El hijo de Claudio y Mariana Nannis y el chef italiano protagonizaron un divertido paso de comedia en el reality de Telefé.
Masterchef Celebrity siempre guarda lugar para una nueva excentricidad de Alex Caniggia. Desde el comienzo de la competencia, el mediático supo llamar la atención por diferentes motivos. Sus looks innovadores y coloridos, su particular forma de hablar, el vocabulario que transmitió a sus compañeros y el jurado y, nobleza obliga, por algunas muy buenas preparaciones que le valieron aplausos, medallas, choques de puño y la continuidad en el certamen exitoso de Telefé.
Es sabido, y él siempre se encarga de resaltarlo para algún desprevenido, que su vida lo llevó a conocer distintos países y culturas gracias a la extensa trayectoria futbolística de su padre, Claudio Paul. Ese periplo lo llevó por Portugal, Escocia e Italia, entre otros destinos. Particularmente este último le valió un particular código con Donato De Santis, el chef nacido en Milán, con quien suele intercambiar diálogos en italiano, muchos de ellos subtitulados para integrar a la audiencia.
Este miércoles, durante la gala de beneficios, ambos llevaron ese código a un nivel solo para entendidos. El objetivo de la prueba era realizar un cheese cake, cuyo ingrediente principal variaba para cada participante. La encargada de asignar los sabores fue Claudia Fontán, ganadora de la prueba rápida, y a Alex le tocó el marmolado. Una preparación compleja de antemano, que se sumó a los conocidos problemas que tiene el Emperador con la pastelería y potenciados por su poco apego a seguir las reglas.
Cuando se acercaba el final de la prueba, Donato empezó a recorrer las estaciones para motivar a los participantes en un momento decisivo. “¡Vamos ragazzi! ¡Vamos que falta poco!”, arengó el chef, que al llegar al puesto de Alex lo encontró en pleno trance. Bastó una mirada para que jurado y participante empezaran a comunicarse en un dialecto que solo ellos entendían. Empezaron en un tono normal, pero fueron elevando la temperatura hasta terminar como poseídos, en algo más parecido a un espectáculo de variedades circenses que a una conversación civilizada y mucho menos a una competencia en un estudio de televisión.
Las palabras fueron acompañadas una suerte de danza tribal y movimientos de cabeza. “Con Donato nos comunicamos en bergamasco. Es un dialecto del norte de Italia. Buscalo en Google si no lo conocés, televidente”, instruyó el joven desde el backstage. El ritual despertó la atención del resto de los participantes que por un momento olvidaron las dificultades para llevar adelante sus tortas y se dieron vuelta para no perderse ningún detalle del show. El improvisado dúo cómico De Santis / Caniggia terminó con Alexander tendido en el suelo y Donato de recorrida por las otras estaciones.
La explicación que referencia Alex se remonta a cuando su padre defendió los colores del Atalanta, el equipo de la ciudad de Bérgamo, en el que el ex delantero de la Selección Argentina tuvo dos pasos. Para el segundo de ellos, en la temporada 1999/2000, el mediático ya tenía siete años y de allí le pueden haber quedado algunas palabras. A menos de una hora de viaje se encuentra Milán, la ciudad natal del chef, y a partir de esa cercanía se comprende la conexión con el jurado.
Pero Masterchef no es un concurso de gags sino uno de cocina y esta vez Alex no estuvo a la altura. Su cheescake fue criticado por el tribunal que completan Damián Betular y Germán Martitegui. El problema fue el mismo de siempre: sus pocas ganas de seguir las reglas y su exceso de “magia”, ese don con el que muchas veces marcó diferencia pero que para las pruebas en las que debe copiar recetas le juega en contra.
“Vos sos un tipo astuto, si sabés que es una réplica, ¿por qué te ponés a tirar magia? ¿No sabés que te acerca demasiado al delantal negro?”, le preguntó el conductor Santiago del Moro a modo de reto. “Puede ser”, admitió el Emperador sabiendo que estaba el problemas. Sin embargo, cuando se confirmó la sentencia no se lo vio muy preocupado. Se fue feliz con el delantal de su su color favorito y con un nuevo desafío en el horizonte: “El domingo vengo a eliminar barats”.