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27/05/2020 08:49 hs

Twitter advierte por primera vez que Trump publica información dudosa

Internacionales - 27/05/2020 08:49 hs
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La empresa de Jack Dorsey emplea la etiqueta del “fact check” en dos mensajes del mandatario y él replica que esto van contra la libertad de expresión: “No lo permitiré”. La red social, sin embargo, se niega a borrar los tuits del presidente en que acusa sin pruebas a un rival por asesinato

Timothy Klausutis, de 52 años, escribió una carta a Twitter. Tres folios y una súplica: “Mi mujer se merece algo mejor”.

La misiva se la envió a Jack Dorsey, cofundador y director ejecutivo de la compañía de los micromensajes, para solicitarle que borre los post del presidente Donald Trump que menosprecian el recuerdo de su mujer, Lori, fallecida en un accidente en 2001 a la edad de 28 años, y manchan su matrimonio.

“Mi petición es simple, os pido que intervengáis porque el presidente de Estados Unidos ha tomado algo que no le pertenece, la memoria de mi esposa fallecida, y la ha pervertido para obtener ganancias políticas”, subrayó en su texto. Twitter le respondió este martes que lo siente mucho, pero que no va a borrar esos tuits.
Donald Trump ha utilizado la desaparición de Lori Kaye Klausutis para dar pábulo a una teoría conspirativa, sin fundamento alguno a partir del informe forense y las evidencias policiales, que acusa de esa muerte a Joe Scarborough, ex legislador republicano por Pensacola (Florida) y hoy, junto a su esposa, Mika Brzezinski, director y presentador del programa ‘Morning’ Joe de las mañanas en la cadena MSNBC.


Scarborough y Brzezinski mantuvieron buenas relaciones con Trump, hasta que mostraron su rechazo a la gestión del presidente y su estilo despótico. Ese fue el punto de ruptura. Además de atacarla a ella por su imagen, o simplemente por ser mujer, el presidente revivió esa falsa historia de asesinato, romance incluido entre Lori y el ex congresista, que estos últimos días ha arreciado conforme le llueven las críticas ante el trágico hito de los 100.000 estadounidenses fallecidos por el coronavirus. Scarborough le achaca un fracaso total en el manejo de esta crisis sanitaria.
“Lamentamos profundamente el dolor de esos pronunciamientos y la atención que están generando sobre la familia”, señaló Twitter en su respuesta. “Estamos trabajando para expandir las características y políticas de productos ya existentes a fin de abordar este tipos de situaciones en el futuro. Esperamos tener esos cambios en breve”, prosiguió la réplica.

Transcurridas unas horas, Twitter aplicó por primera vez la etiqueta de “fact check” (revisión de hechos) a dos tuis de Trump dedicados al voto por correo por sus inexactitudes. La compañía hacia tiempo que estaba en entredicho por permitir la desinformación y las mentiras de muchos líderes lanzadas a través de esta red social. Trump tiene más de ochenta millones de seguidores.
Este movimiento, que se prevé origine una escalada de tensión entre Washington y Silicon Valley en pleno año electoral, se produjo como respuesta a un par de post en los que Trump proclamó que el voto por correo es fraudulento. La etiqueta de Twitter advierte: “Revisar los hechos sobre el voto por correo” y redirige a los usuarios a artículos en los que se explica la “afirmación insostenible” del presidente.

“Twitter está interfiriendo en las elecciones presidenciales de 2020”, arremetió Trump. “Dicen que mi afirmación sobre la masiva corrupción en el voto por correo es incorrecta basándose en ‘noticias faslas CNN y el Amazon Washington Post”, aludiendo a que Jeff Bezos es el dueño del supermercado digital y de la cabecera de la capital. “Twitter está completamente contra la libertad de expresión y yo, como presidente, no voy a permitir que suceda”, subrayó.
Entonces Trump ya había comparecido en rueda de prensa en la Rosaleda de la Casa Blanca, donde insistió, sin argumentos, que las papeletas por correo permiten “el voto de los indocumentados”.
Esta decisión de Twitter hizo todavía más evidente el contraste con el caso Klausutis. “Es una situación triste cuando la reacción natural es esperar que intervenga la red social en lugar de que un cargo oficial desista en su iniciativa”, remarcó el portal Axios respecto a esta situación.

