El embajador de Holanda en la Argentina, Hein de Vries, explica las razones del entusiasmo que genera la futura reina; cuál será su rol y su influencia.
Hein De Vries llegó a la Argentina hace tres años para convertirse en embajador extraordinario y plenipotenciario de los Países Bajos en Buenos Aires. Todavía conserva un fuerte acento, que para el oído argentino podría provenir de cualquiera de las lenguas germánicas. Pero es neerlandés- u holandés, según el uso más coloquial-. Explorar las razones del entusiasmo que despierta la figura de Máxima Zorreguieta entre los holandeses, no es sencillo. Pero él lo intenta en una entrevista.
Desde la ventana de su despacho mira Puerto Madero en toda su extensión. En el dique que está enfrente, hay un barco con los mástiles pintados de naranja. Al lado de la Embajada de los Países Bajos, un imponente edificio fiel al estilo del lujoso barrio que mira al Río de la Plata, un paredón naranja con la inscripción "Reina de Holanda". La "maximanía" empieza a invadir la ciudad de a poco, pero son los holandeses los que más la alientan. "El pueblo está enamorado de ella", sostiene el embajador.
Conoció a Máxima, como la mayoría de los holandeses, a través de las revistas del corazón, cuando comenzaron a circular las primeras imágenes de la pareja. "En cuanto la vi tuve la impresión de que sería la nueva princesa", recuerda. Por entonces vivía en Seúl, donde fue embajador durante tres años. El día de la boda real, el 2 de febrero de 2002, hubo fiesta en la capital de Corea del Sur. Se unieron las embajadas argentinas y holandesas para celebrar un matrimonio que en parte unía a dos naciones que antes sólo se disputaban mundiales de fútbol.
En 2010, desembarcó en la Argentina, justo a tiempo para vivir la inauguración del reinado en las tierras de la nueva reina.
-¿Cómo se explica el entusiasmo que despierta la figura de Máxima en los holandeses?
-Entró en el afecto del pueblo de una manera que no se puede explicar con palabras. Es mágico y misterioso. No se sabe dónde, en qué momento fue, pero Holanda se enamoró de ella. Desde el inicio, el toque latino, la sonrisa de Máxima que es tan refrescante, eso conquistó al pueblo. Además, lejos de acentuar su argentinidad, se convirtió en una verdadera holandesa y aprendió el idioma muy rápido.
-¿Qué análisis puede hacer de sus años como princesa?
-Uno de los mayores elogios a la princesa Máxima en nuestro país es el de haber atravesado momentos difíciles siempre con una actitud positiva, conciliadora y feliz. Por otro lado, estrenó un estilo en la monarquía. Este estilo marcó un hito que va más allá del aspecto y el buen gusto que la caracterizan y que tiene que ver con la frescura, la sonrisa, su calidez y accesibilidad. Esto la convirtió entre sus pares en una figura distinguida y generó mucha admiración.
-En una entrevista, Máxima pronunció una frase que no fue bien recibida por la opinión pública. Dijo que "no existe un ser holandés". ¿Cuál sería, a su criterio, la esencia del "ser holandés"?
-Ella no se equivocó totalmente. En Holanda hay mucha inmigración, la identidad de origen holandesa también implica aceptar influencias, sobre todo de la juventud de hoy. Tenemos que dar la bienvenida a todos nuestros invitados. Sí podemos decir que el "ser" holandés está en la rectitud, la eficiencia, el respeto por las instituciones y las leyes, por la democracia y la constitución, eso es una condición fundamental para nosotros, son valores que nos gustan tanto que los elevamos a otro nivel. Sin dudas, su intención fue malentendida.
-¿Cuál es la influencia política real de los reyes en Holanda?
-En términos estrictamente políticos, la influencia es muy poca. En una monarquía parlamentaria todo el poder, según nuestra constitución, se queda en el Parlamento. Sin embargo, no es totalmente ceremonial. Tiene su influencia, es un consejo constante para el gobierno.
El monarca forma el gobierno junto al Parlamento. El monarca no puede alterar las leyes y responde a los ministros del Parlamento ante las políticas del gobierno. Igualmente, los ministros son políticamente responsables por el comportamiento y la toma de decisiones por parte del monarca. Así, es un círculo que se complementa mutuamente. La posición del monarca se refleja en los acuerdos gubernamentales a la hora de tomar decisiones sobre las leyes y medidas políticas del gobierno. De esta manera, el monarca contribuye a la formación del gabinete y como presidente del Consejo de Estado, es el responsable de llevar a cabo el discurso anual del trono, el Troonrede.
Fundamentalmente, el rey es el símbolo de nuestra unidad como nación. El es el representante de todos nosotros. En días difíciles y en días de fiesta, es el emblema de la nación. Es el cuidador y tenedor de la nación.
