el organismo frente al virus. Hay dos maneras de hacerse un test serológico. Una es mediante la extracción de sangre, seguida del análisis de la muestra en un laboratorio, que arroja indicadores efectivos para cuantificar la respuesta inmunológica, con resultados entre 24 y 36 horas. Los que miden los anticuerpos igG+igM cuestan entre 2200 y 4100 pesos. Pero hay laboratorios que ofrecen buscar solo los igG, en ese caso, el valor, en promedio, es 1600. Los igM aparecen a los cuatro días como una primera reacción defensiva del organismo ante el virus, mientras que los igG se presentan entre los 10 o 15 días posteriores a la infección. Sin embargo, los infectólogos señalan que, en el caso del coronavirus, ambos anticuerpos avanzan casi a la par. Los anticuerpos igM son los primeros en bajar, mientras que los IgG se mantienen altos durante un tiempo más prolongado.
Por último, están disponibles los tests rápidos mediante una muestra de sangre extraída de la yema del dedo, que se compran en algunas farmacias a 2000 pesos, otorgan una respuesta en 15 minutos. Esta prueba solo muestra si el paciente tiene o no anticuerpos, pero no entrega más información que esa, es decir, no es posible cuantificar ese resultado. Son parecidos a un test de embarazo y resultan poco sensibles.
Elena Obieta, infectóloga y miembro de la SADI, dice que “no hay que tirar plata en esas cosas”, en referencia a los tests para detectar anticuerpos. “Es ridículo hacérselo. Yo tenía un profesor que decía que el que no sabe lo que busca, no sabe lo que encuentra. Evaluar si la persona aún cuenta con inmunidad para combatir al virus es complejo”, reflexiona Obieta.
La especialista también destaca el rol central que juega la inmunidad celular, y describe el recorrido descendente que suelen tener los anticuerpos en sangre. “La memoria inmunológica se mide con inmunidad celular que para determinarla se tienen que hacer estudios muy complejos. Un clásico es el que piensa que tuvo y se va a hacer el test de anticuerpos para ver si fue así. Tal vez el test no le detecta nada pero la persona ya está inmunizada. Por ahí los inmunoglobulina G (IgG), que son los anticuerpos antispike, ya no estén, pero eso no quiere decir nada, es ahí cuando aparece la inmunidad celular, que es la capacidad que tendrá tu cuerpo de volver a generar anticuerpos”.
Si bien las vacunas otorgan una protección robusta y, estiman, duradera contra el coronavirus, los expertos advierten que muy probablemente haya que reforzar las vacunas luego de un intervalo aún no determinado, sobre todo si se tiene en cuenta que surgirán nuevas cepas que logren cierto escape inmunológico, como es el caso de la delta.
“Si planteamos un escenario hipotético en donde el 100% de la población estuviera vacunada, dejaría de haber circulación comunitaria del virus, pero eso está lejos de ser así y los virus respiratorios te corren el arco todo el tiempo. Mientras le permitamos al virus estar entre nosotros, tendrá una tendencia natural a mutar. A mayor circulación viral, más posibilidad de mutar tendrá. Las vacunas actuales son eficaces, tal vez haya que dar otra dosis más para reforzar la protección, pero si hubiera una modificación importante habría que readaptarlas y volver a vacunar, a diferencia de lo que pasa con otras enfermedades, como por ejemplo la hepatitis A, que es siempre el mismo virus”, detalla Obieta.