Pero no solo las mujeres han sido capaces de hacer frente a la pandemia con determinación. Con un estilo más marcial, hay hombres que hicieron lo mismo, obteniendo excelentes resultados. Entre ellos se encuentran el canciller austríaco, Sebastian Kurz; el presidente surcoreano, Moon Jae-in, e incluso el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
A nivel de popularidad, Kurz no tiene nada que envidiar a Merkel. Según un sondeo Ipsos-Sopra, 84% de los austríacos opinan que el joven canciller supo hacer frente a la crisis: el nivel más alto entre todos los dirigentes europeos. Su alianza de gobierno verde-conservadora fue realmente ejemplar, tomando rápidamente medidas de confinamiento, sin que fueran tan restrictivas como en Francia o en Italia. Con 584 muertos en una población de 8,8 millones de habitantes, los hospitales austríacos nunca estuvieron desbordados y los habitantes conservaron el derecho de pasear en los parques. El civismo proverbial de los austríacos sirvió para que ese país fuera el primero en iniciar el desconfinamiento, el 14 de abril.
A los 33 años, el "yerno perfecto" de la política austríaca continúa en forma espectacular su carrera política. Después de hacerse conocer en Europa por sus duras posiciones antimigratorias y haber gobernado con la extrema derecha entre 20017 y 2019, aprovecha ahora su alianza inédita con los ecologistas para pulir su imagen en esta crisis.
En la lucha contra el Covid-19, Israel aparece como un modelo. Una reciente clasificación internacional lo coloca, incluso, como N° 1 mundial. Hasta hoy, el Estado hebreo, con 8,8 millones de habitantes, registra 267 muertes. El secreto: una gestión autoritaria y el recurso a tecnologías de punta.
"Para ser eficaz frente a una pandemia es necesario desplegar las 2 C: comando y control", indica el virólogo y consultor Alexander Kekulé, exconsejero de Merkel.
Primer beneficiado, el premier israelí, Benjamin Netanyahu. Consciente de que la ocasión podría servirle para hacer olvidar sus tropiezos judiciales por corrupción, Bibi parece haber seguido el consejo al pie de la letra. Desde los primeros días de la crisis, el enérgico septuagenario se presentó cotidianamente ante las cámaras de televisión y multiplicó las iniciativas en un país habituado a estar en pie de guerra, poniendo a contribución incluso al Mossad, legendario servicio secreto israelí.
Israel fue uno de los primeros Estados que cerraron sus fronteras y negaron el acceso a aviones provenientes de Europa. Todos los pasajeros que llegaban al país fueron sometidos a cuarentena. Se instauraron la distancia social obligatoria y el confinamiento a partir de mediados de marzo. Desde el 1° de abril, toda persona sospechosa de estar contaminada debe aislarse en uno de los "coronahoteles" previstos a ese efecto.
Ningún autoritarismo en el último de los ejemplos: Leo Varadkar, primer ministro interino de Irlanda, que en 2013 dejó su estetoscopio de médico para protagonizar una espectacular ascensión política, en el seno del partido de centroderecha Fine Gael. Cuatro años después, se convirtió, a los 38 años, en el primer ministro más joven de la historia de su país. Después de su renuncia, en febrero pasado, Varadkar -que ocupa el interinato a la cabeza del gobierno- volvió a su consultorio. No solo con la intención de formar una nueva coalición de gobierno, sino para acompañar, al menos un día por semana, a los enfermos de Covid-19.
Gay y mestizo, hijo de una enfermera y de un médico de origen indio, Varadkar encarna la evolución en un país de sólidos valores conservadores. Con empatía, seriedad y sinceridad, el primer ministro supo hablar a los irlandeses. Sus administrados mencionan su discurso el Día de San Patricio, cuando conectó su propia familia con la crisis.
"Mi compañero, mis dos hermanas y sus esposos trabajan en el servicio de salud aquí, en Irlanda, como en Gran Bretaña. Tienen aprensiones. Saben que estamos en medio de la calma que precede la tormenta. Cuando esta llegue -porque llegará- nunca tanta gente habrá esperado tanto de tan pocos", dijo, parafraseando a Winston Churchill.
Irlanda, que sorteó la crisis sin demasiados traumatismos, comenzará mañana un desconfinamiento progresivo con un balance de 1518 muertos en una población de 5,2 millones de personas.
Antes de la pandemia, el surcoreano Moon estaba convencido de que su partido perdería las elecciones. Pero su inteligente gestión de la crisis le otorgó una inesperada victoria el 15 de abril. Hasta hoy, en ese país de casi 52 millones de habitantes se registraron solo 262 muertos de Covid-19. Es cierto que después de pasar por otras epidemias Corea del Sur estaba mejor preparada que Europa o América para hacer frente a la crisis. Pero sus administrados reconocen a Moon una auténtica capacidad profesional y una sorprendente calma.
El jefe de Estado supo además dejar a las autoridades sanitarias hacer su trabajo y tomar las medidas económicas necesarias para aliviar a la población: salvo los más ricos, el resto de la población recibió, por ejemplo, una ayuda de emergencia de 820 dólares.
Fuente: La Nación