Trump no sabe lo que es desistir. “Mucha gente lo sugiere”, respondió en esa comparecencia a la pregunta sobre sus ataques a Scarborough. “Espero que algún día se aclare, que se llegue al fondo y que se le procese, es muy sospechoso”, concluyó. Lo dijo como si hablara de meteorología.
El presidente ninguneó la petición del viudo a Twitter para que se borren esos mensajes acusatorios.
Poco después de las ocho de la mañana del 20 de julio de 2001, una pareja llegó a una cita a una oficina de Walton Beach (Florida). La puerta estaba abierta. Descubrieron una mujer en el suelo. Era Lori Kaye Klausutis. La policía no halló evidencia alguna de que hubiera sufrido una agresión. El forense determinó que su fallecimiento se debió a un accidente. Ella se desmayó, resultado de una afección cardiaca, y al caer se golpeó en la cabeza.

Pasados casi 20 años, Trump se dedica a especular con que ella fue asesinada, haciéndose eco una vez más de oscuras teorías conspirativas para castigar a los que no le rinde pleitesía. “Mucho interés en esta historia del psicópata Joe Scarborough”, tuiteó este pasado domingo. “¿Se golpeó la cabeza en su despacho y murió? Pienso que hay algo más en esta historia. ¿Un affair? ¿Dónde están los llamados investigadores”, insistió en uno de los diversos tuits de este hilo. “¿Se salió con la suya en este crimen? Algunos así lo creen”, remarcó en otro post acusatorio contra Scarborough.
En aquel verano de 2001, Lori trabajaba en la oficina del entonces congresista, quien la jornada de esa tragedia se hallaba en Washington, a 1.400 kilómetros.
Ella hacía cuatro años que se había casado con el fortachón Timothy Klausutis, empleado civil en la base de la Fuerza Aérea de Eglin. Vivían en Niceville. La jornada anterior a su defunción, con su marido en viaje de negocios, canceló su participación “en una noche de chicas” porque no se encontraba bien. Pero acudió a trabajar puesto que su compañera de oficina estaba de vacaciones.

A las cinco de la tarde habló con alguien por teléfono. El guardia de seguridad, que debía revisar las dependencias esa noche, reconoció que se saltó alguna de las salas. A Lori la hallaron al la mañana siguiente sin vida. La pareja que la descubrió declaró que no vio signos de violencia ni de un robo, y la policía descartó un posible delito. La autopsia confirmó el accidente. El forense escribió que murió “como resultado de un hematoma subdural agudo que ocurrió debido a un traumatismo craneal cerrado causado por una simple caída”.
Constató, además, que “la posición del cuerpo y de sus manos indicaban que no hizo esfuerzo para impedir la caída”. En el dictamen reiteró que la naturaleza de su lesión cerebral no encajaba con un agresor que la golpeara”. El informe detectó una lesión en el corazón, por lo que “ella sufrió un ritmo cardiaco anormal que la llevó a un desvanecimiento, que es lo que provocó su caída”.
Como en aquellos tiempos era un representante republicano, desde sectores demócratas se levantaron sospechas. Uno de estos fue el cineasta Michael Moore. El asunto perdió gas y quedó en el olvidó por el peso de las pruebas.

Hasta que Scarborough, reconvertido en estrella de la televisión, empezó a criticar a Trump, quién en 2017 revivió la teoría del crimen por la muerte de Lori.
Timothy Klausutis vive en la misma casa de Nicevill que compartía con Lori. No se ha vuelto a casar. “Su muerte es lo más doloroso que me ha sucedido”, afirma en su carta a Twitter sobre la desaparición de su esposa. “La he llorado cada día desde su fallecimiento. He intentado honrar su su memoria y nuestro matrimonio. Como marido, siento que una de mis obligaciones maritales es proteger su memoria como la habría protegido a ella en vida”, recalca.
Durante tres años ha guardado silencio ante los ataques del presidente Trump y sus acusaciones sin pruebas de que ella había mantenido un romance con Scarborough y que éste la habría matado. Hasta que se ha hartado de que los conspirativos, incluido todo un presidente de Estados Unidos, siembren en la red social el descrédito de su esposa y de su matrimonio.

La Vanguardia

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