Elie Horn es uno de los pocos millonarios del mundo que no duda a la hora de donar cuantiosas cifras para causas filantrópicas.
"Las personas de la sociedad civil, cuando pueden ayudar, tienen la responsabilidad de hacerlo", declaraba uno de los dueños de las grandes fortunas de Brasil y del mundo a la revista Isto é dinheiro, que le dedicaba su nota de tapa del número de mayo de 2017 por sus grandes donaciones y por alentar a otros multimillonarios a hacer lo mismo.
En los tiempos que corren, cuando los ricos del mundo están siendo observados por su comportamiento en la crisis planetaria por el coronavirus su mirada acerca de la filantropía y del impacto de las crisis a los que menos tienen, aporta reflexiones considerables a la hora de analizar el rol de las riquezas. Horn no cree en regalar dinero pero sí cree en el valor de donarlo para que quienes trabajan en reparar el mundo, tengan los recursos que les permitan hacerlo posible.
Elie Horn es uno de los pocos millonarios del mundo que no duda a la hora de donar cuantiosas cifras para causas filantrópicas. Su acción más resonante fue el compromiso, de por vida, que realizó junto a su esposa Susy. El número uno en bienes raíces de Brasil asumió con The Giving Pledge, la iniciativa de Bill Gates y Warren Buffett, de donar desde 2015 el 60 por ciento de su riqueza a causas benéficas.
La importancia de ayudar
A diferencia de otros ricos y famosos Elie Horn tiene un perfil austero y se lo conoce porque no cultiva hábitos extravagantes: hace treinta años lleva en su muñeca el mismo reloj, uno que compró por cien dólares, y no ve motivos para cambiarlo.
El dinero es un medio y no un fin, considera el propietario de la segunda mayor desarrolladora inmobiliaria de Brasil. Por eso, a los 75 años, busca contagiar su entusiasmo por la filantropía a otros ricos de su país y suele ser invitado a dar charlas inspiradoras sobre el tema en los ámbitos corporativos y solidarios.
Recientemente, lo hizo ante un auditorio online de 500 jóvenes argentinos, en una videoconferencia organizada por la organización Argentina para la juventud Menorá, presidida por el Rabino Isaac Sacca. Allí Horn expuso sobre su visión de la economía pos pandemia y respondió preguntas acerca de lo que hoy tanto preocupa, además de la salud.
¿Cómo sortear el impacto económico de la cuarentena?
Ese fue el denominador común entre las inquietudes del público. El las respondió a través del relato de su historia personal, siempre con manifestaciones de fortaleza, profunda fe y aliento con respecto a la crisis que hoy vive el planeta. "Es momento de pensar en los otros, sociabilizar y no tener miedo, las crisis pasan y abren oportunidades. Creo que la enseñanza es que tenemos que mirar más a nuestro alrededor", propuso.
Una historia de inmigrantes
Su trayectoria es, como la de tantos inmigrantes, una historia de superación. Nació en 1944 en el seno de una familia judía en Alepo, una provincia de Siria que por entonces estaba bajo el Mandato francés. Su familia emigró a Brasil huyendo de la pobreza y la persecución: lo llevaron a Líbano cuando tenía seis meses, a los diez años fueron a Italia, donde no encontraron oportunidades de trabajo y luego llegaron a San Pablo, donde se se establecieron. Elie ya había cumplido los 11 años y al poco tiempo, ya un adolescente, empezó a trabajar para tener su propio dinero, dispuesto a forjarse un futuro. Por mucho tiempo recorrió a pie, cada día, todas las mercerías de la ciudad. "Iba de puerta en puerta, sin descanso", recuerda con nostalgia. Después vendió goma laca, un insumo para elaborar pinturas, hasta que a los 18 años se atrevió a pensar en grande y sentó las bases de lo que hoy es su imperio de bienes raíces. Con sus dos hermanos inició un modesto negocio de compra y venta de propiedades inmuebles, con poco dinero para la inversión y, además, prestado.
El espíritu de solidaridad con todos los seres humanos del mundo, se le despertó a Horn hace veinte años, inspirado en su propio padre, quien antes de morir donó el 100% de todo lo que tenía a causas solidarias.
