Paul McCartney y otros músicos como Joe Walsh, Sheryl Crow o Ben Harper se unirán al 'exbeatle' en un concierto retransmitido por Internet para celebrar hoy su 80º cumpleaños
Cuando uno se llama Ringo Starr no puede escapar a su cumpleaños. Y menos si los que cumple este 7 de julio son los 80. “Nunca dejan de recordármelo así que es mejor celebrarlo”, afirma el siempre despreocupado exbeatle desde su estudio en Los Ángeles. Sus compañeros John Lennon, Paul McCartney y George Harrison le acompañan en la habitación del fondo, en unos retratos colgados en un retablo en una oficina que es también estudio y museo. Ahí le ha pillado la pandemia que, como a muchos otros, le ha cambiado los planes de vida y de cumpleaños. “Iba a celebrarlo a lo grande, con un escenario al aire libre junto al edificio Capitol, en Hollywood, con amigos y grupos tocando en un gran almuerzo”, describe el exbatería del mítico grupo sobre sus frustrados planes. La ayuda de sus amigos se mantiene, pero ahora Paul McCartney junto con otros músicos como Joe Walsh, Sheryl Crow o Ben Harper se unirán a la fiesta con interpretaciones caseras o fragmentos nunca vistos de sus conciertos. El Ringo’s Big Birthday Show se colgará en el canal de YouTube del músico el 7 de julio a partir de las cinco de la tarde hora de Los Ángeles (dos de la madrugada del 8 de julio en España).
Su aspecto en esta rueda de prensa virtual es impecable, con camisa hawaiana, gafas de sol protegiéndole del blanco de las paredes o para ocultar las arrugas, y el símbolo de la paz (y el amor, como dice su lema) al cuello. Como si hubiera hecho el mismo pacto con el diablo que Keith Richards (para sobrevivir a sus adicciones), pero en el caso de Starr para conservar la eterna juventud. “¡Si estoy tocando más que nunca!”, se admira de sus continuas giras con All Stars, con quienes debería estar ahora si no fuera por el confinamiento. “Y pienso seguir tocando después de los 80”.
El cumpleaños es momento de recordar batallitas. Entre ellas, una en Manila, de donde tuvieron que salir atropelladamente entre el fervor de los fans y el enfado de la primera dama del país, Imelda Marcos, por no haber asistido a su recepción oficial. O esa otra en Suiza, donde descubrió una especie de canto tirolés que le sonó a gregoriano, rodeado de vacas y pastores. “Éramos unos chavales que llegábamos, tocábamos, se montaba el lío y hasta la próxima”, resume de una carrera musical que convirtió a los Beatles en la banda sonora de muchas generaciones. También se acuerda de la batería que le regalaron en el hospital cuando tenía 13 años y sufría tuberculosis. No hubo vuelta atrás después de aquel regalo. O de sus compañeros de viaje, hermanos para este hijo único. “Fue un sueño imposible hecho realidad. Pertenecer al mejor grupo del mundo”. También se acuerda de Yoko Ono, del primer día que la conoció, cuando llegó al estudio y se la encontró en la cama con Lennon. “Es una mujer divertida. La prensa lo hizo todo más raro, porque nosotros nos apoyamos mutuamente”, resume de aquellos años. “Hicimos buena música, pero pagamos un precio muy alto”.
Estos días también vuelven a su cabeza los tiempos en los que el batería de los Beatles, junto con el resto del grupo, se negó a tocar en Misisipi a menos que en el concierto entrara todo el mundo. “¿Cómo íbamos a hacerlo de otra forma si nuestros héroes abarcan desde Ray Charles a Sam Lightnin’ Hopkins pasando por Stevie Wonder y los sonidos afroamericanos?”, aclara. De ahí que lo que recaude en este cumpleaños benéfico vaya entre otras asociaciones para el movimiento #BlackLivesMatter. Está maravillado con la fuerza de las protestas que surgieron “de Los Ángeles a París” tras el homicidio de George Floyd a manos de la policía; especialmente entre las nuevas generaciones. “De los 18 a los 25 son el 70% de los manifestantes y lo quieren cambiar todo a mejor”.
No puede ocultar sus gustos: su adorado Lightnin’ Hopkins, por el que estuvo a punto de trasladarse a vivir a Texas cuando tenía 17 años, Hank Williams, Cozy Cole o Willie Nelson “cuando vestía de traje”, se ríe. Respecto a los artistas contemporáneos, se le escapa un simpático hurra por la música de Miley Cyrus. Ringo Starr se muestra preocupado por la industria en la que trabajan. “Es mucho más dura”, dice, sin que se le escape el hecho de que “en su día” las casas discográficas también rechazaron a los Beatles. “Ya apenas quedan clubes para tocar, todo son grandes conciertos para hacer dinero”, se lamenta.
Los Beatles estarán en otros formatos, como el documental The Beatles: Get Back, que está preparando Peter Jackson para Disney+ y que también se ha retrasado por la pandemia de covid-19. La grabación es fruto de las 56 o 57 horas de metraje halladas sobre el último concierto del grupo. El documental Let It Be solo utilizó unos 10 o 12 minutos de aquella cita musical. “En ese corte no se veía mucha alegría. En cambio, el metraje que encontramos está lleno de risas, ves a un grupo tocando, divirtiéndose. No digo que no hubiera sus cosas. Y nos tomamos nuestros discos muy en serio. Pero Jackson ha sabido encontrar los buenos momentos. Una pena que se haya tenido que retrasar”, se lamenta. Y todo ello a pesar de la cantidad de horas que pasó Jackson durante el confinamiento trabajando a solas en su estudio de Nueva Zelanda. “Es que este año, ¡vaya año! ¡Si hasta James Bond ha tenido que retrasar su llegada!”, se ríe despidiéndose con su perenne gesto de “paz y amor”.