Los tres errores más comunes (y casi invisibles) a la hora de ahorrar
- 29/11/2020 08:41 hs
COMPARTIR EN:
Tú crees que salvaste dinero pero en realidad estas son las ocasiones en que lo has desperdiciado y, quizá, ni cuenta te diste.
Los recursos económicos son como el tiempo. Muchas personas manejan en una agenda sus citas, pendientes y demás para aprovechar al máximo las horas, e incluso quienes no son tan organizados saben exactamente en qué momento y por qué razones perdieron parte del día. Así con el dinero: deberíamos saber exactamente dónde está o en qué se nos fue.
Pero la realidad es que no siempre sucede así y muchas veces nos llevamos la sorpresa de que el dinero que tenemos no es el que esperábamos o que no alcanza tanto como quisiéramos. Esto es lo que podría estar pasando:
1. Guardas dinero en tu tarjeta de débito. Llevar tu ahorro a instituciones financieras formales como los bancos es una gran idea para mantenerlo seguro; sin embargo, si solo lo dejas allí, tu capital puede disminuir su valor debido a la inflación, que no es otra cosa que el aumento sostenido y generalizado de los precios de los bienes y servicios de una economía a través del tiempo.
La inflación en México cerró 2019 en 2.83% y para la primera quincena de octubre de este 2020 alcanzó 4.09%, es decir, tu dinero ahorrado te ha alcanzado, a lo largo del año, un promedio de 3% menos para comprar cualquier cosa. Así que una de las metas al ahorrar también debe ser ganarle a la inflación.
Compara las opciones disponibles para guardar tu dinero, averigua cuánto te cobran de comisiones y cuánto te dan de rendimientos. Y no olvides preguntar si cuentan con alternativas que te ofrezcan una mayor rentabilidad.
2. No controlas tus ingresos y egresos. La gente que sabe cuánto gasta renglón por renglón, normalmente llega a la cúspide de la administración del hogar: el ahorro. Y por otro lado están las personas que gastan 10 cuando solo ganan ocho.
Puede ser que tú estés a la mitad del camino: procuras no gastar de más pero a final de quincena no llegas a la meta de ahorro que esperabas. Prueba organizar tus egresos de esta forma:
- Gastos fijos. Los que tienes que solventar sí o sí. Aquí entran el pago de luz, teléfono, renta, comida, créditos y gasolina, entre otros.
- Gastos variables. Aquellos que no son constantes pero siempre suceden (ropa, entretenimiento, restaurantes…) y los inesperados pero que siempre deben contarse (por ejemplo, enfermedades y reparaciones en el hogar).
- Gastos periódicos. Los pagos obligatorios que no son mensuales pero que en algún momento del año debes cubrir: tenencia, predial, seguros, vacaciones…. Apunta en una libreta o aplicación (una especie de agenda de caja) todo el dinero que sale. Te recomendamos llevar una contabilidad diaria o semanal de lo que gastas, así será más sencillo. Una vez que tienes claras tus salidas de dinero y las comparas con tus ingresos, los números, fríos y calculadores que son, te revelarán la verdad sobre dónde está la fuga de recursos. El registrar tus gastos diarios de forma manual te ayuda a concientizarte sobre el valor del dinero y replantear tu estilo de vida.
3. Ahorras ahora, pagas de más después Si has caído en la tentación de adquirir bienes o servicios más económicos con la idea de ahorrarte algo de dinero, sabes sobre los sentimientos que esto acarrea: si has corrido con suerte, la inversión fue todo un éxito y tu cartera sonríe; de no ser así, conoces lo frustrante que es volver a pagar por algo que ya debería estar resuelto.
Ejemplos de malas experiencias de este tipo hay muchos: la impermeabilización que le encargaste a tu primo porque te cobraba menos, la herramienta que compraste para tu trabajo pero que se descompuso después de un par de servicios, el mueble que arruinaste por no pagar el servicio de armado, la blusa que se decoloró a la primera lavada…
La gran lección que nos dejan estas situaciones es comprender que el ahorro no es algo que debamos dejar a la fortuna, sino que es la consecuencia de hábitos financieros y decisiones inteligentes, como reconocer que a veces es mejor pagar un precio que parece más alto pero que a la larga te evitará dolores de cabeza.