La productora brindará un encuentro vía Zoom en el que contará cómo es el proceso de acompañar a un hijo que quiere dedicarse a la actuación. A solas con Teleshow, relata detalles inéditos de sus comienzos en la televisión.
“Fui a un casting con mi hermana, que tenía quince años, mi mamá no sabía. Bajamos mal del colectivo y vimos la cola de chicos y me metí, pero yo no iba al casting de Cris. A la semana me llaman a mi casa, mi mamá se entera. Lo que había pasado es que había dos casting a dos cuadras de distancia, iba al otro y caí en el de Cris por error”.
Con esas palabras, Lali Espósito contaba, tiempo atrás, cómo había empezado su carrera artística. Pero nada de esto hubiera sido posible si Majo Riera, su mamá, no la hubiese apoyado y acompañado cuando finalmente se enteró de que su hija había quedado seleccionada para formar parte de Rincón de luz, allá por el 2003, cuando tenía apenas 11 años. El proceso no fue fácil, y es por eso que Majo quiere compartir su experiencia en un encuentro virtual por Zoom que brindará el próximo jueves 17 de junio a las 20 horas, bajo el lema: “¿Cómo acompañar a un hijx artista?” y organizado por GO Broadway.
—¿Cómo manejaste la situación cuando te enteraste que Lali había ido a un casting y que había quedado seleccionada?
—Hubo una situación rara de que citaban a un casting por la tele, ella lo vio y me dijo que quería ir, yo le dije que no, por eso se escapó. Habló con su hermana y con una amiga mía, que fue la cómplice adulta, así fue como llegó. Cuando recibo el llamado, que era de la productora de Cris Morena, yo pensé que me estaban haciendo una broma porque todo el mundo me decía “a esta nena hay que llevarla a la tele”, y yo la verdad es que no lo hacía porque me daba un poco de miedo por ella. Cuando sucedió, ella escuchó y me hacía señas como de súplica, yo la quería matar. Era tal el entusiasmo que tenía y su felicidad, que la terminé llevando. Era chica y no quería que se exponga a eso, pero después terminás entendiendo y aprendiendo. Como le vi la pasión, la empezamos a acompañar.
—¿Hubo un momento exacto en el que te diste cuenta que no era solo un juego para Lali?
—Sí, cuando estaba terminando Floricienta, Lali tenía el viaje de egresados de séptimo grado y ella decidió no ir porque había surgido una gira para hacer con el programa justo en la misma fecha. Nosotros le dijimos: “¿Estás segura?”, pero ella respondió que si tenía que elegir, era la gira. Ahí nos dimos cuenta que si dejaba todo de lado, de ir incluso a cumpleaños, era porque iba en serio. Y después de eso vino Casi Ángeles, que ahí ya le vi toda su pasión desplegada.
—¿Pudiste entonces diferenciar que no era la fama lo que quería, sino vivir de la actuación?
—Eso es muy importante, es el punto. Cuando hablábamos de esta charla, que me costó un montón tomar la decisión porque no soy una persona pública, pensé en eso. Cuando la gente se me acerca, me pregunta cómo pueden hacer para que su hijo sea famoso ¿Ser famoso o ser artista? Esa es la pregunta porque la fama es una consecuencia del trabajo. Ahí está el meollo, si quiere ser artista, va al viaje de egresados. Ha pasado con otros, y también es válido. Y su felicidad ante el cansancio, porque sucede también el hecho del colegio, que para nosotros era una premisa. Ella estudiaba en horarios que hasta yo le decía: “Hija, ya está”. También fue por su personalidad, ella sabía que hasta que no terminara de estudiar, no se iba a dormir. Le he llegado a decir “aflojá un poco, no tiene que ser todo tan rígido”.
—¿Cuál fue tu mayor miedo?
—El mayor miedo lo tengo hoy, es el daño de terceros. El daño gratuito por la exposición misma, y hoy está exponenciado por las redes sociales. Y la mentira, a veces estoy sentada tomando mate y escucho en la tele que están diciendo algo de mi hija que yo sé que no es cierto. Y nosotros todos como familia, sus hermanos, sus padres, tíos, todos tuvimos que aprender a vivir con eso y no reaccionar para no exponerla más. A pesar de que es adulta, es difícil manejarlo. Cuando empezó, no había tantas redes sociales, entonces en ese momento mi miedo era si la estaba pasando bien, si no era mucho para ella. “¿Estaré haciendo bien?” La culpa estaba todo el tiempo. Es maravilloso acompañar a un hijo artista porque te da un montón de satisfacciones cuando lo ves feliz, pero también es un camino en el que hay que tener mucha templanza, estar bien ubicado porque también hay que saber que es el camino de tu hijo, no tu camino, vos solamente tenés que acompañar. Ahí uno tiene que recordar que no es tu vida, es la de él o la de ella. Siempre estoy pensando que en lo que vaya a hacer, no la perjudique a ella, incluso hoy.