-¿Cuáles serán concretamente las funciones de Máxima y Guillermo después del 30 de abril?
-Máxima dijo recientemente que va a mantener sus funciones internacionales y nacionales. Como reina consorte será una persona muy cercana al rey y a sus obligaciones como jefe de Estado.
El rey es un ícono en cada visita de Estado. Por lo tanto, una de sus primeras obligaciones será visitar las provincias y también las otras partes del reino como las islas del Caribe. En cuanto a sus funciones vinculadas al gobierno, además de la apertura y cierre del año parlamentario, hace el discurso de la corona, donde anuncia los proyectos y planes del gobierno para ese año. Se vincula semanalmente con los ministros. Por otro lado, las leyes se establecen en común acuerdo entre el monarca, los ministros y los Estados Generales. Todos los proyectos de ley son aprobados tras la firma de los ministros del Parlamento, el monarca y el primer ministro responsable. Esto último se llama constraseign (referéndum). El primer ministro toma la responsabilidad con su firma de hacerse cargo de la decisión constitucional. Sólo después que el primer ministro y el rey hayan firmado el proyecto de ley, cobra la ley su estado de derecho. De la misma manera, los decretos reales llevan la firma del rey y del ministro o del secretario de Estado.
-¿Qué es ser un buen rey?
-En una sociedad hay intereses, grupos, estratificaciones sociales, etnias, intereses económicos... Una sociedad es una amalgama de todo eso. El jefe de Estado, en una República, es elegido. En una monarquía es nombrado. Pero la función es la misma: deben representar a toda la sociedad. Un buen rey es aquel que puede combinar todo eso que forma a una sociedad y que está a disposición de esa sociedad todos los días.
- ¿Cómo analiza el reinado de Beatriz?
- La reina estuvo al frente de esta tarea de manera ejemplar y permanente. Todos pudieron contar con ella. Si tuviera que elegir momentos a destacar, elegiría los momentos difíciles, las catástrofes, cuando la reina estuvo presente para fortalecer, consolar y restaurar lo ocurrido. También hubo duros momentos políticos, distintas crisis en estos 30 años en las que ella jugó un papel muy importante por su sabiduría.
Al igual que otros monarcas, en sus visitas al exterior, la reina apoyó siempre los intereses de nuestro país. Somos una nación que le da mucha importancia al exterior, porque el comercio internacional es fundamental para nuestro producto bruto interno. Tenemos empresas multinacionales que son millonarias, que garantizan que, a pesar de ser un país chico en tamaño, sigamos siendo el quinto exportador de bienes del mundo y el décimo de servicios comerciales. Y nuestras inversiones en el mundo se sostienen, en gran parte, gracias a la excelente representación que hizo la reina con sus más de 50 visitas a distintos países en los 30 años de reinado.
- ¿Por qué cree que eligió este año para abdicar al trono?
-Era el momento de pasar a otra generación. La generación de Beatriz es más formal, conservadora, es la que levantó el país después de la Segunda Guerra Mundial. En el siglo XXI, con todos los cambios tecnológicos y toda la innovación que hay en el país, debe verse un jefe de Estado más joven, más apropiado para esa imagen de país. Y él va a cambiar un poco algunas formalidades. Por ejemplo, va a permitir que la gente lo llame como quiera llamarlo, no necesariamente Su Majestad. Eso, sin dudas, demuestra que será un nuevo rey para una nueva época.
-¿Cómo cree que va a ser la relación entre el nuevo rey y el actual gobierno?
Un jefe de Estado tiene que trabajar siempre con los gobiernos. El primer ministro tiene que colaborar con él. El vínculo entre ambos es muy importante, sobre todo teniendo en cuenta el valor que tiene en Holanda el respeto por las instituciones. De todas maneras, Mark Rutte es de la misma generación que el rey. Estoy convencido que van a garantizar juntos que los Países Bajos avancen y crezcan económicamente de nuevo, van a llevar el país al éxito.
-¿Cuáles cree que van a ser los cambios que va a introducir Guillermo como nuevo rey?
-Los Países Bajos estiman mucho la continuidad. Hay cambios, pero se mantienen los intereses, hay directivas que permanecen. El rey representa una nueva generación, pero no va a iniciar cambios él mismo. Los cambios los genera el Parlamento.
Por otro lado, durante los últimos 10 años, Guillermo Alejandro se desempeñó como experto en la problemática del agua, tema que a Holanda le compete porque está en gran parte formada por agua, pero además es una preocupación universal Los intereses nuestros no se detienen en nuestras fronteras. En este sentido, va a jugar un papel preponderante.