Así lo expresó en su Panorama sobre América latina, la región más golpeada por la pandemia en términos de aumento de la pobreza.
El cierre prolongado de las escuelas es regresivo y aumentará la desigualdad social, especialmente en una región como América latina que ya tenía una mala distribución del ingreso antes de la pandemia.
Así lo señaló este jueves el director del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la región, Alejandro Werner, en una conferencia de prensa virtual desde Washington en el cierre de la asamblea semi anual del organismo multilateral. Esta pérdida podría llegar hasta el 7 por ciento en algunos países.
Werner enfatizó que la pérdida total o parcial de días de clase representan un “costo significativo” para los países, por lo que pidió que se tomen medidas para reducir este tipo de cierres, como el que adoptó ayer el gobierno argentino en el área metropolitana.
Ante la pérdida prolongada de la escolaridad en 2020, la reducción de los futuros ingresos de los alumnos cuando sean adultos podría ser del 4% en promedio, aunque en el caso de Brasil llegaría al 7 por ciento y en Chile al 4,5%, según un análisis que no presenta cifras sobre la Argentina.
Además, un informe del área que conduce Werner indicó que “las pérdidas de ingreso varían en función del país, dependiendo del grado en que la pandemia reduce la probabilidad de completar la educación secundaria y de la magnitud de la prima por capacitación atribuible a la educación superior”.
“Las pérdidas serán mayores en el caso de los alumnos cuyas familias disponen de menos medios para respaldar el aprendizaje extraescolar, lo cual agrava la ya de por sí elevada desigualdad del ingreso y los bajos niveles de instrucción”, advirtieron también los técnicos del Fondo.
En este sentido, señalaron que “recuperarse de las secuelas a más largo plazo será más difícil y obligará a acelerar las reformas estructurales, mejorar el acceso a sistemas de educación y salud de calidad, ampliar las redes de protección social y mejorar el clima empresarial”.
La semana pasada, al presentar su informe de perspectivas económicas globales (WEO), también el FMI mencionó esta sensible cuestión, que volvió a reabrir un fuerte debate en la Argentina en las últimas horas entre el gobierno nacional y el porteño.
“Nuestro análisis estima que, con los cierres generalizados de escuelas, las pérdidas educativas en 2020 corresponden a una cuarta parte del curso escolar en las economías avanzadas y al doble en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Los niños de familias más pobres se han visto afectados de forma desproporcionada. Estimamos que hasta 6 millones de niños de economías de mercados emergentes y en desarrollo podrían abandonar la escuela en 2021, con consecuencias negativas para toda la vida”, planteó el informe.
El Banco Mundial también mencionó esta cuestión días atrás. “Un artículo publicado en el New England Journal of Medicine habla de que las escuelas primarias deben ser reconocidas como servicios esenciales -y el personal escolar como trabajadores esenciales- y que los planes de reapertura de las escuelas deben desarrollarse y financiarse en consecuencia”.
En este sentido, se enfatizó la importancia de la protección social en medio del fuerte aumento de la pobreza -Werner dijo que por la pandemia 20 millones de personas cayeron en este estado en la región- y “también ha expuesto desigualdades en el acceso a servicios básicos -atención sanitaria, educación de calidad e infraestructura digital- que, a su vez, pueden causar brechas de ingresos que persistan generación tras generación”.
Werner deslizó que, en el caso de la Argentina, otro factor muy gravitante para los sectores más desprotegidos de la sociedad es la alta inflación, que en marzo registró una suba del 4,8% y del 42,6% en el último año.
Pese a que el Gobierno volvió a lanzar una serie de medidas destinadas a “contener el precio de los alimentos” con más restricciones, que en marzo según el Indec subieron 4,6%, el funcionario puntualizó que se necesitan medidas macroeconómicas que coordinen las expectativas hacia la baja, un pronóstico que hoy parece más un deseo que una posibilidad concreta.