Desde que nació, Liza Minnelli estaba destinada a convertirse en una estrella. Pero la hija del director Vincente Minnelli y la actriz Judy Garland nunca se conformó con vivir a la sombra de sus célebres padres y 75 años después, sus compañeros de profesión celebran su existencia con A Love Letter to Liza Minnelli (Una carta de amor para Liza Minnelli), un tributo retransmitido por la plataforma de streaming Stellar. Entre las más de 50 celebridades que participarán se encuentran su hermana Lorna Luft, su maestro de ceremonias en Cabaret, Joel Grey, las actrices Lily Tomlin, Kristin Chenoweth o Lea DeLaria y muchos de sus colegas de Broadway. Una buena muestra de su enorme contribución al mundo del espectáculo.
El 12 de marzo de 1946 llegó al mundo Liza Minnelli. El cantante Frank Sinatra y el actor Noel Coward fueron los primeros visitantes de la recién nacida, que creció en Beverly Hills rodeada de leyendas. Según recoge Daily Telegraph, Humphrey Bogart y Lana Turner eran sus vecinos. Y gracias a la amistad de Garland con John F. Kennedy la pequeña Liza pasó un verano en la residencia presidencial.

Incómoda con su vida en el olimpo, la pequeña se escapaba a menudo de casa y con 16 años dejó el colegio para buscar fama y fortuna en Nueva York, logrando ambas enseguida. Con solo 19 años Minnelli ya tenía un premio Tony por su primer musical, Flora The Red Menace. Y a los 26 ganó el Oscar y el Globo de Oro por su papel más célebre, el de Sally Bowles en la película Cabaret. A pesar de su éxito profesional, en lo personal Liza vivía en una espiral de adicciones.
En 1969 la madre de Liza, la citada Judy Garland, falleció por una sobredosis de barbitúricos tras una vida marcada por el alcoholismo y los problemas con las drogas. Liza se refugió primero en el válium, recetado por un médico ante la pérdida, y después su adicción al medicamento la llevó a consumir de manera abusiva otras sustancias.

Según contaba Andy Warhol, en 1978 Liza llegaba a casa del diseñador Halston diciendo: "Dame todas las drogas que tengas". Entre ellas había cocaína, marihuana o quaaludes. Minnelli siempre ha defendido que, habiendo heredado sus adicciones de su madre, lo que realmente padece es una enfermedad. De hecho, fue una de las primeras estrellas que reconoció públicamente sus problemas con el alcohol y las drogas. Y en 1984 dejó el musical The Rink para ingresar en la clínica de desintoxicación Betty Ford. A lo largo de su vida se ha sometido a numerosos tratamientos para intentar superar sus adicciones, la última vez en 2015.
Su vida amorosa ha sido igualmente convulsa, con cuatro matrimonios hasta la fecha. El primero fue el artista Peter Allen entre 1967 y 1972. "Me casé con Peter y no me dijo que era gay. Todos lo sabían menos yo. Y lo descubrí. Digamos que nunca más sorprenderé a nadie llegando a casa. Llamaré primero", confesó Liza a The Advocate.

Después llegaría el director Jack Haley Jr, hijo del actor del mismo nombre que interpretó al hombre de hojalata en El mago de Oz. Estuvieron casados entre 1974 y 1979 y Liza le fue infiel con Martin Scorsese mientras grababa New York, New York y con el bailarín Mikhail Baryshnikov. Su tercer marido fue el escultor Mark Gero entre 1979 y 1992; y el cuarto, el televisivo David Gest entre 2002 y 2003, aunque el divorcio no fue efectivo hasta 2007.

Pese a sus enfermedades, entre ellas una encefalitis vírica que en el 2000 los médicos pensaban que la dejaría postrada en una silla de ruedas el resto de sus días, Liza Minnelli nunca ha permanecido mucho tiempo alejada de los escenarios. Por poner un ejemplo, en 2014 apareció en el tour de Cher Dressed to Kill interpretando Girls Just Want to Have Fun junto a Cyndi Lauper and Rosie O'Donnell. Y en los últimos años la también ganadora del Grammy ha seguido dando entrevistas y realizando algunas actuaciones en el teatro y la televisión.