Pero fue en 2005, cuando su compañía Cyrela Brazil Realty empezó a cotizar en la Bolsa, el momento en el que tomó con firmeza la decisión. Las acciones de la empresa subieron tanto que alcanzaron un valor 30 veces superior al inicial. "En ese momento sentí que era un prueba, que por algo estaba llegándome el dinero de una forma tan fácil. Asumí que esas ganancias no estaban dirigidas a mi empresa, que ya estaba fuerte y sólida, sino que tenía que usarlas para otra finalidad, y decidí destinarlo a que otras personas pudieran concretar buenas acciones", confesó.
Así fue como, desde hace más de veinte años, financia numerosas organizaciones sociales, principalmente de su país y, desde que se unió al proyecto de Gates, también, de todo el mundo. Algunas de sus prioridades son la lucha contra la explotación sexual infantil, la educación y la promoción de pequeñas empresas con microcréditos como forma de lucha contra la pobreza.
Horn practica el judaísmo. Toda su familia practica el descanso sabático y la comida Kosher; también le preocupa mantener viva la memoria del Holocausto.
El que no arriesga no gana
"Pedí mil dólares para tener un capital inicial. Veía un departamento, lo señaba con ese dinero para comprarlo y buscaba un nuevo comprador. Tenía que encontrarlo en 90 días, para poder devolver el préstamo, así que no descansaba, trabajaba, 14, 15 horas por día, pero sabía que tenía que lograr mi objetivo", cuenta sobre sus primeros pasos como inversor inmobiliario. "Entonces yo pensaba que si lograba amasar una fortuna de cien mil dólares ya estaría satisfecho, pero con ese modelo ganamos 50 millones", explica. Creo que tomar riesgos es importante, pero hacerlo con el compromiso de ser responsable, de pagar las deudas, de saber que el dinero se gana con trabajo, con fe y, también, con ambición.
En 1978, Horn se aventuró por su cuenta y fundó Cyrela, ahora uno de los desarrolladores residenciales más grandes de Brasil, basada en el estado de Sao Paulo, con presencia en 3 ciudades en Brasil. La compañía lleva operando más de 50 años y tiene una cartera de 8.000 clientes.
Horn también posee acciones en Cyrela Commercial Properties, que adquiere, desarrolla y alquila centros comerciales y edificios corporativos en Brasil.
En 2014, anunció que renunciaría como CEO de Cyrela. Sus dos hijos, Raphael y Efraim Horn, se convirtieron en codirectores ejecutivos. Actualmente es presidente de la Junta.
Consejos para jóvenes emprendedores
- La constancia trae resultados. Cuando uno tiene un sueño y sabe a qué quiere dedicarse solo tiene que dar el primer paso, sin miedo, sin autocompasión. El segundo paso, dalo con fe y vas a ver que no estás solo en el camino.
- En las crisis, no temas, seguí remando porque al final siempre se sale a flote. El mal es algo relativo: no existe, es el bien, desfasado. Si hacés las cosas bien, el resultado va a ser bueno.
- Encontrá lo que te hace sentir vivo. En todas las áreas de negocios hay oportunidades de generar riqueza. Una vez que elegís lo que te gusta, estudiás, trabajás duro y buscás cómo hacerlo cada día mejor.
- Evitá la tristeza, enfocate en ayudarte y en ayudar. En tiempos como el que estamos viviendo también hay oportunidades. Enfocate en todo lo que tenés, sé agradecido, estudiá. Yo tengo Parkinson ahora y trabajo más que antes, dando charlas, escuchando a quienes necesitan salir adelante. No te autocompadezcas y buscá ayudar a los demás.
- Buscá consejos de personas en quienes confíes mucho. Saber escuchar es importante, te permite conocer dónde están las oportunidades y analizar todos los puntos de vista antes de tomar una decisión. Una vez hecho, avanzá, vos tenés la fuerza que necesitás para ganar.
- "Perseverá y no te autocompadezcas, nunca". No hay que sentir pena de sí mismo, en ninguna circunstancia, no te compares con quien tiene más o menos, si trabajás, si te esforzás, si salís a buscar las oportunidades, allí van a estar.