—¿Cómo la fuiste acompañando en cada decisión?
—Cuando ella era más chica, nosotros tomábamos más decisiones. Ante cada proyecto que aparecía, nos llamaban primero a los papás y nos contaban la oferta, después nosotros se lo contábamos a ella. Siempre supo discernir bastante lo que le gustaba de lo que no. Establecíamos reglas de determinadas cosas y cuando fue más grande, después de Casi Ángeles, cuando cumplió la mayoría de edad, las decisiones fueron de ella y acompañamos desde otro lugar. Yo hoy sigo trabajando con Lali, cuando hizo su proyecto musical ella me convocó a mí, fue al revés. Hoy la aconsejo desde otro lugar.
—¿Temiste en algún momento que tenga algún bache laboral, quizás cuando terminó Casi Ángeles? Porque la carrera del artista es un poco así
—Lo que sucede es que ella se autogestionó proyectos. Después de Casi Ángeles, empezó a armar su proyecto musical. Nunca esperó que la llamen, y es el consejo que yo doy, no sentarte a esperar a que te llamen. Buscar, hacer, armar, gestionar. Por eso hay una época de muchos actores productores, que son inteligentes y se ponen a gestionar. La carrera del artista es muy inestable entonces está bueno que sepas que cuando eso te sucede, hay que tener un plan B. De hecho cuando ella quedó en ese primer casting, yo me acuerdo que le dije: “Mirá que puede ser un personaje chiquito”, pero ella me dijo “No me importa”. Todo el tiempo lo hablábamos, cuando es chiquito tratás de no ponerle ese peso de que tenga que tener siempre un trabajo. Es diferente a un adulto, que tiene sus responsabilidades económicas. Igual hoy las reglamentaciones del trabajo infantil son muy distintas a aquellos momentos. Hay límites de horarios, de días, un montón de cuestiones que en aquél momento no existían y por supuesto que estoy de acuerdo.
—¿Sentís que en algún momento fue un exceso de trabajo para ella?
—Sí, hoy viéndolo desde afuera, hubo momentos de exceso de trabajo y que uno, en esa vorágine que entra y como nos tomó de sorpresa la carrera de Lali, no se dio cuenta. Después esas cuestiones se empezaron a reglamentar y hoy no hay casi ficciones con chicos. No sabemos qué hubiera sucedido hoy, pero sí es cierto que con estas reglamentaciones, que comparto, se hace muy difícil trabajar con chicos. Yo soy productora y no sé que pasaría si hubieran jornadas como las de antes.
—¿Pero sentís que fue cuidada por Cris Morena y su equipo?
—Sí, no puedo decir que no. Yo la acompañe siempre, viajé con ella hasta que cumplió los 18, y había otras mamás que viajaban también. La acompañé hasta donde pude, y por suerte le tocó buena gente, buenos compañeros, había mucho afecto.
—¿Nunca temiste que sufriera alguna situación incómoda en el trabajo?
—Ella tiene un carácter per se, pero igual en una persona se ve la casa que tuvo. Por suerte, es una chica que no tiene problemas de hablar de nada, y fue siempre así, desde chiquita. Ella sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal, y yo siempre, de hecho por una situación, le dije “che, ojo con esto, esto no está bien, fijate” y ella se fijó y siguió con mi consejo. Como siempre estuve ahí, tengo esa tranquilidad de saber que eran elencos muy respetuosos y los chicos estuvieron cuidados. Pero lo cierto es que en esa época no se hablaba mucho de eso en general. Sí lo he hablado con ella en alguna situación en particular que no me gustó.
—¿Cuál creés que es el consejo más valioso que le diste?
—Acompañar es importante, escuchar, muchas veces hay situaciones de angustia por cansancio, por hastío, entonces está bueno acompañar, estar ahí. No sé si consejo, pero creo que lo más valioso se nota en ella. El respeto para todo el que está laburando con vos, para el señor que te abre la puerta, la señora que limpia el camarín, el compañero que está haciendo cámara, el director, para el que está laburando a la par tuya, no importa en el área que se desarrolle. Por suerte lo ha mantenido en el tiempo.
—¿Cómo hiciste para que no se maree con la fama?
—Con la normalidad de la casa. Ella volvía de una gira, donde le gritaban como si fueran los Rolling Stones, y volvía a la casa y estaban los hermanos que le decían : “che, levantá esas medias que dejaste ahí”. Para que tu hijo no se la crea, no te la tenés que creer vos.