Julio Mazzoleni dimitió a su cargo esta mañana tras las críticas a su gestión por el aumento de casos y muertes por coronavirus en el país.
En pleno colapso del sistema sanitario por el crecimiento exponencial de los contagios y de las muertes por COVID-19, y acosado por las críticas y los pedidos para que renuncie, dimitió este viernes el ministro de Salud de Paraguay. Julio Mazzoleni estaba totalmente enfrentado con la oposición en el Senado, que venía reclamando su apartamiento del cargo.
“Es un momento donde es absolutamente necesario que los paraguayos estemos unidos para combatir la pandemia y por sobre cualquier persona está el interés nacional. Ojalá que esta decisión sirva para la unión del país”, dijo Mazzoleni al comunicar su salida del gobierno de Mario Abdo Benítez.
Mazzoleni contó que la determinación se tomó tras una reunión con el presidente. “Hemos acordado juntos que yo deje el cargo del Ministerio de Salud Pública a los efectos de que realmente se pueda generar esa paz que se necesita para poder enfrentar este desafío”, afirmó en declaraciones a la televisión estatal.
La renuncia supuso un giro abrupto respecto de lo que el propio funcionario había dicho la víspera. Luego de que el Senado le pidiera la dimisión ante la crisis sanitaria por la falta de medicamentos, en especial para los enfermos de COVID-19, dijo que respetaba la opinión de los legisladores pero que no renunciaría. “Este es un momento muy difícil que requiere de gente que aporte, más que de buscar culpables”, argumentó el aún ministro.
En rueda de prensa virtual, Mazzoleni se defendió diciendo que la declaración del Senado “ignora una situación mundial, un mercado distorsionado, volátil”, en relación a la escasez de insumos y la lenta llegada de las vacunas al país sudamericano. “Por el mismo respeto que guardo a los funcionarios (de Salud) también digo que no voy a aceptar ese pedido del Legislativo”.
El Senado, con el refrendo de 30 de sus 45 miembros, había aprobado horas antes una declaración que extendía el pedido de renuncia al viceministro Julio Rolón y al director general de Vigilancia, Guillermo Sequera, los dos colaboradores cercanos a Mazzoleni en la gestión de la pandemia. El debate en el Senado estuvo motivado por las protestas que han protagonizado enfermeros y médicos en Asunción para exigir la reposición de los medicamentos empleados para asistir a pacientes graves de COVID-19.
Trabajadores del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente, de referencia en la campaña en contra el coronavirus, salieron a las calles el miércoles acompañados de familiares de pacientes. Al respecto, Mazzoleni enfatizó que “es una circunstancia que nos duele a todos”, y apostilló que la precariedad del sistema de salud pública es una “deuda histórica” acumulada gobierno a gobierno. Y agregó que “hay fondos para garantizar los suministros, pero el impacto de la pandemia es muy grande”.
A las críticas políticas y ciudadanas al Gobierno y a la cartera sanitaria se suma la demora en la llegada de las vacunas, que de momento se limitan a las 4.000 dosis de la Sputnik V ya aplicadas a 2.000 trabajadores sanitarios. Mazzoleni había evitado dar fechas de la llegada del millón de vacunas rusas ya negociadas, así como de los 4,3 millones de dosis acordadas con el mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para un acceso equitativo para los países con menos recursos.
“No quiero anticipar porque no depende de mí. Nuestras estimaciones eran para mediados de marzo. Espero recibir notificación oficial lo más rápido posible”, dijo sobre las vacunas de Covax.
Desde el primer caso positivo reportado el 7 de marzo de 2020, Paraguay, entre los más rezagados en la inmunización de su población, de 7,3 millones de habitantes, acumula algo más de 162.000 casos, mientras que la cifra de fallecidos supera los 3.200.