Se trata de “Love is not Tourism”, una campaña que comenzó en redes para visibilizar las historias de parejas de diferentes nacionalidades a las que el coronavirus las encontró a kilómetros de distancia. La historia de un argentino y una española que están moviendo cielo y tierra para volver a estar juntos.
“En el grupo que tenemos la gente se abre con completos extraños y se quiebra: dice que no aguanta más, que llora, que no quiere salir de su cuarto, que tiene pesadillas… Eso habla de la desesperación y de la necesidad que tenemos todos los que estamos en esta situación”.
El que habla es Agustín Ananía, un joven licenciado en Economía de 23 años, argentino, que hace casi dos años se enamoró en París de una española, Lucía Rivero, también de 23 y estudiante de Políticas y Estudios Internacionales. Se conocieron en un intercambio en la capital francesa, se enamoraron, convivieron un tiempo y ya llevan un año y nueve meses de novios. En ese tiempo cada uno se marchó de vuelta a su país, pero Lucía viajó a Buenos Aires dos veces para estar con él, para acortar los kilómetros de una relación a distancia. De vuelta en su país, la joven española tenía planeado regresar en mayo y quedarse un tiempo en Argentina para otro intercambio y poder proyectar un poco más con su novio, pero la pandemia tenía otros planes.
En abril, el gobierno argentino anunció una prohibición total de vuelos comerciales hasta septiembre, una de las restricciones más duras del mundo. Sin embargo, los vuelos siguen sin reanudarse -aunque dicen que volverían en octubre-, situación que no sólo golpea a la industria de los viajes y el turismo, sino a parejas binacionales que quedaron separadas por el coronavirus. Por eso, cientos de enamorados en esta situación se unieron a Love is not Tourism, un movimiento global en redes que pide a gritos que los gobiernos permitan a las personas viajar para reunirse con sus parejas.
Los casos son varios pero el perfil se repite: la mayoría son parejas estables pero no casadas. Algunos tienen hijos y otros están por tener. Hoy se encuentran separados por kilómetros y por kilómetros, y en algunos casos hasta por océanos. Desde diversos continentes instan a los gobiernos a reconocer al amor como esencial y a permitir estas excepciones a las restricciones impuestas por precaución ante el avance de la pandemia.
En Europa, la Comisión Europea recomendó a los países permitir este tipo de viajes luego de pedidos de parejas en foros, páginas de Facebook y Twitter. Hoy son varias las naciones de Europa que ya tienen protocolos para estos casos. “El cierre de fronteras ha sido -y aún es- una medida razonable, es obvio que había que frenar el turismo”, reconocen en la página de Love is not Tourism, “pero el amor no es turismo. No se trata de unas meras vacaciones de verano, es cuestión de salud mental y del futuro de miles de personas”.
“La verdad es que al enterarnos de que se volvía a retrasar la fecha de apertura de fronteras sentimos mucha frustración, porque llevábamos esperando ese momento desde mayo, que era cuando yo iba a volar inicialmente”, comparte Lucía. “Desde ese momento llevamos retrasando nuestros planes de vida, puesto que yo me mudaba a Argentina para estudiar, hacer prácticas y eventualmente trabajar, no era sólo una visita”.
“Al ser una pareja binacional, la nuestra es más que nada una relación a distancia. Entonces creo que lo que cambió la pandemia es la cantidad de tiempo sin vernos: ahora ya llevamos casi siete meses”, cuenta a Infobae Agustín. “La verdad es que no saber cuándo la vas a ver y tanto tiempo separados hace que sea difícil. Hay ansiedad, pérdida de peso… y la relación está muy bien, estamos contentos, pero este tipo de cosas empieza a jugar un rol preponderante”.
“Lo que más extraño es la compañía, poder hacer planes juntos, poder quedarnos charlando”, recuerda y a la vez imagina. “Ahora hablamos por Whatsapp todo el día, y todas las noches hacemos Skype dos o tres horas. Pero hablar por la pantalla no es lo mismo que frente a frente. Salir a comer, salir a tomar algo, pasar la tarde juntos”.
Pese a la tristeza y la desesperación que les produjo esta noticia, también fue un punto de inflexión que los empujó a unirse al movimiento para, como afirma la joven española, “hacer presión a las autoridades e intentar hacer que esta situación y la de otras tantas parejas llegara a conocerse”.
“El movimiento habla también de cómo el amor es esencial, y sentimos que es completamente necesario para nuestro bienestar físico y mental”, dice Lucía. “Durante estos meses estamos sufriendo ansiedad, depresión, insomnio, pérdida de peso, etc., así que realmente no es un capricho querer reunirnos, sino que lo necesitamos por nuestra salud. Esto es algo que comentamos mucho entre las parejas del movimiento, y realmente hay personas que están sufriendo consecuencias muy serias”.
“Ya son varios los países europeos que contemplan a las parejas binacionales como excepción de viaje, como Noruega, Dinamarca, España, Francia y Alemania, por ejemplo”, enumera Agustín. “A nivel local el movimiento coexistió, pero tomó un poco más de impulso desde mediados de agosto, más que nada porque todos pensaban que en septiembre se iban a abrir las fronteras y retomar los vuelos, cosa que no sucedió. Yo me uní al grupo cuando el anuncio parecía ser inminente para decirles a todos de organizarnos y llegar a quien podamos llegar”.
Este movimiento busca contemplar todo lo que es amor pero sin vínculo legal. Son parejas binacionales no maritales. “Hoy en día se contempla en Argentina el vínculo marital, pero conocemos casos de personas que están casadas pero no se pueden juntar. Entonces veo que acá en Argentina trasciende lo no marital”, apunta. “Porque, por ejemplo, existen visas de reunificación familiar, pero no las están otorgando a todos o son carísimas”. En efecto, esta visa tiene un arancel consular de 250 (dólares estadounidenses o euros, según la Representación Consular de tramitación) y una tasa migratoria de U$S300 para ciudadanos del Mercosur y U$S 600 para ciudadanos extra Mercosur, según datos de Cancillería.
“Estamos en contacto con algunos diputados”, responde Agustín a la consulta de este medios sobre los pasos que están siguiendo en el país para que se contemple su situación a nivel legal. “Todo está medio crudo pero ya empezamos a hacer un censo, sobre todo a las parejas que están en esa situación, para saber quiénes son los que requerirán de estos permisos excepcionales”.
“Si la pandemia y la cuarentena son ya de por sí muy difíciles de sobrellevar, hacerlo lejos de nuestras parejas, que son nuestro mayor apoyo, es más difícil aún”, resume Lucía. “Por suerte podemos comunicarnos a diario a través de Whatsapp, Skype y otros medios, pero después de tantos meses pedimos que se considere la situación de las parejas binacionales separadas por la pandemia, y que se permita nuestro ingreso en Argentina, cumpliendo con todas las medidas sanitarias que las autoridades consideren necesarias”.
Como resume su novio, que aguarda ansioso el momento en el que se abran las fronteras y pueda reunirse con ella: “Uno no elige de quién se enamora. Le toca y así es”.